Uribe interrumpe relaciones entre Colombia y Venezuela
Por Berta Joubert-Ceci
El desarrollo político entre Colombia y Venezuela, dos países en
Suramérica que comparten una frontera de 1.380 millas, es estratégico
para el clima político y la estabilidad de la región. Esto
además los pone en la mira de la administración de Bush y el
Pentágono.
Ambos países gozan de grandes recursos naturales. Colombia goza de la
ventaja geopolítica de tener acceso a las costas del Pacifico y del
Atlántico. Venezuela tiene grandes reservas petroleras. Las corporaciones
transnacionales encuentran esto muy tentador.
Los gobiernos de estos países tienen ideologías opuestas. El
neofascista presidente Álvaro Uribe Vélez, el aliado más cercano
de Bush en toda América Latina, gobierna Colombia. El presidente
venezolano, Hugo Chávez Frías ha estado promoviendo una
revolución con miras a construir una sociedad con una base socialista;
para la congoja de Washington, varios países en Sur y Centroamérica
están siguiendo el ejemplo de Chávez.
La agenda de Estados Unidos ha sido la de desestabilizar la revolución
Bolivariana en Venezuela, principalmente a través del financiamiento de
grupos violentos opositores que se esconden bajo la máscara de
“democracia” y por la intervención política de Estados
Unidos. Mientras tanto, Washington respalda el gobierno de Uribe con más
de $4 mil millones hasta la fecha por medio del Plan Colombia. Estados Unidos
interviene políticamente en Colombia por intermedio de su embajador en
Bogotá. Colombia es tercera en recibir ayuda militar de los EEUU
después del Oriente Medio y Afganistán.
La meta de Estados Unidos de enfrentar Colombia contra Venezuela ha fallado
hasta ahora. A pesar de las diferencias entre estos dos países, han
aumentado el comercio entre ellos. Ambos países son el segundo socio
comercial entre ellos después de los Estados Unidos. Hace varias semanas
se inauguró un gasoducto en Colombia, un proyecto conjunto
colombo-venezolano.
Por supuesto que Estados Unidos ha tratado de intervenir. Paramilitares
colombianos fueron capturados en Caracas hace unos años planeando asesinar
al presidente Chávez. Otros incidentes en ambos países apuntan hacia
la desestabilización de la Revolución Bolivariana llegando desde
Colombia.
Y ahora la decisión unilateral y abrupta de Uribe de detener las
negociaciones para un Intercambio Humanitario (IH) de prisioner@s en la guerra
civil de Colombia ha frenado de pronto las buenas relaciones. Las negociaciones
estaban dirigidas a lograr un intercambio entre 45 personas retenidas por las
fuerzas de liberación de Colombia conocidas como las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia—Ejército Popular (FARC—EP) y l@s
500 miembr@s de las FARC que están en prisiones de Colombia.
Intercambio Humanitario, esperanza de paz en Colombia
El creciente movimiento por el acuerdo humanitario en Colombia se opone al plan
de Estados Unidos y Uribe de “rescatar” a l@s prisioner@s en manos
de la guerrilla por medio de intervenciones militares. En el pasado, cada
ataque militar de este tipo ha resultado en más muertes de
prisioner@s.
Es posible que este movimiento, con amplio apoyo tanto en Colombia como
internacionalmente, haya instado a Uribe el aceptar negociaciones que
podrían llegar a un intercambio. Hasta el conservador presidente
francés, Nicolás Sarkozy, puso presión para comenzar las
negociaciones, ya que ha tenido que mostrar su interés en la
liberación de Ingrid Betancourt, la ex candidata presidencial
colombo-francesa de Colombia. Además, los padres de los tres contratistas
del Pentágono han exigido que se den éstas negociaciones. Las FARC-EP
tienen a estas personas retenidas.
Las mismas FARC han dicho que les gustaría que el IH lleve a negociaciones
con el gobierno hacia un eventual plan de paz con justicia social.
A mediados de agosto Uribe sorprendió a l@s observadores al elegir a la
senadora afrocolombiana Piedad Córdoba para servir como representante del
gobierno colombiano en la facilitación de las negociaciones. Córdoba
es una líder opositora del Partido Liberal, que ha expuesto los
vínculos de los aliados gubernamentales cercanos a Uribe a las fuerzas
paramilitares.
La senadora Córdoba luego invitó al Presidente Chávez a ser
parte del esfuerzo. Chávez, quien había expresado anteriormente su
voluntad de participar, aceptó con gusto. Uribe aprobó estos pasos.
Para poder mediar efectivamente, l@s facilitador@s tenían que reunirse con
el secretariado de las FARC. Para comenzar este proceso la senadora
Córdoba se reunió con el vocero de las FARC Raúl Reyes el 15 de
septiembre.
Chávez y Córdoba le dieron alta prioridad a las negociaciones del IH.
Córdoba viajó a Caracas, Paris y a Washington, donde se reunió
con l@s miembros de las FARC Simón Trinidad y Sonia, que actualmente
están encarcelad@s en los EEUU. Ambos generosamente dijeron a la senadora
que sus nombres debían ser eliminados de la lista de canjeables si su
presencia iba a crear un problema para el IH.
Chávez y Córdoba se reunieron con enviados de las FARC en Caracas y
también fueron a Europa para reunirse con Sarkozy. Avances importantes
fueron reportados. Los familiares de la guerrilla encarcelada y de l@s
retenid@s por las FARC expresaron su gratitud de que por primera vez se
hacía un verdadero intento para negociar y propiciar la liberación de
sus seres queridos. L@s colombian@s reportaron un tremendo sentido de esperanza
a través del país.
Durante la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile a principios de noviembre,
Chávez le pidió a Uribe que fuera más flexible. Aunque Uribe
había aprobado las negociaciones, estaba estableciendo límites muy
estrictos. Uribe enérgicamente rehusó crear una zona de despeje en
Colombia para permitir que las negociaciones procedieran con seguridad y sin
interferencia militar como las FARC habían requerido.
A mediados de noviembre, Uribe acentuó su intransigencia, estableciendo el
31 de diciembre como fecha límite para las negociaciones. No era razonable
creer que un conflicto armado que ha durado por más de 40 años pueda
súbitamente proveer una solución tan importante con tanta prisa.
Hasta Chávez mencionó varias veces las dificultades en comunicarse
con las FARC por los intensos bombardeos del ejército de Colombia en las
selvas donde se encuentra la guerrilla.
EEUU ordena un alto al IH
Dos días después, el 21 de noviembre, interesante y
trágicamente, el ex embajador de los EEUU a Venezuela, William Brownfield,
que había sido acreditado como embajador a Colombia el 12 de septiembre
declaró públicamente, “Ya han pasado dos meses y 22 días
de este proceso y aún no tenemos pruebas de vida”, pocas horas
después, Uribe unilateralmente anunció que las negociaciones
habían sido suspendidas y que Córdoba y Chávez terminarían
sus responsabilidades en torno a las negociaciones.
El pretexto usado por Uribe fue una conversación por teléfono que
duró 30 segundos entre Chávez y el General del Ejército de
Colombia, Mario Montoya. Uribe alega que la llamada de Chávez a Montoya
fue una violación de protocolo. En realidad, fue Córdoba quien hizo
la llamada como una de las muchas que había hecho a Montoya en su esfuerzo
por mediar.
Podemos imaginar la pérdida abrupta de esperanza sentida por los
parientes, y en general, por el pueblo colombiano que quiere paz. Y por la
comunidad internacional que está en solidaridad con las valientes masas
colombianas en su lucha. Hasta Sarkozy exhortó a Uribe a reconsiderar su
acción.
Los parientes de l@s cautiv@s de las FARC respondieron al anuncio de Uribe con
críticas acerbas. Un artículo en el Washington Post del 23 de
noviembre reporta que, “Jo Rosano, la madre de Marc Gonsalves, uno de los
estadounidenses, culpó a Uribe, diciendo que él había socavado
los esfuerzos de mediación de Chávez y la senadora colombiana Piedad
Córdoba, una izquierdista cercana a Chávez.”
“Ésta no es la primera vez que él ha saboteado esto, y no
será la última,” dijo Rosano desde su casa en Connecticut.
“Debería darle vergüenza, es todo lo que puedo decir. Los ojos
del mundo están sobre él.”
Las relaciones entre Colombia y Venezuela en crisis
Chávez criticó la decisión de Uribe, diciendo que este anuncio
unilateral no estaba acordado. Puso en tela de juicio la sinceridad de Uribe
por alcanzar la paz en Colombia. También acusó a la interferencia
imperialista de ocasionar este fin tan súbito.
Uribe respondió con el ataque más feroz que ha expresado hasta ahora
contra Chávez, acusándolo de perseguir un “proyecto
expansionista” en Latinoamérica, y diciendo que Colombia
“cerrará sus puertas” a este proyecto. También acusó
a Chávez de “no querer la paz para Colombia sino que Colombia sea
víctima de un gobierno terrorista de las FARC.”
El 27 de noviembre el gobierno venezolano retiró para consulta a su
embajador en Colombia. Chávez también ha dicho que el comercio con
Colombia podría afectarse.
Y lo más extraño fue que la Corte Suprema de Colombia acusó a la
senadora Córdoba de “traicionar a la Patria” porque ella se
había reunido con representantes de las FARC en su esfuerzo de mediar el
intercambio.
Todo esto ocurre cuando el escándalo de las conexiones con paramilitares
de los aliados de Uribe en el gobierno está en pleno apogeo.
También ocurre pocos días antes de la celebración del crucial
referéndum constitucional en Venezuela el 2 de diciembre. Hay un amplio
apoyo de las masas para el referéndum. Pero Washington está
interviniendo al financiar organizaciones no-gubernamentales (ONGs) que
estimulan la violencia de grupos opositores, ayudando a las manifestaciones de
“estudiantes” contra el referéndum que han recibido mucha
publicidad en los medios masivos. Estos “estudiantes” son en
realidad la representación de la oligarquía rica a través del
sector comercial, religioso y opositor.
Las magníficas demostraciones de las masas en apoyo a Chávez sin
embargo, han sido ignoradas por los medios corporativos en Venezuela y en los
países imperialistas.
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