Durante la jornada del 15 de noviembre, el mundo estuvo a punto de sufrir una rápida escalada de la guerra por delegación de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia en Ucrania. Sin embargo, pronto los representantes del gobierno de Estados Unidos hicieron declaraciones que lo alejaron del borde. Por ahora. Los acontecimientos recordaron algunos de los momentos más tensos de la Guerra Fría del siglo XX.
En la tarde de ese día, hora de Varsovia, un misil cayó en territorio polaco cerca de la frontera con Ucrania. El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, acusó inmediatamente a Rusia de haber lanzado el misil que cayó en Polonia. Su ministro de Asuntos Exteriores exigió una cumbre de la OTAN con la participación de Ucrania y pidió a los países de la OTAN aviones de guerra modernos y sistemas de defensa aérea.
Moscú negó haber lanzado el misil, pero durante gran parte del día los medios de comunicación corporativos de Europa ignoraron este desmentido y repitieron la falsa noticia de que Rusia había atacado con misiles el territorio polaco.
Dado que los miembros de la OTAN, según el tratado, tienen la responsabilidad de defender a cualquier otro miembro de la OTAN que sea atacado, las consecuencias de aceptar las acusaciones de Zelensky como ciertas serían graves. Los miembros de la OTAN estarían obligados a ayudar a Polonia contra Rusia.
El presidente de Polonia, Andrzej Duda, declaró entonces que creía que el impacto del misil había sido un accidente. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lo confirmó desde Bali (Indonesia), donde, paralelamente a la conferencia del G20, acababa de mantener una reunión con el presidente chino, Xi Jinping.
El gobierno de Biden, incluidos algunos de los principales generales, no tardó en dejar claro que no tenían pruebas de que fuera un misil ruso. Por el contrario, tenían pruebas de que el misil era un misil antiaéreo lanzado por las fuerzas armadas de Kiev que aparentemente se extravió. En una conferencia de prensa celebrada posteriormente en Arlington (Virginia), el jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, confirmaron esa valoración.
En esa misma conferencia de prensa, el general Milley advirtió a Kiev que era poco probable que pudieran expulsar a Rusia de Ucrania por completo. Austin, que a principios de este año pidió que se agotara a Rusia con la guerra de Ucrania, dijo expresamente que no comentaría lo que era posible. Su aparente desacuerdo es una advertencia para los pueblos del mundo de que no pueden contar con el gobierno de Estados Unidos para evitar una escalada de este tipo en el futuro.
Tanto más importante es prestar atención a esa advertencia y movilizar las fuerzas populares y de la clase obrera contra la continua participación de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN en la guerra. Estos belicistas imperialistas están utilizando a los ucranianos como carne de cañón en una guerra por delegación contra Rusia. Y están atacando el nivel de vida de los trabajadores en casa mientras imponen sanciones a Rusia.
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