En todo el mundo, miles de millones de personas están sufriendo pérdidas increíbles como consecuencia de la incapacidad y la negativa del capitalismo a abordar seriamente la pandemia del COVID-19. 

Millones han perdido la vida o a sus seres queridos. Las familias se han quedado sin casa. Los trabajadores se han visto obligados a elegir entre arriesgar su salud en trabajos de salario mínimo o alimentar a sus familias, con una inflación que aumenta constantemente el costo de los alimentos y otras necesidades básicas.

La carga ha sido más pesada en el Sur Global, en las personas de color, en las personas con discapacidad, en los trabajadores de la economía informal y en las mujeres, muchas de las cuales se vieron obligadas a dejar sus trabajos por falta de guarderías y otras ayudas esenciales.

Sin embargo, para 10 hombres blancos, la pandemia ha traído beneficios inesperados de proporciones épicas. Su riqueza colectiva se ha duplicado con creces durante la pandemia de COVID-19, aumentando a 1,5 billones de dólares. Mientras que la desigualdad, exacerbada por la pandemia, provoca la muerte de al menos 21.000 personas al día en todo el mundo -aproximadamente una persona cada cuatro segundos-, estos ultramillonarios se enriquecen colectivamente en 1.200 millones de dólares cada día que pasa.

Estas estadísticas fueron publicadas en un informe de Oxfam Internacional a principios de enero. “Los multimillonarios han tenido una pandemia tremenda”, declaró la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Gabriela Bucher. “Los bancos centrales inyectaron billones [millones de millones] de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero gran parte de esa cantidad ha acabado llenando los bolsillos de los multimillonarios que se han beneficiado del boom bursátil”.

Según Oxfam -y coincidimos plenamente: “Un sistema económico que permite a un puñado de individuos amasar tan vastas fortunas, mientras miles de millones pasan hambre y carecen de atención médica adecuada durante una pandemia, es un acto manifiesto de violencia económica dirigido a enormes franjas de la humanidad”.

Donde diferimos de Oxfam es en la solución.

Oxfam pide un “impuesto sobre la riqueza” como forma de redistribuirla. Aunque esto no tiene nada de malo, no aborda el problema sistémico. Los supermillonarios harán lo que siempre hacen: trasladar los costes de los impuestos más altos a los consumidores a través de aumentos de precios y a los trabajadores a través de la disminución de salarios y beneficios.

La riqueza de estos diez Presidenes Ejecutivos (CEO)-Jeff Bezos (Amazon), Elon Musk (Tesla), Bill Gates (Microsoft), Larry Page (Google), Sergey Brin (Google), Mark Zuckerberg (Facebook), Steve Ballmer (Microsoft), Warren Buffet (Berkshire Hathaway), Larry Ellison (Oracle) y el empresario francés Bernard Arnault- no se basó en su evasión fiscal, aunque contribuyó.

La verdadera fuente de su riqueza proviene de su superexplotación del trabajo colectivo de sus trabajadores. Es muy poco probable que Jeff Bezos haya levantado alguna vez una caja pesada en uno de sus almacenes de Amazon en competencia con un robot. O que Elon Musk haya trabajado alguna vez en una cadena de montaje de Tesla. Sin embargo, ambos se han hecho superricos explotando la mano de obra de los trabajadores que realizan estos trabajos.

¡Recuperar la riqueza que hemos producido!

La redistribución de la riqueza sólo se produce cuando los trabajadores organizados recuperan la riqueza que han creado colectivamente, la riqueza que les ha robado la patronal. Aunque un impuesto sobre la riqueza debería seguir sobre la mesa, la firma por parte del presidente Joe Biden de una orden ejecutiva para aprobar la Ley de Protección del Derecho de Sindicación iría mucho más lejos a la hora de abordar la desigualdad de ingresos.

La solución que se necesita ahora mismo es un amplio e intenso apoyo a los esfuerzos de sindicalización de los trabajadores de Amazon, Starbucks y muchas otras empresas, grandes y pequeñas. 

Los trabajadores tienen que exigir asistencia sanitaria gratuita; la cancelación de la deuda de los préstamos estudiantiles; un salario mínimo universal, global y digno; el derecho garantizado a la sindicalización; y mucho más. Workers World/Mundo Obrero apoya las luchas por todas estas demandas tradicionales.

Pero para abordar verdaderamente la desigualdad de ingresos, nuestra lucha debe ser por el socialismo, bajo el cual los medios de producción son de propiedad colectiva de los trabajadores y los oprimidos – donde estos CEOs super-ricos realmente tendrían que hacer un día de trabajo honesto por una vez en sus vidas.

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