Comunicado: La clase obrera en Francia entierra a sus sepultureros

Los estudiantes se suman a la lucha para defender la jubilación. París, 7 de marzo.

Por CNC en el Estado Español

Comunicado de la Coordinadora de Núcleos Comunistas (CNC) en el Estado Español (España), publicado el 28 de marzo de 2023. Workers World publica este comunicado porque también podría aplicarse como mensaje para la clase obrera de Estados Unidos.

Allez vous-faire foutre! (¡Vá para o inferno!)

Esclaves du capital!  (¡Esclavos del capital!)

Servants de l’OTAN (Siervos de la OTAN!)

La clase obrera francesa nos da, de nuevo, una gran lección de lucha de clases; y empezando por el principio, nos muestra qué es una huelga general.

Nada que ver con los patéticos simulacros de huelga convocados por nuestras grandes centrales sindicales que no han servido más que para profundizar el sentimiento de impotencia ante el único resultado cierto: el descuento en el salario de la jornada no trabajada.

La huelga general y las movilizaciones populares, ante un ataque general contra la clase trabajadora, no tienen un final previsto; se lucha hasta la victoria o hasta que se agotan las fuerzas.

Tras dos meses de movilizaciones contra el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años (¡aquí vamos por los 67 y, visto el éxito, el Ministro José Luis Escrivá prepara la privatización de la atención primaria!), su imposición por Decreto, aplicando la legislación de excepción prevista en el artículo 49.3 de la Constitución francesa, no ha hecho sino echar más leña al fuego.

La clase obrera

La clase obrera  ha tomado la batuta. Sabía lo que había que hacer y dirigió la acción: bloqueo de zonas industriales, de puertos, centrales nucleares, del transporte público y de mercancías, de aeropuertos –con la incorporación a la huelga de los controladores –, de la recogida e incineración de basuras, paralización de la enseñanza, bloqueo de autopistas dejando los peajes gratuitos, barricadas en puntos estratégicos de las ciudades…

Luchan los trabajadores de cada sector junto a todos los demás sectores. Así, si bien la descarga de barcos la impiden los estibadores, también se suman a esos piquetes, los metalúrgicos, los del sector eléctrico, los estudiantes, incluso los maestros, etc., Los agricultores llevan sus productos a los que ocupan las fábricas. 

Y cuando tras duros enfrentamientos con los antidisturbios, que no pocas veces dejan más heridos entre ellos que entre los trabajadores, como en Saint Nazaire , y el piquete es desalojado, la lucha se traslada a otro frente; por ejemplo, a derribar el pórtico del puente sobre el Loira, impidiendo así el paso de camiones cisterna por carretera.

El poder obrero se muestra también de otras formas. Los trabajadores de la energía, mediante operaciones clandestinas, cortan la electricidad a las sedes del partido de Macron, a domicilios de sus diputados y de grandes empresarios, a grandes multinacionales y en especial a firmas de data center, a radares de carreteras y otros instrumentos de control. Por el contrario, se provee de electricidad gratuita a hospitales, escuelas, residencias de mayores, barrios obreros donde se concentran los sectores más precarizados…etc.

Y la lucha continúa  jusqu´ au bout (hasta el final). Y no son palabras. Por primera vez en la historia reciente, y retomando una de las reglas sagradas de la AIT, se han puesto en marcha cajas de resistencia que en pocos días han recogido más de tres millones de euros. 

La represión es durísima

La represión, por supuesto, es durísima. Hay heridos y cientos de personas detenidas cada día. La brutalidad policial ha sido tan grande que hasta el Consejo de Europa ha abierto una investigación. 

Un trabajador de 30 años se debate entre la vida y la muerte tras estallarle en la cabeza una granada explosiva, mientras la prefectura impidió durante horas que recibiera atención sanitaria.  Pero eso solo añade más razones al combate.

El objetivo es el Presidente Emmanuel Macron, pero no sólo él. Se extiende la conciencia de que es una marioneta de la Unión Europea y de la gran burguesía. Se habla cada vez más de crisis de régimen y de retomar el Programa del Consejo de la Resistencia de 1945 , organismo creado en 1943 que coordinó y dirigió la resistencia contra el fascismo. Este Programa propuso la nacionalización de todos los sectores estratégicos y de él surgió la Seguridad Social, con el sistema de pensiones actualmente vigente.

Así mismo, se cuestiona el gasto militar, se propone la salida de la OTAN y la UE, se vinculan las sanciones a Rusia con la carestía de la vida…, llegando a quemar banderas de Ucrania.

Quienes protagonizaron la primera revolución obrera de la historia, La Comuna de 1871, las trabajadoras, las tejedoras de Lyon que ya en 1870 redactaron el primer manifiesto de la historia llamando a los jóvenes a desertar de la guerra francoprusiana, o el pueblo que vengó con la guillotina los crímenes de siglos de monarquía, nos demuestran qué es una huelga general. 

Es sacar el genio de la botella

Que no es solo dejar de trabajar. Es, a partir de ahí, mostrar y sobre todo tomar conciencia del poder obrero, de ese milagro cotidiano  que sale cada día de las manos de las trabajadoras  y los trabajadores para reproducir la vida, y por lo tanto, de prescindir de esa clase parásita que arruina al país y nuestras vidas. Es sacar el genio de la botella…

Es esa clase obrera que superó los límites de las organizaciones sindicales vistiendo con chalecos amarillos el inmenso y diverso proletariado. La misma que fue capaz de tumbar la decisión de la cúpula de su principal sindicato, que pretendía que la votación de la Constitución Europea no concernía a la clase obrera, obligando a la CGT a pedir activamente el NO que salió victorioso. Esa clase reanuda el hilo rojo de la historia.

Su poderosa lucha está barriendo como un vendaval furioso todos los ríos de tinta vertidos desde los plumíferos del poder de toda laya o de quienes se instalan en la derrota, proclamando la desaparición  de la clase obrera, la ruptura generacional o de género, las diferencias insalvables entre la clase obrera autóctona e inmigrante o la imposibilidad de luchar contra la todo poderosa represión del Estado en los países centrales del imperialismo.

La clase obrera francesa, ocupando el centro neurálgico de la lucha y demostrando su capacidad de incorporar a otros sectores populares, ha prendido una importantísima mecha en el polvorín de un capitalismo agónico que no ofrece a la inmensa mayoría, y sobre todo a la juventud, más que miseria, guerra y barbarie.

La clase obrera de los pueblos de Europa tiene ya un camino abierto y un precioso ejemplo a seguir que debemos difundir como un tesoro. Es preciso que lo que con tanto ahínco ocultan o tergiversan los medios de comunicación, sea desvelado, discutido  y analizado en asambleas en los centros de trabajo, en los sindicatos, en los barrios obreros, en la universidad…  

Es necesario comparar lo que pasa en Francia, con lo que ha sucedido y sucede aquí [en el Estado Español]: con todas las reformas laborales y las de las pensiones, con los recortes y privatizaciones de los servicios públicos, con la carestía de la vida, con los gastos militares impuestos por la OTAN, con los planes  de destrucción masiva de puestos de trabajo…Y sobre todo, preguntarnos por qué la reacción aquí ha sido tan débil o prácticamente inexistente,  y qué relación tiene con la pérdida de la independencia de clase. 

El tiempo apremia y no debemos desaprovechar este ejemplo luminoso.  Debemos sacudirnos la impotencia y el sentimiento de derrota y reforzar la organización obrera desde la base. No pasará mucho tiempo sin que se intenten aquí nuevos ataques. Y no es muy exagerado decir que en la fuerza con la que respondamos nos va la vida.

Ciento cincuenta y dos años después, el rescoldo de la Comuna de París sigue latiendo. Carlos Marx terminaba así su palpitante homenaje y su lapidaria condena a los agoreros del fin de la historia, en “La guerra civil en Francia”: 

“El París de los obreros, con su Comuna, será eternamente ensalzado como heraldo glorioso de una nueva sociedad. Sus mártires tienen su santuario en el gran corazón de la clase obrera. Y a sus exterminadores la historia los ha clavado ya en una picota eterna, de la que no lograrán redimirlos todas las preces de su clerigalla.”

 

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