Los guerreristas invasores discuten qué hacer
Por Fred Goldstein
En marzo de 2003 la administración de
Bush dio al Pentágono una misión imposible—colonizar a Irak.
Casi tres años des pués, frente a la campaña sostenida de
la resistencia iraquí y la creciente oposición aquí en
EEUU, esa misión ha pasado de ser un atolladero a convertirse en una
crisis.
La constante oleada de contratiempos está forzando al alto
mando militar a demandar cambios en la política. Pero los comandantes
responsables de la guerra no han logrado una audiencia con la camarilla de
Bush-Cheney-Rumsfeld. Y se han encontrado forzados a llevar sus batallas a las
cámaras del Congreso.
En el episodio más reciente de esta
batalla, el famoso militarista y amigo del Pentágono, Jack Murtha, un
Demócrata de Pennsylvania, causó una tormenta en el Congreso
cuando introdujo una resolución en la Cámara de Representantes
pidiendo que los EEUU salgan de Irak “tan pronto como sea posible”,
en aproximadamente seis meses. Él llamó a un “cambio del
frente” de la Infantería de Marina hacia “más
allá del horizonte” donde estarían listos para intervenir, y
básicamente demandó que las fuerzas títeres de Irak
asumieran el mando.
Durante una conferencia de prensa el 17 de noviembre y
durante el debate producido por su resolución ese mismo día,
Murtha hizo unos comentarios claros explicando su posición. “Ha
llegado la hora de devolver las tropas a casa”, declaró.
“Nuestras tropas se han vuelto en el blanco principal de la insurgencia.
Ellos están unidos en contra de las fuerzas de los EEUU y nos hemos
vuelto en el catalizador de la violencia.
“El futuro de nuestras
fuerzas militares está en riesgo”, Murtha dijo durante la
conferencia de prensa. “Nuestras fuerzas militares y sus familias
están demasiado extendidas. Muchos dicen que el ejército
está deshecho. Algunas de nuestras tropas están en su tercer
despliegue.
Durante el debate en el Congreso él explicó que
el comandante en Irak le había dicho que “cada convoy es
atacado”. Murtha agregó, “Dicen que no tienen tropas
suficientes”.
Murtha dijo que no pueden conseguir más tropas.
“Las fuerzas militares no están llenando sus cuotas, a pesar de que
han disminuido las cuotas”. La única solución sería
el reclutamiento obligatorio. Pero esto “es imposible”.
Murtha
tiene la posición clave de Demó crata de mayor rango en el Sub
comité de Apropiaciones Militares del Comité de Apropiaciones de
la Cámara de Repre sentantes. Él ha sido líder de ese subco
mité por décadas. Trabajó con Dick Cheney cuando Cheney era
el Secretario de Defensa durante la Guerra del Golfo de 1991.
Murtha:
instrumento del Pentágono
“Conocido como amigo y defensor
de los oficiales en el Pentágono y en la zona de guerra”,
expresó un reporte de Prensa Asociada del 17 de noviembre, “se cree
ampliamente en el Congreso, que Murtha habla con frecuencia por los uniformados
y puede ser que esté repitiendo lo que los comandantes estadounidenses en
el campo y en el Pentágono están diciendo en privado sobre el
conflicto.
“Varias veces al año, Murtha viaja a Irak para
evaluar la guerra y con frecuencia visita a las topas heridas en hospitales en
los EEUU. Y a veces llama por teléfono a los generales para obtener sus
opiniones de primera mano”
Mientras que Murtha se conmovió
sobre las bajas estadounidenses, nunca derramó una lágrima y ni
siquiera mencionó l@s 100.000 iraquíes muert@s y l@s miles y miles
de herid@s o víctimas en otras formas de las fuerzas de ocupación
de los EEUU. Su preocupación principal era la condición de las
fuerzas militares de los EEUU.
Como amigo del Pentágono, él
también refleja el pensamiento de dominación mundial de los
militaristas. Él dijo que Irak amenaza con drenar los recursos de
“programas que aseguran nuestra dominación militar”. (Time
Magazine, 28 de noviembre)
En el programa News Hour con Jim Lehrer de la
cadena PBS, Murtha se mostraba preocupado porque “más
adelante” los EEUU tendrán que tratar con China y “hemos
comprado solamente cuatro o cinco barcos este año”.
Tres
días antes de la resolución de Murtha, el Senado aprobó una
resolución de John Warner diciendo a la administración de Bush que
debe reportar cuatro veces al año sobre el progreso en la guerra y que
debía presionar a los iraquíes para que tomen responsabilidad de
la acción militar en el año 2006. Esta fue una resolución
básicamente floja. Pero denota que existe un sentimiento creciente de
derrota en la clase dominante y frustración en los militares.
La
Fuerzas Armadas se fraccionan
Hay entre los altos rangos militares
quienes quieren amenazar con sacar cantidades significativas de tropas para
presionar a sus títeres a que abandonen sus diferencias internas y forjen
un régimen cohesivo que se oponga a la resistencia contra la
ocupación y para hacer que las tropas títeres combatan más
fuertemente. Warner, un militarista experimentado, ex secretario de la Marina y
Jefe del Comité de las Fuerzas Armadas, habla a nombre de este
grupo.
Algunos quieren más tropas, como reveló la revista
Time en su número del 28 de noviembre de 2005. “Si el jefe
republicano del Comité de las Fuerzas Armadas quiere obtener una segunda
opinión sobre cómo va la guerra, ¿qué hace? Él
le pregunta al Pentágono, pero esta vez no a la comandancia”. En lo
que la revista llamó “una sesión poco usual de puertas
cerradas en el capitolio la semana pasada”, Warmer, Carl Levin de Michigan
y Mark Dayton de Minnesota se sentaron en una mesa al frente de 10 oficiales
militares escogidos por su experiencia en el campo de batalla, no en la arena
política”. Eran comandantes de batallones.
Los comandantes
“dijeron que no solamente necesitaban más tropas sino que las
habían pedido” tan recientemente como en agosto de 2005 “pero
fueron absolutamente rechazados”.
Esta agrupación está
representada por John McCain, quien recientemente pidió 10.000 tropas
más. McCain votó en contra de la resolución de Warner de
convertir el año 2006 en un año de pasar la comandancia a las
tropas títeres.
Uniéndose a Murtha y a la facción que
aboga por la retirada rápida está el Teniente General William Odom
(jub.), ex jefe de la Agencia de Seguridad Nacional bajo Ronald Reagan. Odom
quiere salir inmediatamente para así reparar las alianzas del
imperialismo estadounidense con el imperialismo europeo y japonés. Quiere
establecer una dominación conjunta de todo el Medio Oriente—es
decir, quiere compartir algo del poder con los rivales de Washington.
Es
importante destacar que los actores claves que están empujando los
debates sobre la estrategia en Irak son aliados de los militares. El hecho es
que militaristas como McCain, Warner y Murtha tienen que tomar acción
antes de que el Congreso descubra su fuerza y pase una resolución
aún hipócrita sobre la guerra. Es requerido el permiso de
algún sector militar para hacer eso.
Bajo la presión de la
resistencia iraquí, la comandancia militar se está dividiendo en
varias fracciones que debaten qué hacer sobre su crisis en Irak. Lo
más importante en este debate actual es que se trata de cómo salir
de una crisis con el menor daño. Nadie ha sugerido alguna propuesta sobre
cómo ganar la guerra. Todos menos Bush, Cheney y Rumsfeld han abandonado
lo que Murtha llamó “una ilusión”.
En el debate
actual entre las distintas fracciones, un lado asevera que si se queda el
ejército estadounidense, estaría inflamando a la resistencia,
portándose como una fuerza de ocupación y uniendo al país
en contra de las fuerzas estadounidenses. Si se fueran, liberarían al
ejército de esta imposible y sostenida situación.
El otro
lado dice que si se retiran los Estados Unidos, significaría una victoria
para la resistencia, una humillación para los Estados Unidos—es
decir para el imperialismo estadounidense—y animaría a la
resistencia mundial.
La contradicción sin solución que se ha
creado para la clase dominante estadounidense y su ejército es que los
dos lados del debate tienen razón.
El modelo de
“vietnamización” no servirá en Irak
Eso es
lo que pasa cuando un poder imperialista está perdiendo inalterablemente
una guerra colonialista. Eso es lo que resulta al tratar de recolonizar a un
pueblo que sufrió del colonialismo británico pero se
levantó y echó a sus opresores. Cuando el pueblo iraquí
echó a los colonialistas británicos en 1958, se apoderó de
su petróleo y de su país. Irak se embarcó en un camino de
desarrollo científico, educativo, económico y social como
país independiente del imperialismo.
Los iraquíes no quieren
que las compañías de petróleo estadounidenses les quiten su
petróleo. No quieren que el Pentágono establezca bases militares
para amenazar a la región. No quieren privatizar su país y
entregarlo a corporaciones transnacionales. Y no quieren un gobierno
títere. Han vivido bajo la opresión imperia lista y no quieren
volver a esas condiciones.
Todas las fracciones en el ejército
estadounidense y la clase dominante están contando con la llamada
“Iraquización” de la guerra. Es una página sacada de
la Guerra de Vietnam. Nixon finalmente tuvo que terminar el reclutamiento
forzado y “Vietnamizar” la guerra—lo cuál
significó financiar, aprovisionar, y aconsejar a las tropas
títeres en un vano esfuerzo de parar a los vietnamitas quienes ya
habían derrocado a los dos colonialistas previos, los franceses y los
japoneses, de tomar el control de su país.
Es importante destacar
que antes de que John Warner presentara su resolución que propone hacer
del 2006 el año de la “Iraquización” de la
guerra—aunque no la llamó así—él tuvo varias
reuniones con Melvin Laird, de 83 años, quien había sido el
Ministro de Defensa bajo Nixon, y había trazado la llamada estrategia
“Vietnam ización” en 1973. Laird recientemente ha escrito
extensos artículos que tratan de persuadir al Pentágono a que
adopte una estrategia similar a la suya.
Pero aunque la
Vietnamización estuvo acompañada por crueles bombardeos
estadounidense y miles de comandantes estadounidenses se quedaron en el
país, ésta falló.
Y fallará en Irak.
Lo
que en realidad es la cuestión, es el desarrollo fundamental de la lucha
por la liberación nacional, la cuál comenzó en las regiones
oprimidas del mundo, especialmente en Asia, inmediatamente después de la
Segunda Guerra Mundial.
El hecho histórico es que el imperialismo
estadounidense ha promulgado guerras para tratar de conquistar territorio en
Asia. En el norte de Asia trató de conquistar toda Corea y fue derrotado
por fuerzas socialistas y anti-colonialistas. En el sureste de Asia trató
de conquistar Vietnam, Laos y Camboya y otra vez fue derrotado por fuerzas
socialistas y anti-colonialistas. Está luchando en el Asia Central para
conquistar Afganistán y está perdiendo. Está luchando en
Asia del Oeste—el Medio Oriente—para conquistar Irak. Y ya ha sido
derrotado.
El imperialismo estadounidense, el centro del capitalismo
mundial, la producción y la explotación mundial, siempre ha
pensado que su destino está ligado a la dominación del gran
territorio, rico en recursos naturales y población, de Asia. Ha visto
este enorme territorio como el terreno histórico para la expansión
de la explotación y el saqueo necesario para su existencia.
Ninguna
estrategia militar en Irak, ni en cualquier otra parte del mundo va a cambiar el
hecho de que los pueblos del mundo anteriormente oprimidos van a resistir ser
forzados de nuevo a llevar el yugo del imperialismo. El pueblo trabajador y
oprimido en los Estados Unidos ya está desilusionándose y
resistiendo matar y ser matado en este esfuerzo fútil y reaccionario de
dominar al mundo por aquellos que los oprimen y explotan también.
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