No a la OTAN y a la Quad
Los primeros 100 días del gobierno de Joe Biden han recibido la mayor publicidad por sus $2 billones de dólares para el alivio de COVID-19 y otra propuesta de 2 billones de dólares para infraestructura. El proyecto de ley de infraestructuras -supuestamente financiado con impuestos a los más ricos 1%- aún no ha sido aprobado. Algunos lo llaman el programa social más amplio desde la Gran Sociedad de Lyndon Baines Johnson.
LBJ, recordamos aquí, escribió su historia menos con su Gran Sociedad que con su escalada de la guerra de Estados Unidos en contra de Vietnam. Esta escalada creó miseria en Indochina, llevó a Johnson a retirarse anticipadamente y, finalmente, a una ignominiosa derrota del imperialismo estadounidense.
También Biden propone infraestructuras pero provoca conflictos en todo el mundo. Ahora mismo -primavera de 2021- las principales maniobras militares tienen como objetivo a Rusia y China.
Los aliados imperialistas europeos de Washington dieron la bienvenida al régimen de Biden. El nuevo presidente de Estados Unidos parecía más dispuesto a dar a estos aliados de la OTAN -Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, etc.- una parte más razonable de la riqueza saqueada al resto del mundo. Y menos críticas socarronas. En público, al menos.
Ahora las maniobras “Defender Europa” de la OTAN cuentan con 28.000 tropas de Estados Unidos y 25 aliados y socios de la OTAN bajo la dirección del Pentágono que extienden COVID-19 por Europa mientras amenazan a Rusia. (Véase el artículo de WW, tinyurl.com/ysytfa84)
Al otro lado del globo, la Marina de Estados Unidos surcará las aguas del Mar de China Meridional y Oriental a partir del 11 de mayo en alianza con sus compañeros de explotación de Australia, Japón e India -a los que se unirá este año por primera vez la Marina francesa.
Como tiene cuatro miembros, llamaron a esta alianza “el Quad”, como en cuadrilátero. Con la incorporación de Francia, ahora la llaman Quad+1, aunque parece que la adhesión de Francia sigue siendo condicional.
La Quad dirige su energía y sus buques de guerra contra China, bajo la dirección del imperialismo estadounidense. Todos ellos tienen amplias relaciones económicas con China. Aunque la Cuarta no ha alcanzado todavía el nivel de una OTAN asiática, la participación del imperialismo francés muestra su potencial.
El colonialismo francés se adueno de Indochina durante un siglo hasta la ignominiosa derrota de los gobernantes franceses en 1954 en la batalla de Dien Bien Phu en Vietnam. Hay que preguntarse si el actual régimen francés sueña con un regreso, esta vez subordinado a Washington. Es un sueño que puede convertirse rápidamente en una pesadilla. Los estrategas del imperialismo japonés, que en su día ocupó China, Corea y, durante un periodo más breve, Filipinas y otros países del Indo-Pacífico, deberían recordarlo también.
Un diluvio mediático corporativo que demoniza a China acompaña la demostración de fuerza de los buques de guerra cerca de Taiwán y las islas Spratly, lo que aumenta el peligro de una nueva Guerra Fría, o incluso de una caliente. Culpan a China de controlar su crisis COVID-19 y de reanudar su crecimiento económico. Los medios de comunicación también acusan a China de gobierno autocrático, violaciones de los derechos humanos, etc.
Los mismos medios de comunicación podrían acusar fácilmente a la Cuadrilateral -el desastre pandémico de la India y su trato a los musulmanes, otras minorías y “castas inferiores”, el trato de Australia a su población aborigen, los asesinatos policiales y el encarcelamiento masivo en Estados Unidos, por ejemplo- de muchos más delitos, y éstos con una sólida base en la realidad.
Estos ejercicios de guerra pueden parecer sólo advertencias lejanas de peligro. Pero lo más probable es que sean los síntomas de un sistema capitalista e imperialista en declive, pero todavía capaz de causar grandes daños. Por muy suave que parezca Biden en su país, más vale que la clase obrera y el movimiento progresista de aquí se mantengan en guardia contra una nueva guerra imperialista.
