Después del ataque en Samarra
Iraquíes culpan intervención de EEUU por la violencia
Por John Catalinotto
Aún nadie ha revelado evidencia
contundente que compruebe quién destruyó el templo en Samarra,
Irak, que ha provocado batallas entre las comunidades sunita y chiíta.
Pero sin importar quién haya encendido la mecha que destruyó la
cúpula dorada, las fuerzas de ocupación lideradas por los Estados
Unidos son las responsables por estos asaltos adicionales contra la
población iraquí.
Desde el 27 de febrero, cinco días
después de la explosión, ninguna organización o estado ha
aceptado públicamente la responsabilidad por el acto. Esto de por
sí, muestra que quien haya sido el que llevó a cabo tal acto, sus
intenciones eran la de culpar a otras fuerzas. Estaba asegurado que tal
destrucción incitaría batallas entre las dos principales
comunidades árabes en Irak, la chiíta y la sunita. Si estas
batallas aumentaran a gran escala, podrían llevar a que Irak se
fragmentase en muchos estados pequeños lo cual haría mucho
más fácil su manipulación por el imperialismo.
El
blogger iraquí Riverbend dijo que Bagdad despertó con la noticia
de que “hombres vestidos con uniformes de la seguridad iraquí
entraron al templo y detonaron los explosivos, dañando el edificio y
dejándolo sin posibilidad de reparación. Varios templos en Bagdad
fueron atacados. Yo creo que lo que tiene a todos muy consternados es el hecho
de que la reacción fue muy ligera, como si se estuviera
esperando.”
Batallas sectarias ocurrieron luego del ataque
reportándose que se realizaron por grupos organizados. Se sospecha de las
brigadas Badr. Estas brigadas son la milicia del Consejo Supremo de la
Revolución Islámica (CSRI), asociada al líder chiíta
Gran Ayatollah Ali Al-Sistani. El CSRI colaboró con las fuerzas
estadounidenses cuando éstas invadieron y profanaron la ciudad santa de
Nayaf para abatir la insurrección liderada por el chiíta Mugtada
al-Sadr.
Desde la provocación en Samarra, los noticieros
capitalistas de los Estados Unidos han presentado los eventos en Irak de tal
manera como para exagerar las diferencias entre las comunidades sunita y
chiíta. Sin embargo es algo informativo y al menos alentador, el conocer
el contraste entre los reportes de la prensa empresarial y los de los
iraquíes tanto dentro como fuera del país que se oponen a la
ocupación por los Estados Unidos. Estos indican que en muchos casos se
han dado manifestaciones después del ataque con miras a forjar unidad
entre los chiítas y sunitas en contra de la
ocupación.
Solidaridad chiíta-sunita
El
analista Dahr Jamail, un periodista que está en contra de la
ocupación quien pasó ocho meses reportando directamente desde
Irak, escribió el 24 de febrero que “los sunitas fueron los
primeros en ir a las manifestaciones de solidaridad con los chiítas en
Samarra, al igual que condenaban los ataques a los templos. Las manifestaciones
de solidaridad entre los sunitas y chiítas se dieron en todo Irak,
incluyendo a Basra, Diwaniyah, Nasiriyah, Kut y Salah al-Din.
“Miles
de chiítas marcharon gritando consignas antiamericanas por toda la Ciudad
de Sadr, la región pobre de chiítas en Bagdad, la cual acoge a
casi la mitad de la población de la ciudad capital. Mientras tanto en la
ciudad de Kut, principalmente chiíta, al sur de Bagdad, miles marcharon
gritando consignas contra América e Israel a la vez que quemaban las
banderas de los Estados Unidos y de Israel.”
Los noticieros turcos
reportaron el 25 de febrero que el clérigo chiíta Moqtada al-Sadr,
“públicamente concertó la paz entre líderes
políticos y religiosos sunitas. Cuatro jefes del movimiento Sadr hicieron
un ‘pacto de honor’ con la conservadora Asocia ción Sunita de
Musulmana Eru ditos haciendo un llamado a ponerle fin a los ataques contra los
templos, al derrama miento de sangre y condenaron cual quier acto que lleve a la
sedición. La reunión también anunció la
formación de una comisión para ‘determinar las razones de
las crisis con vista a resolverlas,’ a la vez que hicier on un llamado
para el retiro de las tropas estadounidenses.”
Moqtada al-Sadr
ordenó a su ejército Mehdi que no usara más sus uniformes
negros, por miedo a que otros estuvieran disfrazándose como fuerzas Mehdi
para provocar confrontaciones armadas entre chiítas y sunitas. A pesar de
que al-Sadr se unió en un bloque electoral con las fuerzas reaccionarias
CSRI y al-Dawa, las cuales han apoyado la ocupación y se considera que
están alineadas a los chiítas en Irán, muchos en la
resistencia ven al Ejército Mehdi como al que entre todas las
agrupaciones en la comunidad chiíta, sea el que más probablemente
se una a los grupos mayoritarios sunitas que están ahora luchando contra
la ocupación.
Además de intentar evitar una guerra civil,
fuerzas dentro de las comunidades chiítas y sunitas en Irak se
están uniendo para rechazar la indeseada y dolorosa ocupación
imperialista.
Sami Ramadani, un iraquí exiliado en Bretaña,
escribió el 24 de febrero en el periódico British Guardian:
“No han sido los símbolos religiosos sunitas en contra de los
cuales cientos de miles de manifestantes protestan, sino las banderas de los
EEUU. La consigna que los unió el miércoles fue: ‘No a
América, no al terrorismo’.
“Los clérigos
más escuchados por los militantes jóvenes inmediatamente culparon
a la ocupación por el atentado. Estos incluyeron a Moqtada al-Sadr,
Nasrallah, líder del Hizbulah en el Líbano; Ayatolah Khalisi,
líder de la Congreso de Fundación Nacional Iraquí; y el
Gran Ayatolah Khamenei, el líder espiritual de Irán”.
Khamenei culpó a los servicios de inteligencia de los EEUU e
Israel.
“Junto al Gran Ayatolah Sistani”, siguió
Ramadani, “ellos además lo declararon un ‘pecado’ grave
el atacar a los sunitas, como también lo declararon todos los
clérigos sunitas sobre los ataques contra los chiítas. Fue
reportado por la BBC que Sadr hizo un llamado a vengarse contra los
sunitas—de hecho, Sadr dijo ‘ningún sunita haría
esto’ [bombardear el templo] e hizo un llamado a vengarse contra la
ocupación”.
¿Dividir a Irak en tres
partes?
La responsabilidad legal de Washington de proteger el templo
fue claramente expuesta en una declaración del Tribunal Bertrand Russell
que dijo: “La destrucción de la mezquita Al-Askari en Samarra, Irak
representa otra violación más de las obligaciones que una fuerza
de ocupación militar tiene bajo las leyes humanitarias
internacionales”. Estos reglas sobre la guerra y la ocupación
fueron precisadas en las convenciones firmadas en la Haya y en Ginebra hace
más de 50 años.
La responsabilidad del imperialismo
estadounidense, sin embargo, va mucho más allá de la
violación de estas reglas. La administración de Bush
concientemente publicó mentiras en el intento de justificar la
invasión ilegal de Irak. Luego, EEUU erigió un régimen de
ocupación para apoderarse del petróleo iraquí y establecer
bases militares permanentes y un centro de operaciones para controlar el Medio
Oriente y el Asia Central.
En abril del 2003, cuando el Secretario de
Defensa Donald Rumsfeld todavía creía que podía forzar a
todo Irak aceptar los planes de EEUU a través de una guerra de
“sacudida y terror”, los líderes de los EEUU podían
haber creído que era posible esta blecer un gobierno títere,
débil y sumiso en Irak. A los pocos meses de la ocupación de
Bagdad por el Pentágono, sin embargo, la resistencia iraquí
dejó claro que la ocupación de los EEUU no sería
fácil.
Washington contempló otras
estrategias
Para noviembre del 2003, los comités de expertos
estadounidenses ya propon ían que Irak se dividiera en tres partes.
Leslie H. Gelb, presidente emérito del poderoso Consejo sobre Relaciones
Extran jeras escribió, “La única estrategia viable,
entonces, puede ser la de corregir al defecto histórico [de Irak] y
moverse en etapas hacia una solución de tres estados: kurdos en el norte,
sunitas en el centro, y chiítas en el sur”. (New York Times del 25
de noviembre de 2003)
A finales del 2004, la corporación Rand
realizó un estudio para la Fuerza Aérea de los EEUU. Una de las
metas principales del estudio era la de “identificar las divisiones claves
y descubrir las líneas vulnerables sectarias, étnicas, regionales
y nacionales y evaluar como éstas divisiones pueden generar
desafíos y oportunidades para los Estados Unidos”.
La
Constitución de Irak, escrita por los Estados Unidos, y todas las reglas
para seleccionar representantes en las elecciones iraquíes,
incluían elementos de esta fragmentación en tres partes. Esta
fragmentación institucional fomentó conflictos entre comunidades,
aún cuando estas diferencias no eran consideradas significativas en el
pasado.
El provocar una guerra civil entre las comunidades en Irak es una
acción peligrosa para los EEUU, pero la creciente fuerza de la
resistencia ha puesto a los imperialistas en una situación desesperada.
Hay evidencia de que los EEUU ya está usando la llamada
“opción salvadoreña”, la cuál quiere decir, que
EEUU está estableciendo escuadrones de la muerte en Irak para conducir
una guerra secreta contra cualquier persona que se oponga a la
ocupación.
Cientos de científicos y académicos
iraquíes han sido asesinados misteriosamente. Como el periodista Robert
Fisk escribió el 14 de julio, 2004, en el periódico
británico The Independent, “Las autoridades universitarias
sospechan que hay una campaña cuya meta es despojar a Irak de sus
académicos para acabar con la herencia cultural de Irak, la cuál
empezó cuando América entró a Bagdad.”
John
Pace, un oficial de la ONU que salió de Irak a mediados de febrero, le
dijo al Independent (27 de febrero) que “muchos de los asesinatos fueron
ejecutados . . . bajo el mando del Ministerio del Interior” del gobierno
títere respaldado por los EEUU.
Hay elementos en la resistencia
iraquí, por ejemplo en el Partido Baath, que se oponen y atacan la
intervención de cual quier elemento iraní en Irak, ya sea de
grupos pro-Irán como las Brigadas Badr o de agentes iraníes. A su
vez, grupos pro-iraníes atacan el papel de los Baathistas en la
resistencia.
Esta hostilidad viene en su mayor parte por la guerra entre
Irak e Irán de 1980-1988, dos naciones capitalistas oprimidas por el
imperialismo. EEUU pudo manipular sus antagonismos para debilitar y atrasar
ambos países Medio Orientales. Los pueblos de Irak e Irán tienen
interés en vencer esta hostilidad para poder combatir mejor la amenaza
directa del imperialismo que ambos enfrentan hoy.
Los aliados de los EEUU
en la región, especialmente los británicos, tienen su propia
experiencia utilizando la norma de “dividir para dominar” contra las
naciones colonizadas. Los británicos fomentaron hostilidades para incitar
la partición de la India colonial en India y Pakistán en 1948. En
el norte de Irlanda, los colonialistas británicos provocaron violencia
sectaria para justificar su ocupación y represión de la comunidad
mayormente católica que apoyaba la liberación del dominio bri
tánico. Los imperialistas estado unidenses y europeos usaron las
diferencias entre los pueblos de Yugoslavia para fragmentar esa república
federal socialista en media docena de mini-estados que pueden así ser
gobernados más fácilmente.
Y además, la
política del gobierno de Israel siempre ha tenido el objetivo de
debilitar Irak dividiendo ese país en tres partes y/o dejarlo
completamente ingobernable.
La ocupación estadounidense ha
traído muerte y destrucción a Irak y no ha podido establecer una
sociedad que funcione. Cada vez más gente en los EEUU está
consciente de ese fracaso y del horrible costo de la guerra.
Una encuesta
hecha por Zogby Inter nacional/Le Moyne College, publicada el 28 de febrero,
encontró que el 72 por ciento de las tropas estadounidenses dice que EEUU
debe retirarse dentro de 12 meses, incluyendo un 29 por ciento que dijo que EEUU
debe retirarse inmediatamente. Una encuesta hecha por la CBS News reportó
que solamente un 30 por ciento de la población que respondió
aprobaba la política de Bush en Irak.
Ya es más que tiempo
para movilizar ese sentimiento popular y obligar a los EEUU a que termine su
ocupación de Irak.
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