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Fracasa asalto contra el ejército Mahdi por fuerzas iraquíes apoyadas por los EEUU

Por John Catalinotto

Un asalto de las tropas iraquíes promovido por los EEUU contra rivales del primer ministro Nuri al-Maliki’s mató a 605 iraquíes y algunas tropas estadounidenses pero no logró abatir al ejército de Mahdi, su verdadero objetivo.

Conducido por el clérigo chiita Moqtada al-Sadr, el ejército Mahdi es la fuerza armada no gubernamental más grande, con tropas procedentes de la población más pobre de la comunidad chiita.

Hubo fuertes combates por cinco días en la ciudad sureña de Basora, centro de producción petrolífera. También se extendió a vecindarios chiitas de Bagdad como la ciudad de Sadr. El ejército Mahdi y las tropas del gobierno o de los EEUU sostuvieron batallas en muchas partes del país, incluyendo Nasiriyah, Hilla, Al-Amarah y otros lugares más. Hasta la “zona verde” fortificada en la capital llegaron los ataques de morteros.

El primer ministro al-Maliki había ido a Basora para exigir que se entregaran los comandantes del ejército Mahdi y dejaran las armas dentro de 72 horas o les destruiría. En su lugar, las fuerzas aéreas estadounidense y británica tuvieron que intervenir para evitar que el ejército Mahdi tomara posiciones del gobierno iraquí. Al-Maliki fue evacuado por un helicóptero de los EEUU el 30 de marzo, según el informe de la resistencia de Iraq.

El ejército Mahdi prevaleció por todas partes. En algunas áreas hizo huir al ejército títere.

El 31 de marzo al-Sadr ordenó al ejército Mahdi obedecer un alto al fuego. Pero dijo que sus fuerzas rechazarían entregar sus armas mientras los EEUU ocuparan Iraq. Al-Sadr también exigió que el gobierno otorgara una amnistía general al ejército Mahdi, libere a todos los miembros encarcelados de esa fuerza que no hayan sido condenados por crímenes, y trajera “a la gente desplazada que ha huido de sus hogares como resultado de las operaciones militares.”

El ataque contra el ejército Mahdi fue una versión a pequeña escala de los ataques de EEUU e Israel contra el Líbano en el verano de 2006, cuando las fuerzas conducidas por Hizbolá rechazaron al poderoso ejército israelí. Un oficial del títere ministerio interior iraquí dijo sin embargo, que “luego del asalto fracasado, el gobierno había despedido a 150 oficiales de policía y a 400 policías por rehusar luchar en el conflicto.” (New York Times, 1º de abril)

Una derrota para la ocupación EEUU

Al enfrentar un desastre militar, el gobierno de los EEUU y el Pentágono mantuvieron que el ataque fue totalmente la iniciativa del gobierno de al-Maliki. Según el New York Times sin embargo, EEUU había estado forzando a al-Maliki para que atacara al ejército Mahdi, el cual Washington considera un aliado demasiado cercano a Irán. Bush ha denominado los combates como “un momento definitivo” en Irak”. (31 de marzo)

La negación de los EEUU fue también expuesta como una mentira por la intervención del poder aéreo de los EEUU y Bretaña. Por todos lados en Basora las bombas cayeron matando a iraquíes civiles descritos en declaraciones del Pentágono como “milicianos pandilleros”.

La versión del régimen de al-Maliki fue la declaración de que las tropas iraquíes no estaban atacando al ejército Mahdi, sino a “elementos criminales” que se habían apoderado de Basora. Es obvio que al-Maliki quedó debilitado como resultado del fallido asalto, y al-Sadr salió fortalecido. Tanto al-Maliki como la embajada de los EEUU tuvieron que darle gracias a al-Sadr por declarar el cese al fuego.

Todo esto puede tener un impacto en la votación nacional de octubre. Incluso antes de los combates, se esperaba que el grupo de al-Sadr gane por amplio margen.

La estrategia inicial de Washington para conquistar a Irak basada en el “terror y asombro”, colapsó hace tiempo. Una vez que emergió la resistencia, el Pentágono resultó ser incapaz de ganar, asegurar y estabilizar al país y explotar sus recursos petroleros.

Rápidamente EEUU cambió la estrategia de “terror y asombro” a tácticas de “dividir y conquistar”. Mientras que Washington fracasó en conquistar a Irak, tuvo éxito en dividir a los iraquíes. Algunas organizaciones importantes chiitas que habían estado opuestas al gobierno de Saddam Hussein se unieron al régimen títere.

En las zonas predominantemente sunitas, la heroica resistencia de fuerzas nacionalistas encabezadas por islámicos y miembros del partido Baath impidieron al Pentágono asegurar y estabilizar a Irak. Pero hasta ahora, las fuerzas de ocupación de los EEUU han podido atrincherarse y mantenerse mientras que el estado de ánimo entre las tropas estadounidenses sigue decayendo.

En todo esto el ejército Mahdi y al-Sadr han jugado un papel contradictorio. Por un lado, las bases del ejército Mahdi están en contra de la ocupación. Washington les ha atacado tanto con palabras como con armas, llamándoles títeres de Irán.

Por otro lado, en vez de devolver el fuego a los ocupantes estadounidenses y sus aliados locales, el ejército Mahdi ha aceptado un papel en el gobierno títere de Maliki. La pregunta del momento es: ¿Irá el ataque directo de al-Maliki y EEUU a forzar al ejército Mahdi acercarse al movimiento de resistencia iraquí?

En medio de este tumulto y confusión en Irak, el general estadounidense David Petraeus viene a Washington para testificar en el congreso el 8-9 de abril sobre “el éxito de la oleada de tropas” y para pedir más fondos para una guerra criminal que ya ha costado las vidas de un millón de iraquíes y de 4.300 soldados de los EEUU.


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