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El presupuesto del Pentágono: el mayor, y sigue en crecimiento

Por Sara Flounders

El 28 de octubre el Presidente Barack Obama firmó el Acta de Autorización para la Defensa, el presupuesto militar más grande en la historia de Estados Unidos.

No solamente es el presupuesto militar más grande del mundo, sino que es mayor que todos los gastos militares de todo el resto del mundo combinados. Y sigue creciendo sin límites. El presupuesto militar para el año 2010, el cual ni siquiera cubre mucho de los gastos relacionados con guerras, es de $680 mil millones de dólares. En el 2009 era de $651 mil millones de dólares y en el año 2000 de $280 mil millones. En diez años este presupuesto se ha más que duplicado.

¡Qué contraste con el asunto del cuidado de la salud!

El Congreso de los Estados Unidos ha estado discutiendo por más de seis meses, un plan básico para la salud, lo cual todo país industrializado tiene en una forma u otra. Ha habido intensa presión por parte de las compañías de seguros, amenazas de la derecha e incluso advertencias de que un plan para el cuidado de la salud no debe agregar ni siquiera un centavo al déficit.

Sin embargo, en medio de este debate de vida o muerte sobre el cuidado médico para millones de trabajadores/as y pobres que no tiene cobertura de salud, un extensísimo subsidio para las corporaciones de contratos militares y armas más grandes de Estados Unidos, un certero creador de déficit, es aceptado casi sin ninguna discusión ni artículo en la prensa.

El grupo Doctores por un Programa Nacional de Salud estima que un plan universal de salud costaría $350 mil millones al año, cifra que en realidad sería la cantidad ahorrada por la eliminación de todos los costos administrativos en el actual sistema privado de salud, un sistema que excluye a casi 50 millones de personas.

Comparemos esto sólo al costo extra de cada año en el presupuesto militar. Hasta el Presidente Obama dijo al firmar el presupuesto del Pentágono, “La Oficina de Contabilidad del Gobierno (GAO, siglas en inglés) ha revisado 96 proyectos de defensa del año pasado, y encontró que el costo extra sumaba $296 mil millones”. (Whitehouse.gov, 28 de oct.)

La estafa de Bernard Madoff de $50 mil millones, supuestamente la más grande en la historia, ni siquiera se compara. ¿Porqué no hay una investigación sobre el crimen de este robo multimillonario? ¿Dónde están las audiencias congresionales o la histeria de la prensa sobre los $296 mil millones en costos extras? ¿Por qué no se arrestan a los jefes ejecutivos de las corporaciones?

Los costos extras son una parte integral del subsidio militar para las grandes corporaciones. Son tratados como algo normal. No importa qué partido esté en el poder, el presupuesto del Pentágono crece, el costo extra crece y los gastos domésticos disminuyen.

Adicto a la guerra

El presupuesto militar de este año es sólo el ejemplo más reciente de cómo la economía de Estados Unidos es mantenida a flote artificialmente. Décadas de revivir la economía capitalista por medio del estímulo de gastos en guerras ha creado una adicción al militarismo sin la cual las corporaciones no pueden vivir. Pero no es lo suficientemente grande como para resolver el problema capitalista de sobreproducción.

La justificación dada para esta inyección multimillonaria era que ayudaría a suavizar o a evitar una recesión capitalista y podría reducir el desempleo. Pero como advirtió el fundador del Partido Workers World Party/Mundo Obrero, Sam Marcy en 1980, en su libro “Generales Sobre la Casa Blanca”, después de un período prolongado, se necesita más y más de este estimulante. Eventualmente se convierte en lo opuesto y se convierte en un depresor fuerte y masivo que enferma y destruye a la sociedad entera.

La raíz del problema es que al convertirse más productiva la tecnología, los/as trabajadores/as reciben cada vez menos proporción de lo que producen. La economía de Estados Unidos depende más y más del estímulo de las súper ganancias y del costo extra multimillonario militar para absorber proporciones más grandes de lo que es producido. Esta es una parte esencial de la constante redistribución de la riqueza de la clase trabajadora hacia los súper ricos.

Según el Centro para el Control de Armas y la No-Proliferación, el gasto militar de Estados Unidos es ahora mucho más, en cifras ajustadas a la inflación en el 2009, que durante los años de la Guerra de Corea (1952: $604 mil millones), la Guerra de Vietnam (1968: $513 mil millones) o en la era de Reagan (1985: 556 mil millones). Sin embargo no es suficiente para mantener la economía de Estados Unidos a flote.

Aún forzando a los países ricos en petróleo dependientes de Estados Unidos a que sean deudores con compras infinitas de armas, no se puede resolver el problema. Más de dos terceras partes de todas las armas vendidas globalmente en el 2008 fueron de compañías militares de Estados Unidos. (Reuters, 6 de sept.)

Mientras que un gigantesco programa militar pudo en los años de la década de los 30, salvar la economía de Estados Unidos de un colapso devastador, después de un período largo, este estímulo artificial socava el proceso capitalista.

El economista Seymour Melman, en libros como “Capitalismo del Pentágono”, “Ganancias sin Producción” y “La Economía de Guerra Permanente: El Capitalismo Americano en Declive”, advirtió sobre el deterioro de la economía de Estados Unidos y del nivel de vida de millones de personas.

Melman y otros economistas progresistas hablaban de una “conversión económica” racional o la transición de una producción militar a una civil por las industrias militares. Ellos explicaban cómo un bombardero B-1 o un submarino Trident podrían pagar por los salarios de miles de maestros/as, proveer becas o guardería infantil o la reconstrucción de carreteras. Diagramas y tablas mostraban cómo el presupuesto militar emplea mucho menos trabajadores/as que los mismos fondos utilizados para cubrir necesidades civiles.

Estas ideas eran muy razonables, excepto que el capitalismo no es racional. En su deseo insaciable de aumentar las ganancias, siempre escogerá la súper ganancia inmediata sobre aún los mejores intereses para su propia sobrevivencia a largo plazo.

Sin ‘beneficios de paz’

Las grandes expectativas después de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética, de que miles de millones de dólares ahora podrían usarse para la paz, chocaron contra el continuo crecimiento del presupuesto del Pentágono. Esta triste realidad ha desmoralizado y agobiado tanto a economistas progresistas que ahora casi no se le pone atención a la “conversión económica” o al papel jugado por el militarismo en la economía capitalista, aunque hoy es mucho más grande que en los días de la Guerra Fría.

El subsidio militar anual multimillonario con que los economistas burgueses contaban desde la Gran Depresión para inyectar la economía y comenzar de nuevo el ciclo de expansión capitalista ya no es suficiente.

Cuando las corporaciones se hicieron dependientes de las ofrendas multimillonarias, sus apetitos se hicieron insaciables. En 2009, en un esfuerzo para impedir el colapso de la economía global capitalista, más de $700 mil millones fueron entregados a los bancos más grandes. Y esto era solamente el comienzo. El rescate de los bancos ahora se cuenta en los millones de millones de dólares.

Aún $600 a $700 mil millones al año en gasto militar ya no puede recomenzar la economía capitalista o generar prosperidad. Sin embargo, Estados Unidos corporativo no puede vivir sin él.

El presupuesto militar ha crecido tanto que ya amenaza con agobiar y devorar todo financiamiento social. Su mero peso está eliminando financiamiento para cualquier necesidad humana. Las ciudades estadounidenses están colapsándose. La infraestructura de puentes, carreteras, canales, diques y túneles está desintegrándose. Veinticinco por ciento del agua potable en los Estados Unidos está considerada de “pobre cualidad”. La tasa de desempleo oficial ya ha alcanzado el 10 por ciento y en realidad es el doble. El desempleo de jóvenes negros/as y latinos/as es más del 50 por ciento. Catorce millones de niños/as en los Estados Unidos viven en familias por debajo del nivel de pobreza.

La mitad de los costos militares está oculta

El presupuesto militar anunciado para 2010 de $680 mil millones es en realidad sólo la mitad del costo anual de los gastos militares estadounidenses.

Estos gastos son tan grandes que engendran un esfuerzo combinado de ocultar muchos de los gastos militares en otras partidas presupuestarias. El análisis anual del War Resisters League enumeró los gastos verdaderos militares estadounidenses en $1.449 mil millones, no el presupuesto oficial de $651 mil millones. Wikipedia, citando varias fuentes, concluyó que el presupuesto militar total es de $1.144 mil millones. Independientemente de quien esté contando, es indiscutible que el presupuesto militar en realidad excede $1 millón de millones anuales.

El Proyecto de Prioridades Nacionales, el Centro de Información de Defensa y el Centro para el Control de Armas y No-Proliferación analizan y revelan muchos gastos militares ocultos en otras partes del presupuesto total estadounidense.

Por ejemplo, los beneficios para veteranos/as que suman $91 mil millones no están incluidos en el presupuesto del Pentágono. Las pensiones militares, $48 mil millones, están incluidas en el presupuesto del Departamento del Tesoro. El Departamento de Energía oculta $18 mil millones en programas de armas nucleares en su presupuesto. El financiamiento por $38 mil millones de las ventas de armas al exterior está incluido en el presupuesto del Departamento de Estado. Uno de los artículos más grandes ocultos es el interés por la deuda que ha resultado de guerras pasadas, el cuál está entre $237 y $390 mil millones. Éste es en realidad un subsidio para los bancos, que están íntimamente ligados a las industrias militares.

Cada parte de estos presupuestos inflados se espera que crezca un 5 a 10 por ciento al año, mientras que el financiamiento federal para los estados y las ciudades está disminuyendo en un 10 a 15 por ciento anual, resultando en crisis deficitarias.

Según la Agencia de Administración y Presupuesto, el 55 por ciento de todo el presupuesto estadounidense para el 2010 irá al ejército. ¡Más de la mitad! Mientras tanto, las subvenciones federales a los estados y las ciudades para los servicios humanos vitales, escuelas, entrenamiento de profesores/as, programas de cuidado de salud en casa, almuerzos escolares, mantenimiento básico de la infraestructura para agua potable, alcantarillado, puentes, túneles y carreteras, están disminuyendo.

Militarismo engendra represión

El aspecto más peligroso del crecimiento militar es la penetración insidiosa de su influencia política en todas las áreas de la sociedad. Es la institución más alejada del control popular y la más llevada hacia aventuras militares y represión. Generales jubilados toman turnos en salas de sesiones corporativas, se hacen portavoces en los medios de difusión masiva, y se hacen cabilderos, consejeros, y políticos con salarios altos.

No es una coincidencia que teniendo el aparato militar más grande del mundo, Estados Unidos tenga la población prisionera más grande. El complejo prisión-industrial es la única industria en crecimiento. Según el Buró de Estadísticas de Justicia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, más de 7,3 millones de adultos estaban en libertad condicional o en prisión en el 2007. Más del 70 por ciento de los/as encarcelados/as eran negros/as, latinos/as, indígenas u otras personas de color. Los adultos negros tienen cuatro veces más probabilidad que los blancos de estar encarcelados.

Igual que en el sector el militar, con sus cientos de miles de contratistas y mercenarios, el impulso por aumentar las ganancias ha resultado en la creciente privatización del sistema de prisiones.

La cantidad de prisioneros ha crecido implacablemente. Hay 2,5 veces más gente en el sistema de prisiones actualmente que hace 25 años. Mientras el capitalismo estadounidense es menos y menos capaz de proveer empleos, entrenamiento para trabajos o educación, las únicas soluciones que pueden ofrecer son la prisión o el ejército, devastando a individuos, familias y sus comunidades.

El peso militar empuja el aparato represivo estatal a cada sector de la sociedad. Hay un crecimiento enorme de todo tipo de policías e innumerables agencias de policía y vigilancia.

El presupuesto de 16 agencias de espías estadounidenses llegó a $49,8 mil millones en el año fiscal 2009; 80 por ciento de estas agencias secretas son parte del Pentágono. (Prensa Asociada, 30 de octubre) En 1998 este gasto era de $26,7 mil millones. Pero estas agencias secretas no están incluidas en el presupuesto militar. Tampoco están incluidas las agencias represivas de inmigración y control de las fronteras.

Las fuerzas armadas estadounidenses están estacionadas en más de 820 instalaciones militares alrededor del mundo. Esta cifra no toma en cuenta cientos de bases alquiladas e instalaciones secretas de vigilancia y cientos de barcos y submarinos.

Pero por más que crezca el aparato militar, menos puede controlar su imperio mundial porque no ofrece soluciones ni mejoramiento de los niveles de vida. Las armas de alta tecnología del Pentágono pueden leer la matrícula de un auto desde un satélite de vigilancia; sus gafas de visión nocturna pueden penetrar la oscuridad; y sus aviones bombardeos pueden quemar un pueblo aislado. Pero no pueden proveer agua potable, escuelas o estabilidad a las naciones atacadas.

A pesar de todas las sofisticadas armas de alta tecnología, la posición geopolítica de EEUU está declinando año tras año. A pesar de su gran potencia de fuego y de sus armas tecnológicas de punto, el imperialismo estadounidense no ha podido reconquistar los mercados mundiales y su posición en el capital financiero mundial. Su economía y sus industrias han sido derrumbadas por el mero peso de mantener su aparato militar. Y como ha mostrado la resistencia en Irak y Afganistán, el aparato militar no puede igualar la determinación de los pueblos a controlar su propio futuro.

Mientras la gran economía capitalista estadounidense ofrece menos y menos al pueblo trabajador aquí en los Estados Unidos, ese nivel de resistencia determinada seguramente va a fomentarse aquí también.


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