Papel de Washington en masacres estudiantiles en México

El 2 de octubre de 1968, a sólo 10 días de la apertura de los Juegos Olímpicos de Verano que se celebraban ese año en Ciudad de México, policías y soldados le dispararon a estudiantes reunidas/os en una plaza en la sección Tlatelolco de la capital. Las/os estudiantes dijeron que 400 personas murieron; el gobierno admitió sólo 30. Nunca hubo un conteo oficial.

Este año, veintenas de estudiantes en la ciudad mexicana de Iguala que se preparaban para una conmemoración de la masacre de Tlatelolco tuvieron un destino similar. Los medios de comunicación dicen que en la noche del 26 al 27 de septiembre, policías y sicarios del cartel de drogas atacaron a las/os estudiantes, matando al menos a seis y secuestrando otras/os 43.

Desde entonces, se han descubierto fosas comunes con los cuerpos carbonizados y mutilados de muchos de las/os desaparecidos. La búsqueda sigue.

Esta horrenda atrocidad, mientras no se le da la cobertura que se merece, se está informando en los medios de comunicación de EUA, pero simplemente como un reflejo de la corrupción y la brutalidad de las autoridades mexicanas y los señores de la droga. Y punto. No se menciona en absoluto el papel que EUA ha jugado tanto en la corrupción como en el empobrecimiento de México.

Pero esto es exactamente lo que la gente en EUA tiene que saber, porque el pueblo de México necesita nuestra solidaridad en su lucha por obtener justicia y su verdadera soberanía.

En primer lugar, la brutalidad del gobierno estadounidense en relación a México nunca se menciona. Pero EUA jugó un papel importante en el ataque contra las/os estudiantes que produjo la masacre de Tlatelolco.

En 1968 había una ira generalizada en todas partes, tanto por la guerra de EUA en el sudeste asiático como por el racismo rampante en este país. Washington esperaba manifestaciones durante los Juegos Olímpicos. Para su consternación, los atletas estadounidenses Tommie Smith y John Carlos dieron el saludo del Poder Negro desde el podio cuando recibieron sus medallas.

El gobierno EUA había estado en contacto con las autoridades mexicanas durante meses antes de los juegos. Mucho más tarde, en el 2003, el Archivo de Seguridad Nacional en Washington publicó documentos de la CIA, el Pentágono, el Departamento de Estado, el FBI y la Casa Blanca, que revelaban la enorme presión puesta sobre México para evitar cualquier protesta anti-EUA durante los juegos.

Seis días antes de la masacre, tanto el presidente Gustavo Díaz Ordaz y su jefe de seguridad aseguraron a Washington que “la situación pronto estaría bajo total control. (“Latin America’s Cold War” Hal Brand, Harvard University Press) Las manos que tiraron del gatillo eran mexicanas, pero las órdenes de “hacer lo que sea necesario” procedieron de EUA.

El TLCAN y la pobreza rural

Desde esos días, la trayectoria de México ha sido aún más trágica. El TLCAN impuesto por EUA – el llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte – que entró en vigor el 1 de enero de 1994, socavó totalmente a la población rural que ponía comida en su mesa y se ganaba un poco de dinero con la agricultura. El maíz barato estadounidense inundó México, lo que hizo muy feliz a los gigantes del agronegocio, pero obligó a muchas familias mexicanas a abandonar su tierra y emigrar, corriendo el riesgo de arrestos y hasta la muerte al cruzar la frontera.

Esta destrucción de la economía rural de México es lo que ha impulsado el surgimiento de los cárteles de la droga, cuyo mercado y conexiones están en EUA.

Los políticos mexicanos tienen buenas razones para temer a su poderoso vecino del norte. El Pentágono a finales del 2008 publicó un informe advirtiendo del inminente “colapso repentino” de México y amenazando que “cualquier descenso de México en el caos demandaría una respuesta estadounidense basada en las serias implicaciones solo por la seguridad nacional”. (El Paso Times, 13 de enero 2009)

Así que, mientras los imperialistas crean las condiciones económicas para el surgimiento de los señores de la droga, usan luego su existencia como un pretexto para una posible intervención militar si las cosas no salen a su modo.

Las/os estudiantes mexicanos no son sólo víctimas. Son líderes políticamente conscientes en la lucha contra el imperialismo. Se merecen todo el apoyo y la solidaridad que les podamos dar.

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