El presidente Barack Obama en su anuncio del 17 de diciembre sobre los “cambios de política” hacia Cuba, declaró: “Creemos que los trabajadores cubanos deben tener libertad para formar sindicatos”.
¿Qué estará diciendo? Ya más del 90 por ciento de las/os trabajadores cubanos son miembros de sindicatos. Compare eso con los EUA, donde en el 2013, según la Oficina de Estadísticas Laborales, sólo el 11,3 por ciento de las/os trabajadores son miembros de sindicato. ¿No serán las/os trabajadores estadounidenses las/os que necesitan más libertad para afiliarse a un sindicato?
Luego el 22 de diciembre, el Departamento de Estado de EUA ofreció $11 millones de los dólares de los impuestos pagados por las/os estadounidenses, para financiar programas que proponen fomentar “los derechos civiles, políticos y laborales en Cuba”. ¿Que, qué? ¿El presupuesto de Estados Unidos cuenta con $11 millones para gastar en “derechos laborales” en Cuba, cuando más del 50 por ciento de las familias de las/os niños estadounidenses en escuelas públicas son tan pobres que son elegibles para almuerzos escolares gratuitos o a precio reducido? (New York Times, 16 de enero)
¿De qué se trata realmente?
La revolución cubana de 1959 derrocó allí el sistema económico capitalista. Pero la unificación de los sindicatos cubanos en la Central de Trabajadores de Cuba, CTC, se remonta al 1939, 20 años antes del triunfo de la revolución. Los sindicatos son organizaciones independientes, voluntarias y autofinanciadas.
Las cuotas de membrecía del 1 por ciento de los salarios se recaudan directamente en el lugar de trabajo, no a través de deducciones de la nómina.
Muestra de democracia obrera
Cuba es un estado obrero que está forjando el socialismo. La riqueza creada a través de la producción de bienes y servicios se utiliza para mejorar la vida de todo el pueblo, no para beneficiar a unos pocos. Sus sindicatos están implicados directamente en la solución de los muchos desafíos que enfrenta la sociedad cubana – que incluyen el peso del bloqueo económico, financiero y comercial unilateral de Estados Unidos, impuesto además de los cientos de años de subdesarrollo colonial.
Propuestas para iniciar o cambiar leyes se discuten en cada lugar de trabajo, en las asambleas de barrio y en las organizaciones de masas como la Federación de Mujeres Cubanas. Las enmiendas y observaciones realizadas se registran, son consideradas y alteran el resultado final. Los Lineamientos Económicos, adoptados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba fueron forjados a través de una amplia consulta con el pueblo cubano – no sólo con las/os miembros del partido. Más de ocho millones de personas (8,9) las discutieron en 163.000 reuniones. La población total de Cuba es alrededor de 11 millones.
Las decisiones económicas en los EUA son hechas por los patronos, los banqueros y por la insaciable clase capitalista para maximizar sus ganancias. Estas decisiones están aumentando la desigualdad social y la inseguridad económica para la clase obrera, mientras enriquecen la décima parte del 1 por ciento más rico.
Los sindicatos pueden luchar por un mejor trato en el marco del sistema económico de ganancias, pero en esta época de capitalismo en un callejón sin salida, a menudo es una batalla perdida. Los saltos en la productividad, en lugar de aliviar la carga de la clase trabajadora, resultan en desempleo, ciudades en bancarrota y una creciente desigualdad de ingresos. Son los “expertos” entrenados por bancos y corporaciones, nunca las/os trabajadores o sindicatos, quienes escriben las leyes sobre asuntos económicos para que las/os legisladores las aprueben sin cuestionamientos.
Las/os trabajadores cubanos son la fuerza principal en la construcción del socialismo y en garantizar que las necesidades básicas para una vida digna estén disponibles para todas/os. Esto incluye la atención gratuita y de calidad de la salud y la educación, además de acceso a la cultura y el deporte. En el centro de convenciones en la ciudad de Holguín hay un mural que señala que “300 millones de niños duermen en la calle cada noche; ninguno de ellos es cubano”. Este es el resultado de su economía socialista.
El 15 de enero, la Agencia de Información Nacional (AIN) informó algo muy fuera de la experiencia de las/os trabajadores de los EUA. La CTC, equivalente en Cuba a la AFL-CIO, llamó a las/os trabajadores a que realizaran asambleas en todos los centros de trabajo para que las/os administradores pudieran informarle sobre el plan económico adoptado y el presupuesto para el año. Dijeron: “No es posible cumplir con un plan de producción sin la participación activa de los colectivos laborales que tienen la capacidad de utilizar su potencial en términos de eficiencia que nosotros como sindicatos sabemos que tienen”.
Al cierre del cuarto período de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente cubano Raúl Castro Ruz explicó: “Para nadie es un secreto que en nuestro sistema social los sindicatos defienden los derechos de los trabajadores y para lograrlo efectivamente deben ser los primeros en velar no solo por el interés de un colectivo laboral determinado, sino por los intereses de toda la clase obrera, que son en esencia los mismos que sostiene la nación entera.
“No podemos dejar espacio a que se desarrolle y fortalezca el egoísmo y la codicia entre nuestros trabajadores. Todos queremos y necesitamos mejores salarios, pero antes hay que crear la riqueza para luego distribuirla según el aporte de cada cual”. (granma.cu)
Pero, ¿qué pasa con las/os trabajadores en los EUA cuando aumenta la productividad? El Departamento del Trabajo informó el 9 de enero que los salarios habían disminuido en diciembre a pesar de que el empleo oficial había mejorado un poco. La economista de Wall Street Diane Swonk lo explicó de esta manera:
“Esto sigue siendo un mercado de compradores en términos de mano de obra. Con todas las buenas noticias sobre el desempleo y el número de puestos de trabajo que hemos creado, si uno cree en estas cifras salariales, los empleadores todavía pueden seleccionar”. (New York Times, 10 de enero)
Eso explica por qué la clase dominante de EUA logró que el Congreso pusiera $11 millones en la creación de un programa falso para poder poner sus garras en Cuba bajo la cobertura de promover la “libertad de organizar sindicatos”. Lo que los patronos aquí realmente quieren es tener su selección de esclavos asalariados que deben vender su fuerza de trabajo en el mercado “libre”, en lugar de que las/os trabajadores sean los agentes de planificación que puedan decidir su destino socialista.
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