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EDITORIAL

El imperialismo y el pueblo tamil

El gobierno de Sri Lanka ha declarado su triunfo sobre los Tigres de Liberación del Eelam Tamil, un ejército guerrilla que luchó por un cuarto siglo para crear un estado independiente para el oprimido pueblo tamil en este fértil país isleño que está situado cerca del extremo sur de la India. La campaña militar contra los Tigres del Tamil ha sido muy sangrienta, y ha resultado en la muerte de miles de civiles tamiles después de que quedaran atrapados/as en una península dónde sufrieron ataques aéreos, hambre y enfermedades. Aún no se sabe la cantidad total de bajas (el gobierno de Sri Lanka ha prohibido la entrada de periodistas en la zona) pero se han filtrado reportes de médicos y otras personas sobre la terrible situación.

Más de 100.000 tamiles que viven en Gran Bretaña, Canadá, Estados Unidos y otros países, han tenido vehementes manifestaciones y huelgas de hambre para pedir que estos países detengan la matanza. A principios de abril, 100.000 manifestantes marcharon por el centro de Londres para protestar los abusos contra el pueblo tamil en Sri Lanka. Luego ese mismo mes, aunque miles de tamiles ocuparon la Plaza Parlamentaria en Londres, el Foro Británico de Tamiles demandó que ese gobierno “llevara el asunto al Consejo de Seguridad de la ONU para lograr que se implemente un cese al fuego”.

Las autoridades en estos países imperialistas, con una cara compasiva, básicamente le han dicho a los/as manifestantes, “Sentimos su dolor. Pero no hay nada que podamos hacer”.

Esto es hipocresía descarada. Gran Bretaña y Estados Unidos pueden tomar una acción vigorosa, y lo han hecho, cuando se ven amenazados sus intereses imperialistas. Solamente en los años recientes, sus fuerzas militares han intervenido a un gran costo, en Irak, Afganistán y Pakistán. No fueron allá para parar un genocidio. De hecho, inventaron mentiras y pretextos para obtener los permisos necesarios del Congreso o del Parlamento. Han aterrorizado al pueblo pero no han podido destruir la resistencia, cuyo apoyo ha crecido dentro de la población y se ha hecho más fuerte. En el fondo de todo esto está la agenda imperialista de Estados Unidos y Gran Bretaña para controlar esta área del suroeste de Asia rica en recursos naturales.

Además, han forzado resoluciones en el Consejo de Seguridad de la ONU para imponer sanciones rigurosas contra Sudán y Zimbabue, supuestamente como castigo por violaciones de los “derechos humanos”, pero que en realidad era para proteger lo que le importa más al imperialismo: las ganancias.

Sudán tiene petróleo y está desarrollando sus recursos con la ayuda de otros países, incluyendo a China. Por causa de las sanciones, no comercia con Estados Unidos. En Zimbabue, el gobierno finalmente les dijo a los agricultores blancos que tenían los terrenos más valiosos, que se fueran. Permitió a los veteranos de la guerra de liberación que recuperaran lo que los invasores colonialistas británicos le habían robado a sus antepasados. Antes de tomar este paso, el gobierno había esperado años para que Gran Bretaña cumpliera con su acuerdo y recompensara a los agricultores ricos, algo que no sucedió.

Las sanciones contra estos países estaban acompañadas por declaraciones de indignación en el Consejo de Seguridad sobre la defensa de los derechos humanos. Pero cuando el ejército de Sri Lanka comete masacres contra un pueblo oprimido, los imperialistas súbitamente “no pueden” hacer nada.

Cae la responsabilidad en el movimiento progresista y antiimperialista mundial de apoyar la lucha por su autodeterminación del pueblo tamil en Sri Lanka. Los imperialistas son los últimos que serían sinceros al pretender defender al pueblo tamil.


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