Alta tecnología, baja remuneración y crisis capitalista

El siguiente extracto (páginas 81-84) del libro “Capitalismo de bajos salarios” de Fred Goldstein, escrito en 2008, trata sobre el clásico e innovador trabajo de Sam Marcy “High-Tech, Low Pay”. Marcy, el fundador y líder teórico del Partido Workers World-Mundo Obrero, escribió HTLP en 1986 en medio de una furiosa reestructuración tecnológica llevada a cabo por la clase capitalista durante la presidencia de Ronald Reagan. El libro anunciaba el desarrollo del capitalismo en el siglo XXI. (HTLP se puede leer en línea en workers.org/marcy).

El punto central de Marcy fue explicar la disminución de la tasa de ganancia como la fuerza motriz de la competencia capitalista, que empuja inevitablemente en la dirección de la crisis económica. También abordó los problemas resultantes que enfrenta la clase trabajadora.

También es relevante el reciente artículo de Deirdre Griswold sobre cómo la sobreproducción capitalista está detrás de la actual turbulencia del mercado de valores y los temores de la clase dominante sobre una inminente crisis económica.

El difunto Sam Marcy, presidente y fundador del Partido Workers World-Mundo Obrero, en un libro muy importante titulado “Alta tecnología, baja remuneración: un análisis marxista del carácter cambiante de la clase trabajadora”, publicado en 1986, analizó las primeras etapas de la revolución de la tecnología alta y su efecto en la clase obrera en los Estados Unidos.

En una sección dedicada a su impacto en los sindicatos, trazó las fases del desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo, desde la fase de fabricación por la cooperación simple hasta la revolución industrial y la maquinaria a gran escala hasta la producción en masa, principalmente la producción por líneas de ensamblaje a principios del siglo XX. Luego describió la fase de alta tecnología:

“Esta etapa [de producción en masa] ahora ha dado paso a otra fase de desarrollo tecnológico. El período de producción en masa que comenzó con Ford y continuó durante un período de tiempo posterior a la Segunda Guerra Mundial se caracterizó por la expansión. Pero la etapa actual, la etapa científico-tecnológica, mientras continúa algunas de las tendencias anteriores del desarrollo, reduce la fuerza laboral.

“Como todas las etapas previas del desarrollo capitalista, la fase actual se basa en la utilización de las/os trabajadores como fuerza de trabajo. Pero toda su tendencia es disminuir la fuerza laboral mientras se intenta aumentar la producción. La revolución tecnológica es, por lo tanto, un salto cuántico cuyos efectos devastadores requieren una estrategia revolucionaria para superarla”.

Los estudios de Marx demostraron que el avance de la tecnología capitalista subordinaba cada vez más a los trabajadores a la máquina, hacía el trabajo más monótono, aumentaba la división del trabajo y reducía las habilidades de los trabajadores. El resultado final fue reducir los salarios de más y más trabajadoras/es al ponerlos en competencia entre sí, todo para aumentar las ganancias del capital. La revolución de la alta tecnología, demostró Marcy, ha coincidido completamente con el análisis de Marx.

Marcy observó el declive de los empleos de manufactura y el crecimiento de los empleos de servicios. Pero no se limitó a hablar de ellos como una categoría burguesa. El principal aspecto del cambio de la manufactura al servicio fue, para la gran mayoría de las/os trabajadores forzados a este cambio, un cambio de los empleos con salarios altos a los empleos con salarios bajos.

Cambió la composición social de la clase obrera

Marcy promovió varias tácticas y estrategias para la lucha contra el asalto laboral, muchas de las cuales son completamente aplicables hoy en día. Pero también fueron importantes las observaciones sociológicas que hizo y las conclusiones políticas que sacó.

“Es este cambio altamente significativo de pagos más altos a pagos más bajos lo que está cambiando dramáticamente la composición social de la clase trabajadora, aumentando enormemente la importancia de la llamada composición étnica de la clase trabajadora, es decir, el número de negras/os, latinas/os, asiáticas/os, mujeres y otros grupos oprimidos, particularmente los millones de trabajadoras/es indocumentados”.

El cambio en la composición social de la clase trabajadora, tanto desde el punto de vista de la creciente importancia numérica de las/os oprimidos como de la preponderancia cada vez mayor de las/os trabajadores de bajos salarios sobre las/os trabajadores mejor pagados y más privilegiados, “importa mucho”, escribió Marcy, “porque en términos de lucha política, se establece la base objetiva para que el liderazgo político sea asumido por el segmento más numeroso de la clase”.

Citando un artículo anterior que había escrito sobre el efecto de la alta tecnología sobre las/os trabajadores, Marcy escribió:

“Lo que sucedió, particularmente en la última década, es que la velocidad misma de la introducción de la alta tecnología, de tipo muy sofisticado, ha socavado a los sectores privilegiados de la clase trabajadora (como los de acero y automóviles) a escala mundial”, y ha comenzado un proceso de nivelación que ha socavado el nivel de vida de la clase trabajadora en su conjunto. …

“Si bien sigue causando estragos en el nivel de vida de las/os trabajadores, al mismo tiempo establece la base objetiva para la politización de las/os trabajadores, para moverse en una dirección más hacia la izquierda y para su organización a gran escala. La conciencia política que debe corresponder a las nuevas condiciones materiales de la vida se ha quedado atrás, como casi siempre lo hace”.

La tendencia del imperialismo a elevar las capas privilegiadas de la clase trabajadora en el país, que Lenin había observado, ya estaba comenzando a contrarrestarse en la década de 1980 con la aplicación de automatización, robotización y nuevos procesos industriales, mini-molinos, etc. Las/os trabajadores mejor pagados en la industria pesada, como el acero, el automóvil, el caucho y la electricidad, los bastiones de la AFL-CIO, estaban siendo socavados por la tecnología capitalista y empujados a las industrias de servicios de bajos salarios o al desempleo a largo plazo.

Marcy y otras/os comunistas esperaban con razón, que el asalto de la alta tecnología a las/os trabajadores llevaría a un aumento de la lucha de clases en un período cercano. La base de este pronóstico fue tanto subjetiva como objetiva.

El proceso de empobrecimiento de la clase obrera proyectaría a los sectores más militantes de las/os trabajadores, mientras que el aumento de la productividad del trabajo produciría cada vez más productos básicos que serían cada vez más difíciles de vender en los limitados mercados capitalistas del mundo. Esto intensificaría la enfermedad capitalista clásica de la sobreproducción, aceleraría una crisis económica y estimularía la lucha de clases.

Pero el colapso de la URSS transformó la situación mundial y pospuso las perspectivas inmediatas para la lucha de clases en los Estados Unidos y en el campo imperialista en su conjunto.

Tasa de ganancia decreciente y crisis capitalista

El trabajo de Marcy fue diseñado para mostrar la destrucción de los niveles de vida de la clase trabajadora provocada por el desarrollo de las fuerzas productivas, el cambio subsiguiente en la composición de la clase trabajadora y cómo estos desarrollos formaron la base para el resurgimiento revolucionario de la lucha de clases.

Su enfoque estaba en la difusión de la tecnología por parte de la clase dominante dentro de los Estados Unidos. Analizó la reestructuración interna del capitalismo estadounidense y trazó las primeras etapas de la ampliación de la pauperización del proletariado.

Marcy destacó las nuevas tendencias en el desarrollo del capitalismo en la era de la revolución científico-tecnológica. Explicó las leyes de su desarrollo que se derivan de las características más internas del capitalismo, tal como habían existido desde su creación: la lucha por aumentar la plusvalía y reducir a las/os trabajadores. Y describió sus efectos sobre las/os trabajadores y las/os oprimidos, enfatizando su efecto en los sindicatos.

Al analizar el declive de los sindicatos y el auge de la tecnología, Marcy invocó la ley de Marx sobre la disminución de la tasa de ganancias. “La prensa burguesa está llena de maravillas de la alta tecnología y la introducción de robots en fábricas casi totalmente automatizadas. Pero no mencionan un elemento extremadamente importante en las leyes económicas del movimiento que gobierna a la sociedad capitalista: los robots no producen plusvalía.

“Como demostró Marx hace mucho tiempo, la maquinaria o el capital constante es el resultado del trabajo pasado y la plusvalía pasada. Las ganancias no provienen de la propia maquinaria. Es el trabajo de un/a trabajador/a, conocido en términos marxistas como capital variable, el que produce plusvalía, del cual se derivan las ganancias. Las/os trabajadores producen un mayor valor del que reciben en salarios, y es la porción impaga de su trabajo la que produce plusvalía. Pero un robot no es un trabajador. Un robot es capital fijo o constante, que no produce ganancias. Sólo el trabajo humano no remunerado produce ganancias”.

Todo el propósito de introducir una nueva tecnología es tener menos y menos trabajadores que produzcan cada vez más productos en un tiempo cada vez más corto. Pero la nueva tecnología suele ser muy costosa y el alto costo puede superar los ahorros en mano de obra. Dado que la tasa de ganancia se calcula dividiendo la ganancia total por la inversión total en capital constante y variable, es decir, en maquinaria y materias primas, así como en salarios, los nuevos medios costosos de producción reducen la tasa de ganancia.

Los capitalistas que están dispuestos a gastar dinero en nuevas tecnologías antes de que sus rivales logran escapar temporalmente de este problema. De hecho, la nueva tecnología produce un gran salto en la cantidad de trabajo no pagado que se puede obtener de las/os trabajadores. Los capitalistas que lo obtienen primero obtienen súper ganancias, es decir, ganancias por encima del nivel de los capitalistas rivales que utilizan la tecnología más antigua. Los primeros capitalistas que usan la nueva tecnología venden al precio general de la mercancía o ligeramente por debajo de éste y siguen obteniendo ganancias extras.

Siguiendo el argumento de Marx en “El Capital”, Marcy escribió:

“Con menos trabajadoras/es y más capital constante, la composición orgánica del capital cambia, lo que resulta en una tasa de ganancia decreciente. Esta es una ley invariable del proceso de producción capitalista. No se puede evitar.

“Cuanto más muerto o constante sea el capital y menos humano o capital variable utilizado en la producción, mayor será la composición orgánica del capital. Esto invariablemente conduce a una disminución en [la tasa de] ganancias.

“A pesar de esto, los capitalistas individuales están obligados a sustituir la maquinaria de ahorro de mano de obra por trabajadoras/es porque les da una ventaja competitiva. Durante un período determinado, el capitalista que puede utilizar la nueva tecnología y reducir el costo de su producto puede disfrutar de una ganancia mayor porque el mercado refleja un costo generalizado aún basado en la tecnología anterior. Eventualmente, sin embargo, la nueva tecnología en sí se generaliza y la tasa de ganancia cae.

“La ventaja para una composición más alta de capital constante [nueva tecnología – FG] es siempre temporal. Fomenta una competencia destructiva, en la que gran parte del equipo que aún podría ser socialmente útil se vuelve prematuramente obsoleto.

“Para compensar la caída de la tasa de ganancia, los dueños se ven obligados a aumentar el volumen de ganancia. Esto solo puede hacerse incrementando aún más la producción”.

Esto es lo que lleva a la sobreproducción capitalista y la crisis económica. Como señaló Marcy, “la automatización no resuelve el problema de la contradicción capitalista que conduce a la crisis económica. Por el contrario, lo exacerba precisamente debido a la disminución de la tasa de ganancia”.

Marcy estaba escribiendo antes de la nueva fase de reestructuración global, pero la esencia de su análisis marxista se aplica completamente a la actual competencia salarial mundial generada por los capitalistas.

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