Enfoque y tácticas en el movimiento contra la guerra
El congreso y la guerra
Por Sara Flounders
El Partido Demócrata tiene ahora mayoría en ambas cámaras del
Congreso. Esta nueva mayoría ha prometido, si fuese elegida, actuar en
contra de la guerra. Todos los políticos están tratando de
presentarse como si estuvieran escuchando a su electorado. Están ocupados
en encontrar la forma de “dar vuelta” a la guerra.
En cuestiones de guerra, el ejecutivo, el presidente, tiene el poder de
decidir. Pero según la Constitución, sólo el Congreso puede
aprobar los fondos para financiar la guerra.
Durante la semana del 12 al 19 de marzo, el Congreso está programado para
dar el más crítico de sus votos desde que en octubre del 2002 le dio
al Presidente George Bush completa autorización para invadir y ocupar a
Irak. Ese voto ocurrió cuando los Demócratas también eran la
mayoría en el Senado. Desde su comienzo esta guerra ha sido bipartita.
Para las fuerzas revolucionarias y l@s opositores a la guerra, la pregunta es
cómo intervenir en el debate del Congreso de manera que se exponga la
complicidad criminal de ambos partidos, Republicano y Demócrata, en la
guerra.
¿Es acaso inevitable que cualquier lucha que tenga que ver con el Congreso
sea apropiada por el Partido Demócrata y se descarrile?
Mientras el Pentágono apunta sus cañones contra Irán, una lucha
determinada por el movimiento anti guerrista podría clamar demandas
adicionales. Millones de personas en los Estados Unidos que están opuestas
a la guerra, sabrían también que el Congreso tiene la autoridad legal
para actuar en contra de las amenazas inmediatas de una nueva y más amplia
guerra contra Irán. Quedaría claro que el Congreso tiene la autoridad
de librar una lucha en contra del colosal presupuesto del Pentágono, pero
sólo si las masas populares de los Estados Unidos se movilizan para
exigirlo.
El presupuesto del Pentágono es un monstruo de continuo crecimiento que se
traga más de un millón de dólares por minuto. Todos los
programas sociales que son de gran necesidad para la población—la
educación, la salud, la transportación, el medio ambiente—se
están recortando para poder enriquecer al presupuesto militar que a su vez
enriquece a las grandes corporaciones, en especial a los monopolios petroleros
y al complejo militar industrial.
Si los Demócratas en realidad estuvieran determinados a poner fin a la
guerra, aún sin tener la mayoría, una minoría del Congreso
determinada a finalizar la guerra, podría obstruir el que se den los
fondos. Podría convocar al pueblo a que rodeara el Congreso. Cualquier
resistencia real en el Congreso podría inspirar una respuesta de la
población y de los soldados que ahora se oponen a la guerra en cifras cada
día más numerosas.
Si no hay una intervención política fuerte desde abajo, entonces una
resolución débil y no obligatoria como la aceptada por la Cámara
de Representantes el 16 de febrero se vería como si fuese lo mejor que
pueden hacer. El abstenerse de esta lucha es dejar la arena totalmente en manos
de los reformistas que quieren alinear al movimiento antiguerra con el Partido
Demócrata y dejarle sin ningún poder independiente.
Los Demócratas no encuentran problemas en posicionarse contra la guerra.
Es fácil para ellos el criticar a George W. Bush, un Republicano que con
mucha razón es odiado alrededor del mundo. Él es definitivamente un
criminal de guerra. Su nivel de apoyo popular es el más bajo que el de
cualquier otro presidente excepto el caso de Richard Nixon inmediatamente antes
de que renunció justamente antes de ser destituido de la presidencia.
Estos políticos poderosos del Partido Demócrata y sus grandes
auspiciadores financieros están interesados en desviar la atención
del movimiento masivo en contra de la guerra fuera del apoyo a la guerra que
tiene el mismo Partido Demócrata, como por ejemplo la negativa de Hillary
Clinton de declarar que ella no debía haber votado a favor de la guerra en
el 2002. Actualmente, ella está rehusando eliminar un ataque nuclear
contra Irán como una opción.
Los Demócratas están intentando enfocar la ira contra la guerra
exclusivamente en Bush. Eso es su estrategia electoral para el 2008.
No será muy popular o fácil librar una lucha contra todas las fuerzas
—Republicanas y Demócratas— que apoyan la guerra, así
como en contra de los intereses del imperialismo estadounidense que sirven. Sin
embargo es una lucha esencial.
La clase dominante capitalista siempre quiere desviar al movimiento de las
masas hacia canales inofensivos —cabildeando, votando, y poniendo la
confianza en los políticos vendidos. El desafío es desarrollar
demandas claras que impulsen la lucha hacia las calles.
Desde los días más tempranos de la lucha organizada de parte de la
clase trabajadora, el propósito de las manifestaciones masivas siempre ha
sido para confrontar al gobierno con las demandas que expresan los intereses de
la clase trabajadora.
Desde que el Pentágono invadió a Irak en marzo de 2003, el movimiento
antiguerra ha movilizado a cientos de miles de personas en Washington, D.C. y
en otras ciudades principales.
La guerra ha continuado porque el imperialismo necesita la guerra, la conquista
y las ganancias incesantes.
Pero cada movilización masiva ha presentado nuevos retos y enseñado
nuevas lecciones. Las manifestaciones son escuelas de lucha.
Las protestas antes de que el Pentágono lanzara la invasión fueron en
realidad más grandes que las marchas más recientes, aunque en aquel
entonces la proporción de la población de los EEUU opuesta a la
guerra o que siquiera pensara en la guerra era más pequeña. L@s
millones que participaron esperaban que una sola manifestación grande
pondría un alto a la guerra imperialista inminente, una esperanza que en
realidad comprobó ser una ilusión.
En las elecciones de noviembre del 2006, decenas de millones de personas
esperaron que al echar la papeleta en la urna electoral, iban a acabar con la
guerra. Ellas han quedado desilusionadas por el débil papel jugado por los
Demócratas y quieren ver más acción en esta cuestión.
Se precisan nuevas tácticas
Organizar un campamento en la cercanía del Capitolio durante la misma
semana que el Congreso va a comenzar a votar sobre el pedido de Bush de
más de $100 mil millones adicionales para las guerras en Afganistán e
Irak, es una táctica creativa. Tal acción hace recordar la Marcha de
los Veteranos de los años 1930 y la Marcha de la Gente Pobre de los
años 1960, — dos acciones que solidificaron la lucha.
Un campamento de 24 horas al día directamente frente al Capitolio mientras
el Congreso vota sobre el auspicio de la guerra actual es un reto más
enfocado a la maquinaria entera de guerra. Esta protesta combina una demanda
clara para poner un alto a la ocupación del Pentágono con demandas al
Congreso para que vote en contra de proporcionar fondos para la guerra.
Larry Holmes, un portavoz de la coalición “Troops Out Now”
(Tropas Fuera Ya) (TONC), la organización que inició el llamado al
campamento, explicó en comunicados de prensa, “Durante la semana que
empieza el 12 de marzo, el Congreso empezará a votar sobre la demanda de
Bush de $100 mil millones adicionales para las guerras en Irak y
Afganistán. Si el Congreso vota para cortar los fondos, pueden terminar
ahora mismo la guerra y retirar las tropas. Si aprueban los fondos que pide
Bush para la guerra, las muertes, los asesinatos y la ocupación
continuarán. Es tan sencillo como eso. ... El movimiento contra la guerra
debe estar allí para dejarle ver al Congreso que nosotros no vamos a
permitirles que se salgan con la suya.
Para enfocar la atención en los fondos interminables para la guerra
mientras que los programas sociales que se necesitan desesperadamente enfrentan
una nueva ronda de recortes, TONC recomienda que la gente traiga sus cuentas de
luz y de gas que no han podido pagar, préstamos estudiantiles y cuentas de
tarjetas de crédito. La privación enorme que una guerra crea en la
vida de la gente pobre y trabajadora es un punto principal del
campamento.
La unidad es necesaria — marcha al Pentágono
La semana de acciones en marzo presenta un serio reto político a la
guerra. Si l@s líderes del movimiento pueden usar este reto para
conscientemente forjar la unidad, la lucha contra la guerra entraría en
una nueva fase.
El campamento para demandar al Congreso que corte todos los fondos para la
guerra ayudará a enfocar la atención de miles de activistas en la
lucha que se está desarrollándose en el Congreso. También va a
ayudar a aumentar el interés en la marcha masiva al Pentágono,
iniciada por la coalición ANSWER.
El Pentágono es un objetivo importante. La maquinaria de guerra lleva al
cabo la política mortal que apenas es debatida en el Congreso y es
brutalmente autorizada por la rama ejecutiva.
La Coalición Tropas Fuera Ya ayudó a formular y circular una carta
firmada por muchas organizaciones importantes de la comunidad y activistas de
sindicatos, organizaciones de comunidades y contra la guerra, que exhortaba a
la Coalición Unida para la Paz y Justicia (UFPJ) a apoyar, endosar y
trabajar para una movilización unida en Washington el 17 de marzo en
frente del Pentágono en vez de dividir al movimiento al organizar una
manifestación en Nueva York el día siguiente.
El mensaje de unidad para la coalición UFPJ destacaba este importante
principio político: La unidad es un paso esencial hacia la
revitalización del movimiento contra la guerra.
Además de movilizar a activistas que pueden venir a Washington, D.C.
temprano para una lucha resuelta frente al Congreso, TONC está organizando
autobuses para ir a Washington el 17 de marzo desde Nueva York, Boston, Oeste
de Mass., Detroit, Búfalo, Filadelfia, Raleigh y Atlanta.
Más allá de Capitol Hill, donde se reúne el Congreso, y más
allá de las torres de las altas finanzas y las instituciones que fomentan
las ideas capitalistas, hay una enorme oposición a la guerra. Ya es la
hora de traer esa oposición a Washington para rodear el Congreso, para
enfocarnos en el rol del Partido Democrático como co-conspiradores en la
guerra, y para demandar: ¡Ni un centavo más! ¡Que retiren las
tropas inmediatamente!
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