La vivienda es un derecho

EDITORIAL MO/WW 4 de agosto 2018

Mientras el mercado de valores y las ganancias se disparan, también lo hace el costo de la vivienda en EUA. Se ha producido una transformación en las principales ciudades (San Francisco, Filadelfia, Washington, DC y Nueva York son solo algunos ejemplos) ya que las viviendas de alquiler a precios razonables se demuelen o se renuevan para proporcionar cooperativas de lujo y condominios para los nuevos ricos y/o los ricos establecidos que se mudan desde los suburbios o disfrutan de residencias tanto en la ciudad como en el campo.

La elección de un presidente cuya fortuna personal proviene de bienes inmuebles, aunque dice que se preocupa por las/os trabajadores, solo ha acelerado el proceso.

Las organizaciones de inquilinos luchan contra una marea de riqueza que amenaza con absorberlas.

Y la riqueza crece tanto como la pobreza. Pero no porque las/os pobres sean “demasiado vagos para trabajar”. Todo lo contrario. Según la Coalición Nacional para las Personas sin Hogar, en el 2009, hasta el 44 por ciento de las personas sin hogar tenían trabajo, pero el salario era tan bajo que no podían costear ni siquiera las viviendas más baratas. Desde entonces, solo ha empeorado.

Ese mismo año, la Coalición Nacional de Vivienda de Bajos Ingresos calculó que un trabajador/a con salario mínimo “tendría que trabajar 87 horas cada semana para pagar un apartamento de dos habitaciones al 30 por ciento de sus ingresos, que es la definición federal de vivienda asequible”.

¡Trabajar 87 horas cada semana! Eso es más que DOS VECES la semana de 40 horas, que una vez fuera el estándar. ¿Alguien recuerda cómo era trabajar ocho horas, dormir ocho horas, vivir una vida durante ocho horas y ser capaz de disfrutar los fines de semana?

Para trabajar 87 horas a la semana, hay que trabajar 16 horas cada día de la semana, lo que significa dormir cinco horas, tener tres horas para viajar hacia y desde su trabajo y comer algo sobre la marcha, luego trabajar esas siete horas adicionales el sábado – y colapsar el domingo. A menos que se tenga que trabajar en ese momento, lo cual es cada vez más probable, especialmente en los trabajos de venta minorista y de servicio de alimentos con salarios bajos.

No es de extrañar que la falta de vivienda esté creciendo, junto con la riqueza obscena en el tope.

¿Qué pasa con las/os desplazados? Una encuesta en 2017 mostró que en una noche cualquiera en este país rico, más de medio millón de personas, 544.000, no tenían hogar, no tenían dónde dormir sino debajo de puentes, en callejones o en refugios atestados de personas sin hogar.

Muchas mujeres con niñas/os no tienen hogar, algunas para escapar del abuso. También lo son las personas con problemas físicos, mentales y emocionales. Y como estar sin hogar solo agrava estas afecciones, muchas terminan en las salas de emergencia de los hospitales.

Hace un siglo y medio, el desarrollo del capitalismo y el triunfo de la fabricación a gran escala sobre las industrias caseras en gran parte de Europa y América del Norte aumentaron enormemente la productividad del trabajo. Hoy en día, un trabajador/a puede producir cien veces más, ya sea textiles, acero o casas, con la nueva tecnología. Una casa de cuatro habitaciones parcialmente prefabricada y bien diseñada hoy se puede ensamblar y terminar en un mes.

Esa es la ventaja del desarrollo capitalista. Pero la desventaja de un sistema económico basado en las ganancias y el trabajo explotado es la degradación total de la vida del trabajador/a.

Frederick Engels, el colaborador más cercano de Karl Marx, escribió en 1872 sobre cómo la burguesía resuelve la cuestión de la vivienda:

“Los criaderos de enfermedades, los infames hoyos y sótanos en los que el modo de producción capitalista confina a nuestras/os trabajadores noche tras noche, no son abolidos; simplemente se desplazan a otra parte! … Mientras el modo de producción capitalista continúe existiendo, es una locura esperar una solución aislada de la cuestión de la vivienda o de cualquier otra cuestión social que afecte el destino de las/os trabajadores.

“La solución está en la abolición del modo de producción capitalista y la apropiación de todos los medios de vida y trabajo por parte de la clase trabajadora misma”.

Amén, camarada Freddy.

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