Bush visita Colombia mientras sale a la luz las realidades de la parapolítica del gobierno
Por Berta Joubert-Ceci
Colombia recibe la ayuda militar más grande de los EEUU fuera de las
regiones en guerra del Medio Oriente y Afganistán. Colombia también
va a la cabeza en el número de líderes sindicales asesinados, junto a
los altos niveles de desplazamiento de campesin@s, afrocolombian@s e
indígenas, y a las masacres y detenciones arbitrarias —todo ello
llevado a cabo con completa impunidad para quienes cometen estos
crímenes.
Los criminales son mayormente paramilitares que cada vez más está
siendo revelado que son colaboradores de muchos de los políticos,
congresistas y miembros de la élite colombiana uribista (partidarios del
Presidente Álvaro Uribe),
Semanas antes de la turbulenta gira del presidente de los EEUU George W. Bush a
cinco países latinoamericanos, acontecimientos importantes ocurrieron en
Colombia. Ocho miembros del Congreso fueron arrestados y encarcelados por sus
conexiones con los sicarios paramilitares. Entre los detenidos estaban el
hermano y el padre de la ex Canciller Consuelo Araújo, quien había
sido forzada a renunciar por la presión pública.
Más importante, Jorge Noriega, el jefe de la policía secreta, el DAS,
muy cercano a Uribe, está entre ellos. Noriega ha sido acusado de darles a
los paramilitares una lista de líderes sindicales. Algunos cuyos nombres
aparecen en esa lista fueron eventualmente asesinados.
El mismo presidente está acusado por políticos opositores y muchas
organizaciones sociales y de derechos humanos, de haber permitido estos
crímenes y también de tener conexiones con los paramilitares.
Hace dos años, en una ceremonia televisada que tuvo mucha publicidad,
Uribe comenzó con lo que se refirió como la
“desmovilización” de las AUC, las Autodefensas Unidas de
Colombia, mejor conocidas como los paramilitares. Parecía que cientos
entregaron sus armas. Pero lo que fue denominado como una
“pacificación” fue realmente nada más que una
reorganización de esas fuerzas criminales.
Ahora se denominan las Águilas Negras, o la “nueva
generación” de paramilitares que han estado extremamente activas a
través del país.
El 10 de febrero, fue entregada en las oficinas de la Confederación Unida
de Trabajadores, CUT en Bucaramanga, una nota firmada por las Águilas
Negras. La nota amenaza al sindicato SINALTRAINAL que representa a l@s
trabajadores de las empresas de la Coca Cola y de Nestlé, y a sus
líderes. En una declaración escrita, SINALTRAINAL enfatiza que:
“Esta amenaza se produce después que el Vicepresidente de Colombia
Francisco Santos en Caracol Noticias el día 12 de diciembre de 2006, al
referirse a la intervención que hizo la Fiscalía General de la
Nación sobre las finanzas de los clubes del balompié colombiano,
afirmó que las campañas de desprestigio contra Coca Cola y
Nestlé y otras empresas privadas, están siendo impulsados por
sectores de extrema izquierda, radical, infiltrados en sectores sindicales, que
están generando campañas absolutamente absurdas contra las
empresas”.
La declaración de SINALTRAINAL muestra la lealtad del gobierno de Colombia
hacia las corporaciones transnacionales basadas en los EEUU. También
demuestra la criminal falta de responsabilidad de un gobierno que en vez de
proteger a su pueblo lo expone al peligro. El presidente y el vicepresidente
colombiano saben muy bien que esta clase de acusación es un mensaje a las
fuerzas paramilitares para que apunten sus cañones hacia las
víctimas.
Uribe mismo ha acusado a Carlos Lozano, redactor de la revista Voz del Partido
Comunista de Colombia, de tener conexiones con la guerrilla FARC-EP (Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo), y a Gustavo
Petro, senador del partido opositor Polo Democrático Alternativo (PDA), de
ser un “terrorista vestido de civil”. La reacción de Uribe a
la revelación de los lazos entre los paramilitares y miembros del Congreso
y su jefe de inteligencia, todos miembros de los partidos y organizaciones
uribistas, ha sido la de provocar más violencia contra el movimiento
social progresista.
Dos días después de la declaración de Uribe, una amenaza de
muerte fue enviada a docenas de organizaciones sociales, sindicales,
estudiantiles y de medios de comunicación alternativa de parte de la nueva
agrupación paramilitar, las Águilas Negras. El hermano de Petro
también fue amenazado. Dos miembros del PDA fueron muertos bajo
circunstancias aún no esclarecidas.
Los paramilitares han amenazado matar al senador Petro porque él ha
influido en revelar esas conexiones. Él visitó a Washington, D.C. la
semana del 5 de marzo en un intento de exponer la situación grave en su
país. Aquí se reunió con organizaciones no gubernamentales y
representantes de varios congresistas para alertarles sobre el peligro que
enfrentan las y los colombianos, particularmente ahora que el Acuerdo de Libre
Comercio entre Colombia y los EEUU está siendo discutido.
En una conferencia de prensa el 7 de marzo, Petro explicó la meta de su
visita. Primero fue la de proponer la renegociación del Plan Colombia que
actualmente transfiere a Bogotá unos $700 millones anuales principalmente
para objetivos militares. Concebido durante la presidencia de Bill Clinton,
supuestamente para combatir el narcotráfico, este plan ha proporcionado a
Colombia aproximadamente $4 mil millones. Este dinero ha sido empleado
principalmente, bajo el control de los EEUU, para combatir al movimiento armado
revolucionario y para fumigar grandes extensiones de terrenos, poniendo a
riesgo la vida y la salud de miles de campesin@s. Es una guerra de facto contra
el pueblo de Colombia.
Petro propuso en cambio un Plan Colombia para las víctimas de los
paramilitares y de la violencia del estado. Dijo que el poder de los
paramilitares reside en su nexo estrecho con un sector importante del estado
colombiano, incluso el judicial, lo cual ha permitido que los crímenes
queden impunes. “Un diez por ciento de los legisladores hacen leyes por
la mañana y por la noche ordenan masacres. Como programa para combatir el
narcotráfico, el Plan Colombia ha fracasado”, dijo Petro.
Otro objetivo de la visita de Petro fue renegociar el TLC que ya ha sido
firmado por Bush y Uribe pero está pendiente de la confirmación en
los Congresos de Colombia y Estados Unidos. Petro se refirió a este
acuerdo como uno que beneficia a los paramilitares cuya base financiera es el
narcotráfico. Él explicó por ejemplo, que el capítulo del
TLC sobre la agricultura perjudicaría al 90 por ciento de los
pequeños agricultores y a 15 millones de campesin@s que producen granos y
otros alimentos de primera necesidad. Porque la producción que el TLC
beneficiaría — como la madera, la goma y la palma africana —
requieren de una gran inversión de capital, grandes terrenos y varios
años antes de producir la cosecha, solo los
“narcoparamilitares” serían los grandes ganadores, al ser
ellos también los ricos propietarios de grandes extensiones de
terrenos.
Como atestigua la visita de seis horas de Bush a Colombia para apoyar a un
Uribe rodeado por escándalos, el gobierno estadounidense no solo ignora la
guerra genocida del estado y sus acciones represivas contra los movimientos
sociales, sino que ayuda a esta guerra en todos los niveles. La visita del
residente de la Casa Blanca a Bogotá tuvo lugar en medio de un despliegue
gigantesco de las fuerzas represivas del estado colombiano: 21.000
policías y otros ejércitos nacionales, helicópteros,
francotiradores en los techos, cañones de agua, balas de goma y gases
lacrimógenos.
La operación de “seguridad” duró casi una semana antes de
la llegada de Bush. Incluyó allanamientos extensos. No obstante, las
fuerzas opuestas a Bush organizaron manifestaciones en varias ciudades
colombianas para repudiar su visita. En Bogotá la policía negó
el permiso para las manifestaciones, sin embargo, miles de personas, la
mayoría jóvenes, valientemente salieron a las calles donde
encontraron la represión brutal de la policía. Al final, según
Nikzor, una organización en defensa de los derechos humanos, más de
400 personas habían sido detenidas.
El gobierno estadounidense no solo permite la represión violenta y el
genocidio en Colombia a través de las fuerzas del estado y de los
paramilitares, cuyas acciones conjuntas han sido ampliamente expuestas, sino
que él mismo fue el iniciador del paramilitarismo después de la
Segunda Guerra Mundial. (www.HRW.org)
Esta guerra estadounidense contra el pueblo colombiano debe estar en un lugar
principal en la agenda de todas fuerzas antiimperialistas y antiguerra en los
Estados Unidos, porque es una guerra para destruir a las organizaciones y a l@s
líderes progresistas y asegurar que Colombia sea un agente de los Estados
Unidos para fomentar guerras contra esos países latinoamericanos en marcha
hacia la izquierda.
Próximo: El rol de los Estados Unidos en el paramilitarismo de
Colombia; paramilitares contra Venezuela; entrevista con Iván Cepeda, hijo
de un miembro de la Unión Patriótica que fue asesinado.
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