La gran oportunidad para el movimiento sindical
La solidaridad con l@s inmigrantes puede reavivar el fuego
Por Milt Neidenberg
El movimiento sindical organizado en los
Estados Unidos está enfrentando un desafío
colosal.
Después de décadas de reveses, concesiones y de una
división en la organización laboral del AFL-CIO, un movimiento
extraordinario de inmigrantes ha estallado y se está esparciendo como
fuego en todo el país. Este movimiento está compuesto de
inmigrantes documentad@s e indocumentad@s de muchos países; su gran
mayoría es de inmigrantes que hablan español. Ell@s,
abrumadoramente de la clase obrera, se han tomado las calles por millones para
demandar derechos sociales plenos, incluyendo legalización y salarios
decentes, beneficios y mejores condiciones de trabajo.
Ell@s se merecen el
apoyo total e incondicional de la AFL-CIO y de Cambiar para Vencer (Change to
Win). Esto todavía no ha ocurrido, aunque muchos sindicatos locales que
tienen trabajador@s inmigrantes se han unido a las marchas y protestas con sus
pancartas. Las dos federaciones laborales han respondido con un apoyo discreto a
las protestas explosivas en contra del proyecto de ley Sen senbrenner-King
HR-4437, el cual impondría multas criminales contra l@s indocumentad@s y
sus partidari@s.
En una carta el 11 de enero para Arlen Specter,
presidente republicano del Comité Judicial del Senado, la
federación AFL-CIO dijo que “fuertemente se opone al Acta de
Control de la Frontera e Inmigración del 2005 (HR-4437)” La carta
concluyó diciendo que “la actual población de obreros
indocumentados que han pagado sus impuestos y hecho contribuciones positivas a
sus comunidades debe tener un paso hacia la legalización” Sin
embargo, la carta le faltó pedir el fin a todo tipo de represión
en contra de l@s inmigrantes.
Tampoco Anna Burger, presidenta de la
federación sindical Cambiar para Ven cer logra dar el apoyo necesario.
Durante una reunión de protesta el 7 de marzo en Washington, Burger dijo,
“Nuestro sindicato fue fundado por obreros
inmigrantes...desafortunadamente...algunos políticos están
tratando de convertirnos en criminales. Ellos están tratando de
dividirnos, de atemorizarnos—e incluso de malgastar miles de millones de
dólares en la construcción de una pared de 700 millas. ...
Nosotros aplaudimos a los senadores McCain y Kennedy por introducir una reforma
completa. Es hora de que el Senado les siga sus pasos.” Sin embargo, este
proyecto de ley titulado McCain-Kennedy, es esencialmente un proyecto de ley de
“trabajadores invitados” diseñado para enviar a l@s
inmigrantes a sus países después de seis años—o
antes, si pierden sus empleos.
Los líderes de ambas federaciones
parecen no haber reconocido el significado excepcional del espíritu de
lucha que tienen l@s millones de inmigrantes que son un sector integral del
movimiento sindical organizado, ni tampoco instan a las filas obreras nacidas en
los Estados Unidos a que unan sus fuerzas con l@s inmigrantes. El movimiento
sindical organizado necesita proveer recursos que potencien la lucha y marchar
hombro con hombro con l@s inmigrantes, quienes enfrentan grandes riesgos para
ell@s y para sus familiares. Tal respuesta ayudaría grandemente a impedir
que aquellos dentro y fuera del gobierno sigan movilizando y financiando a la
chusma racista antiinmigrante.
Las dos federaciones están
ubicándose para las elecciones de término medio con la esperanza
de que gane una mayoría del partido Demócrata en el Congreso.
Están conservando sus recursos y preparando a sus miembr@s para hacer que
el electorado salga a votar en noviembre. Su estrategia es canalizar el poder de
millones de l@s inmigrantes que ahora están marchando, hacia las
elecciones de otoño.
Las cuestiones que afectan la lucha inmi
grante no van a disiparse, ni tampoco su movimiento va a abandonar las calles.
Estas cuestiones son integrales a toda la clase trabajadora y a las
nacionalidades oprimidas, que han sufrido traiciones económicas,
políticas y sociales bajo los dos partidos capitalistas. Más
temprano que tarde, la base multinacional del movi miento sindical organizado
tendrá que unirse a esta lucha y desarrollar una perspectiva de clase
amplia e independiente.
El TLC y el movimiento sindical
La
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio para América del Norte
(TLC) y la destrucción y caos que ocasionó en México, ha
causado un incremento en el flujo de inmigrantes a través de la frontera
del sur. Al mismo tiempo, los patronos de los Estados Unidos cerraron las
fábricas y se trasladaron al exterior, eliminando así trabajos
bien pagados a tiempo completo y amenazando el poder negociador del movimiento
sindical. Esta tendencia ha ido exacerbándose durante los últimos
14 años.
Hace 14 años, el primer presidente George Bush
firmó el TLC. Para las elecciones del 1992, todavía quedaba ser
aprobado por el Congreso. Bill Clinton se convirtió en el nuevo
presidente. Su prioridad principal fue la de que el Congreso aprobara el TLC. El
empleó todos los trucos políticos y legislativos, incluyendo el
engaño, la demagogia y los sobornos, para que fuera aprobado por ambas
cámaras del Congreso.
Fue reportado por oponentes del TLC,
incluyendo el AFL-CIO que estaba unido todavía, que la
administración de Clinton había agregado a la ley algunos 37
tratos “quid pro quo” y otros proyectos locales no relacionados para
ganar los votos de congresistas indecisos. Entre los banqueros y
multimillonarios aliados de Clinton estaban David Rockefeller y su
títere/mensajero, Henry Kissinger.
Los líderes del AFL-CIO
lucharon en contra del TLC enfocando sus recursos y su membresía hacia el
intento de influenciar el Congreso. Nunca consideraron organizar manifestaciones
masivas y marchas con los aliados de los sindicatos para derrotar esta propuesta
de ley imperialista, ni tampoco reconocieron las tribulaciones de l@s
trabajador@s mexican@s. El TLC pasó con 234 votos a favor contra 200 en
la Cámara de Representantes y 61 a 38 en el Senado. La victoria de la
clase dominante expuso una vez más que el Partido Demócrata y
Clinton no eran amigos de la clase obrera.
El TLC no era un acuerdo de
“libre comercio”. Fue una bonanza para el imperialismo
estadounidense. Los banqueros de los EEUU inundaron México con capital
excedente. Las corporaciones trasladaron sus fábricas al otro lado de la
frontera. Establecieron zonas de “libre comercio”, maquiladoras, en
el lado mexicano de la frontera donde la mano de obra barata fue explotada en el
ensamblaje de partes para crear productos finales. Los productos eran entonces
enviados a través de la frontera, libre de aranceles y cuotas. Las
corporaciones, bancos transnacionales e instituciones financieras se regocijaron
como en una fiesta.
También compraron propiedades esta tales a
precios de ganga y terrenos donde much@s campesin@s habían vivido durante
siglos. Hicieron de México una neocolonia y llamaron a este acuerdo el
intercambio libre entre naciones soberanas. El TLC destruyó la estructura
económica de México al integrarlo al coloso imperial.
Este
tratado inundó a l@s trabajador@s mexican@s y a l@s campesin@s sin tierra
en un mar de pobreza, miseria y desesperanza. Así empezó el
éxodo explosivo de trabajador@s inmigrantes hacia el norte. Se
enfrentaron con la muerte, la represión, el racismo y los perjuicios
contra inmigrantes cuando trataban de buscar trabajo escapando de la calamidad
ocasionada por el TLC.
Millones de inmigrantes han salido a las calles en
el Primero de Mayo para reivindicar sus derechos, apoyad@s por trabajador@s de
todas las partes del mundo que tradicionalmente han marchado el Pri mero de
Mayo. Han echado al lado la retórica de los políticos, de los
medios de comunicación masiva y de los académicos con su presencia
masiva, sus consignas, y sus pies en marcha.
Dos días antes de la
magnífica manifestación del Primero de Mayo, un editorial en el
New York Times titulado “El gigante dormido” reveló el temor
de este portavoz del liberalismo burgués frente al extraordinario
movimiento de inmigrantes. Trató de socavar el apoyo creciente para
quienes salieron de sus trabajos, de las escuelas y boicotearon las plazas
comerciales. El editorial prevenía al movimiento evitar dañar su
“causa digna” al declarar el Primero de Mayo como Un Día sin
Inmigrantes.
A pesar de esto, la suspensión de la actividad
económica el Primero de Mayo fue impresionante. Incluyó
lavanderías, restaurantes, empresas pequeñas y lugares de
construcción. Tyson, Perdue, Cargill y Armour, enormes empresas en la
industria de la carne y avícola, tuvieron que cerrar muchas de sus
instalaciones. Los puestos de mercados de alimentos y flores al por mayor
estaban vacíos. Ese día setenta por ciento de los troqueros de la
Costa Oeste dejaron de manejar.
Muchas de estas industrias están
listas para ser organizadas por los sindicatos, si el movimiento sindicalista
une su propia lucha al movimiento de inmigrantes. Los centros independientes de
trabajador@s que han surgido en torno a la lucha de inmigración
recibirán mucho aliento por el Primero de Mayo.
El NY Times
tenía razón sobre una cosa. El “gigante dormido” se ha
despertado y ese día será histórico. Frederick Engels,
colaborador de Karl Marx, escribió en un prólogo a la cuarta
edición alemana del Manifiesto Comunista, sobre una muestra enorme del
poder de la clase trabajadora el Primero de Mayo en 1890, hace ya más de
un siglo: “Europa y América están revisando sus fuerzas.
Ojalá Marx estuviera aquí conmigo para verlo con sus propios
ojos.”
Todo cambio social, político y económico
profundo es un fuego que se enciende desde abajo. El movimiento inmigrante
encendió ese fuego en el Primero de Mayo.
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