Fracasa la nueva ofensiva de EEUU en Irak
Por Deirdre Griswold
Donald Rumsfeld, Dick Cheney y Condoleeza
Rice buscaron una audiencia propicia y pro militarista a fines de agosto como
plataforma favorable para la cobertura mediática de la intransigencia de
la administración Bush acerca de la guerra en Irak.
Rumsfeld dijo
el 29 de agosto en Salt Lake City en Utah a la convención anual de la
Legión Americana—la más derech ista de las mayores
organizaciones de veteranos—que los críticos de la guerra eran
“unos apaciguadores”. Llamó a los grupos en el Medio Oriente
que resisten la agresión de los Estados Unidos e israelita, un
“nuevo tipo de fascismo.”
Rice, dirigiéndose al mismo
grupo, dijo que Estados Unidos no debe retirarse del Medio Oriente, el cual
está progresando hacia la “democracia,” o las consecuencias
serán “severas.”
‘Las naciones
civilizadas’
Tanto Rumsfeld como Cheney el día anterior
habían llevado mensajes similares a la organización de Veteranos
de Guerras Extranjeras en Reno, Nevada. Y Cheney con tinuó esto con un
viaje a la base aérea Offutt en Nebraska, donde dijo que no debe haber
retirada de las “naciones civilizadas.”
Se cree que él
se refirió a los Estados Unidos y no a Irak, donde cada expresión
física de su civilización milenaria ha sido el blanco para su
destrucción desde la invasión por los Estados
Unidos—comenzando con el robo del famoso museo arqueológico de
Bagdad después de que las tropas del Pentágono ocuparan por
primera vez la ciudad.
Mientras tanto, en Irak la resistencia a la
ocupación se expande y el ejército títere del que Rumsfeld
dice que tomará el puesto de las tropas del Pentágono, ya se
está comenzando a rebelar.
En Diwaniyah, una ciudad a 100 millas al
sur de Bagdad, batallas significativas brotaron el 28 de agosto entre las tropas
títeres respaldadas por ataques aéreos de los Estados Unidos y la
milicia del ejército Mahdi, cuyo líder político es el
clérigo chiíta Moqtada al-Sadr. Tres días antes, el
supuesto ejército iraquí había arrestado a tres importantes
seguidores de Al-Sadr. Esto fue seguido por redadas a las vecindades defendidas
por el ejército Mahdi.
Después de doce horas de intensa
lucha, “si vio muy claro quién había ganado,”
según reportó el periódico Washington Post el 29 de agosto.
La ciudad todavía se encontraba bajo “el control absoluto”
del ejército miliciano Mahdi.
Anteriormente en el mismo mes de
agosto, las tropas estadounidenses e iraquíes habían atacado al
fuerte de al-Sadr en Bagdad, incluso con ataques aéreos sobre las
áreas pobladas. Esto fue un acto tan enteramente criminal de las
fuerzas de la ocupación que hasta Nuri Kamal al-Maliki, el primer
ministro del gobierno títere denunció a los Estados Unidos
diciendo que él no había dado el permiso para los
ataques.
General de EEUU admite rebelión
La ofensiva
desató una rebelión entre las tropas iraquíes en el sur a
las que les habían dicho que serían enviadas a Bagdad para
“restaurar el orden”, admitió el General Brigadier de Estados
Unidos, Dana Pittard en una videoconferencia desde Irak el 28 de agosto. Pittard
supervisa el entrenamiento de las fuerzas iraquíes por los Estados
Unidos.
Pittard dijo que el motín involucró alrededor de 100
soldados basados en la provincia Maysan, fronteriza con
Irán.
“Esta no es la primera vez que soldados iraquíes
han rehusado desplegarse a una zona distante”, escribió el New York
Times el 29 de agosto. “Una gran cantidad de soldados de una unidad
mayormente kurda en el norte de Irak, el Segundo Batallón, Tercera
Brigada de la Segunda División Iraquí, rehusó trasladarse a
Ramadi donde tropas americanas han estado involucradas en una dura batalla para
retomar la ciudad de los insurgentes, notó el General
Pittard”.
El artículo del Times agrega que muchos soldados
iraquíes renunciaron, quedando la fuerza de algunas divisiones tan baja
como en un 35 por ciento.
A pesar de que la terrible pobreza y la alta
tasa de desempleo fuerzan a los jóvenes a inscribirse en el
ejército, la fortaleza de la resistencia y la ira popular contra los
colaboradores de la ocupación fuerzan a muchos a salirse de
él.
El ataque contra la Ciudad Sadr de Bagdad fue parte de la
operación militar más reciente de los EEUU, llamada Juntos
Adelante, que está supuesta a romper la resistencia. El plan suena como
algo prestado de los manuales Nazis de las fuerzas de ocupación durante
la Segunda Guerra Mundial.
“En el plan, las fuerzas americanas e
iraquíes proceden paso a paso por la ciudad, vecindario por vecindario,
en un esfuerzo para sacar a los insurgentes y a las milicias. Una vez que las
zonas están aseguradas, el plan es de entregarlas a la policía
iraquí, que funcionará con consejeros americanos. Se van a gastar
millones de dólares de fondos americanos e iraquíes para restaurar
servicios vitales, crear empleos y, esencialmente, intentar establecer apoyo al
nuevo gobierno de Irak.
“Doce mil tropas adicionales han sido
enviadas a Bagdad para llevar a cabo la operación, 7.000 de las cuales
son americanas. Algunas de las tropas americanas han sido desviadas de otras
partes de Irak. Los soldados iraquíes que han rehusado desplegarse de las
áreas de Maysan iban a ser parte de los refuerzos militares
iraquíes”. (New York Times, 29 de agosto)
Esta ofensiva ya ha
conducido a grandes bajas entre civiles iraquíes y las tropas de todos
los lados.
La intensa campaña propagandística de parte de la
administración de Bush no puede cambiar la realidad: su esfuerzo para
conquistar Irak ha fracasado.
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