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El Líbano

Dos millones se manifiestan en Beirut exigiendo salida de títeres

Por Bill Cecil
Beirut, Líbano

Vinieron a pie, en motocicletas, o apiñad@s en carros, autobuses y micro—buses. Mujeres y hombres, en su mayoría jóvenes, algun@s con sus niñ@s. Llegaron desde el sur, del este y del norte, de todas partes excepto por el mar. Inundaron el centro de Beirut hasta que el parlamento fue rodeado por un mar de banderas libanesas.

A las 3 de la tarde del viernes 1º de diciembre ya casi la mitad del Líbano estaba allí. Dos millones de voces gritaban al unísono “América fuera del Líbano” y “Queremos un gobierno libre.” El sábado y el domingo salieron de nuevo. Hoy decenas de miles todavía permanecen bajo gigantescas carpas en las afueras del parlamento. Prometieron permanecer allí hasta que el gobierno pro-estadounidense de Fuad Siniora renuncie.

La noche del domingo 3 de diciembre, las fuerzas de los ricos y poderosos atacaron cobardemente. Dos manifestantes fueron heridos de muerte en una emboscada mientras viajaban por un vecindario derechista en camino a sus casas después de la protesta. Otros más resultaron heridos.

Soldados fuertemente armados rodeaban los edificios gubernamentales y patrullaban las calles. Pero el pueblo piensa que tiene la simpatía de los soldados y que el primer ministro teme ordenar al ejército a que detenga las protestas.

La gente respondió con sólo 27 horas de aviso, después de un llamado televisivo por Sayid Hassan Nasrullah el 30 de noviembre. Sayid Hassan es el secretario general de Hizbolá, uno de los muchos partidos que compone la Alianza del 8 de Marzo, la oposición democrática del Líbano.

El Hizbolá tiene su base en la comunidad chiíta, la más grande y pobre del Líbano. Pero es popular entre todas las comunidades libanesas porque el verano pasado repelió los ataques de Israel mientras que el régimen de Siniora no hizo nada.

La gran mayoría de l@s que asistió a la protesta fue chiíta. Llegaron de Dahiye, los empobrecidos suburbios del sur de Beirut, y de villas destrozadas por la guerra en el sur y también del valle Bekaa. Much@s perdieron seres queridos el verano pasado cuando las bombas y proyectiles israelitas hechos en Estados Unidos llovieron sobre sus hogares. Much@s tomaron las armas en contra de la maquinaria guerrerista de Israel/EEUU.

Pero también se les unieron cientos de miles de cristianos del este de Beirut y de las montañas del norte. Y también musulmanes sunitas, druse y armenios. También llegaron palestinos que han estado en el exilio en el Líbano por el sistema del apartheid israelita al igual que “trabajadores visitantes” de Siria, Jordania y Egipto.

Todos expresaron sus deseos comunes en sus conversaciones con personas de los Estados Unidos: Fin a las políticas económicas dictadas por Wall Street. Fin a la creciente división entre la riqueza y la pobreza. Fin al terror israelita financiado por los Estados Unidos. Un Líbano y un mundo árabe libre de la dominación política y económica de los Estados Unidos.

Much@s se identificaron con la lucha global en contra del poder imperial de los

EEUU. Una mujer mayor que llevaba una bufanda hejab cubriendo su cabeza, ondeaba una gigantesca bandera venezolana. Un hombre joven llevaba una enorme bandera palestina.

Tanto como en Palestina, Irak y en el Norte de Irlanda, los medios de comunicación corporativos intentan dibujar lo que está pasando aquí como una riña sobre la religión. Pero en el fondo es una lucha de clases.

Por un lado está la coalición dominante del 14 de Marzo, que representa el poder de una élite privilegiada y occidentalizada. Su control está basado en un sistema de divisiones sectarias dejadas por la antigua dominación colonial de Francia. Está sostenida artificialmente por los EEUU, Francia, Israel y Arabia Saudita.

Por otro lado está la alianza del 8 de Marzo, la cual tiene el apoyo de l@s pobres y l@s explotad@s del Líbano, quienes sufren más por las políticas económicas de Siniora dictadas por los EEUU y por los misiles israelitas hechos en los Estados Unidos. Incluye a los partidos chiítas Hizbolá y Amal, a los Partidos Movimiento Patriótico Libre y Marada que están primordialmente basados en la comunidad cristiana, al Partido Demócrata liderado por los Druses, al Partido Comunista Libanés y al Partido del Pueblo de Siria.

“¡Ven a ver! Este es el verdadero nuevo Medio Oriente”, dijo Husein Huseini, un mecánico de motocicletas de Dahiye, suburbio al sur de Beirut. “Esto no es el Medio Oriente de George Bush o Condoleezza Rice. Este es el Medio Oriente popular. Todos estamos aquí juntos —chiítas, sunitas, católicos, ortodoxos, druses, armenios. Pero Bush cree que él puede dominarnos. ¡Pero esto será el fin de su sueño”!

“Yo soy sunita”, dijo Khidr, un estudiante de 24 años. “Mi padre es un musulmán sunita, mi madre es drusa. Los dos están hoy aquí conmigo. Todos nosotros amamos a Hizbolá. No porque derrotó a Israel, sino porque ayuda a los pobres, construye escuelas y hospitales”.

“Yo quiero que caiga este gobierno”, dijo Tariq, de 16 años original del Sur del Líbano. El huyó de su hogar el verano pasado para escapar de las bombas de Israel. “Está controlado por los EEUU e Israel. Queremos un gobierno que represente al pueblo del Líbano —a todo el pueblo, no solamente a unos pocos”.

Ahmed N. se crió en Michigan, donde trabajaba como chofer. Regresó al Líbano este año para ayudar a su familia. “No se puede creer cuán pobre es la gente aquí”, dijo. “Familias enteras subsisten en 200 liras por día [$US 0.13] y como en los EEUU, hay unos pocos capitalistas que lo tienen todo”.

La gente se rió por las afirmaciones del régimen de Bush que Hizbolá es una organización “terrorista” y que está controlada por Siria e Irán. “Mira a todas estas personas”, dijo Yusuf, quien trabaja por las noches como guardia de seguridad. Gana $50 a la semana con precios tan altos como en Nueva York. “¿Son terroristas tod@s ell@s? ¿Son sirios e iraníes? No, este es el verdadero pueblo del Líbano. Estamos aquí porque no encontramos empleos decentes; ya no podemos costear la vida en nuestro propio país”.

“Pero no tenemos nada en contra de Siria o Irán. Son nuestros vecinos; queremos ser sus amigos. No nos están atacando. Son los Estados Unidos e Israel quienes nos atacan.” Una y otra vez, la gente subrayó la diferencia entre el pueblo estadounidense y su gobierno.

“Tengo un mensaje para el pueblo de los Estados Unidos,” dijo Fátima Al Kubaisi, una madre del Dahye cuya casa fue destruida durante el bombardeo. Ella vivió un año en Michigan. “Oigan lo que nosotr@s mism@s decimos, no lo que dice CNN sobre nosotr@s. Y entérense de lo que su gobierno hace aquí en el Líbano y en Irak y en Palestina, donde están matando a los niños. Y también dentro de los Estados Unidos, lo que están haciendo a la gente negra y también a la gente blanca. Y queremos que ustedes hagan un cambio en su país.”


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