Diálogos colombianos: Entrevistas con la insurgencia

Timoleon Jimenez (Timochenko)

FARC-EP Comandante Timochenko

Extractos de una entrevista exclusiva con el máximo comandante de las FARC-EP, Timoleón Jiménez, realizada por Carlos Lozano, Director del semanario colombiano VOZ

Comienza un nuevo proceso de diálogo con un Gobierno de alguna manera here­­dero de la “seguridad democrática” uribista. ¿Cómo lo abordan las FARC?

Nosotros siempre hemos estado dispuestos a la búsqueda de soluciones distintas a la guerra. Con Uribe no fue posible, por su abierto desconocimiento de nuestra condición política. Santos no es solo heredero de la seguridad democrática, sino además uno de sus protagonistas estelares. De hecho, con maquillajes al nombre, ha continuado con ella. Pero como él mismo lo dice, decidió asumir los riesgos de dialogar y dio pasos positivos en ese sentido. Cualquier colombiano diría que el verdadero riesgo es la guerra y no el diálogo, por eso no vacilamos en aceptar las conversaciones para buscar la paz. En cuanto al modo de abordar el nuevo proceso, diría que lo hacemos con grandes expectativas de alcanzar el fin del conflicto. El Presidente repite que no piensa cometer los errores del pasado y confiamos en que así sea. Usted sabe que el principal error de todos los procesos anteriores ha sido el de llegar a la mesa a exigir rendiciones, sin voluntad real de atender a la solución de las causas que dieron origen y siguen alimentando la confrontación.”

La agenda contempla el tema de la “dejación de armas”, que sería el punto de llegada de un acuerdo o pac­to de paz. ¿Qué expectativas tienen las FARC al respecto?

Carecería de sentido iniciar un proceso encaminado a conseguir la terminación definitiva del conflicto, sin contemplar la dejación de armas como punto de llegada. Dejación de armas consiste en la abolición del empleo de la fuerza, de la apelación a cualquier tipo de violencias, para la consecución de fines económicos o políticos. Es un verdadero adiós a las armas. Si lográramos que en Colombia eso fuera una realidad, nuestro país daría un salto enorme hacia adelante. Confiamos nuevamente en que la administración Santos, y todos los sectores empeñados en la violencia como método de acción económica y política, coincidan en este criterio con nosotros.

¿Cuáles son los presupuestos de la insurgencia para que el proceso ­culmine con éxito?

La oligarquía dominante en Colombia, apoyada sólidamente por los Gobiernos de los Estados Unidos, lleva ya casi 50 años apostándole al exterminio de las guerrillas. Doce Presidentes, uno con mandato repetido, han prometido invariablemente nuestro fin y dado manos libres al aparato militar para cumplirlo. Cuando Santos ordena incrementar las operaciones no está dando satisfacciones a los sectores de extrema derecha, lo hace porque cree con ellos, como todos los anteriores gobiernos, que de veras podrá rendirnos por obra de la fuerza.

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¿Qué opina de los 6 a 8 meses que presupuesta el Presidente Santos?

Se trata de una expectativa que él está generando por su cuenta, en contravía de lo pactado en la letra y el espíritu del Encuentro Exploratorio. Allí se concertó no poner fechas fatales, ni siquiera la palabra meses, así que lo expresado por el Presidente nos indica lo difícil que va a ser este camino que emprendemos. De paso, evidencia de manera clara la estrategia que van a implementar: cuando no logren algo en la mesa intentarán imponerlo en los medios.

¿Qué propuesta política le hacen las FARC – EP a los colombianos al ­comenzar el diálogo?

Movilizarse en torno a la terminación definitiva del conflicto. La guerra o la paz son asuntos que nos conciernen a todos los colombianos y estamos obligados a pronunciarnos. El Gobierno pretende que los diálogos se realicen exclusivamente entre sus voceros y los nuestros, de modo discretísimo, sin bochinches, como repite insistentemente.

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”Es decir, que se desconozca otra vez a la población colombiana, que se pacte a sus espaldas lo que en verdad solo interesa y conviene a las transnacionales, banqueros, empresarios y terratenientes. Eso no puede suceder más en este país. Las grandes mayorías deben ser escuchadas y atendidas. Nuestra propuesta apunta a eso.”

¿Por qué se decidieron las FARC a asumir este nuevo intento de paz? ¿Debilidad? ¿Estrategia? ­¿Realismo?

“Quienes afirman que la presión militar ha sido definitiva para movernos a una negociación política, olvidan que esta década de guerra se desató cuando Pastrana puso fin de manera unilateral al proceso de paz que se celebraba en el Caguán. Es el Estado quien regresa a la Mesa de Diálogos con las FARC, para lo cual habrá hecho sus valoraciones internas. Una de ellas, así no la haga pública, tiene que ser el reconocimiento de que el enorme esfuerzo realizado para vencernos ha resultado inútil. Las FARC seguimos ahí, combatiendo, resistiendo, avanzando. Ahora volvemos al escenario natural de la política, los diálogos civilizados. Es absurdo afirmar que nos han obligado a sentarnos a la Mesa, cuando fue el Estado quien se levantó furioso de ella. Dialogamos, porque la solución política ha sido siempre una bandera nuestra y del movimiento popular.

¿Pero entonces no han recibido las FARC golpes severos durante estos diez últimos años?

“No puede negarse que hemos recibido serios golpes. Y sumamente dolorosos. Las muertes de cuatro miembros del Secretariado Nacional no pueden ser minimizadas. Son muy duras también las muertes de combatientes bajo el fuego de los bombardeos. Sin embargo, hemos asimilado con coraje todos esos casos. Ninguno de los actuales miembros del Secretariado cuenta con menos de treinta y cinco años de experiencia guerrillera, lo cual puede aplicarse también a casi todo el Estado Mayor Central. Los relevos no se improvisan. 48 años de lucha continua han producido un formidable engranaje. Seguimos adelante, con dolor en el alma, pero más avezados y convencidos de nuestras razones. En toda guerra hay muertos. La campaña mediática insiste en presentarnos como una organización derrotada y sin futuro. Igual ha sido siempre. Si se tratara de hacer frente a una fuerza vencida, no estarían trabajando en incrementar aún más el pie de fuerza y el ya de por sí enorme arsenal adquirido. Son verdades que el Estado y los medios ocultan deliberadamente.

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“Sea como sea, la perduración del conflicto implicará mayor muerte y destrucción, más luto y lágrimas, más pobreza y miseria para unos y mayor riqueza para los otros. Imagínese las vidas que se hubieran ahorrado estos diez años. Por eso buscamos los diálogos, la solución incruenta, el entendimiento por vías políticas. Con ese propósito vamos a La Habana. Confiamos en que el Gobierno Nacional también entiende la necesidad de poner fin a tan larga violencia practicada contra el pueblo colombiano.”

Nicolás Rodríguez Bautista (Gabino)

ELN Comandante Gabino

Marcha (periódico argentino) Extractos de la entrevista con el Comandante Nicolás Rodríguez Bautista “Gabino”, histórico dirigente del ELN.

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Marcha: ¿Por qué están las FARC y no el ELN en las negociaciones de Paz recientemente anunciadas?

C.G.: … Sólo en los diálogos con el presidente Gaviria en la década de 1990 del siglo pasado, la insurgencia estuvo en la misma mesa. Las demás experiencias han sido dialogando por separado cada fuerza guerrillera. El ELN considera como lo más acertado para el proceso de paz, la mesa única de la insurgencia. Y debemos esforzarnos para que así sea. Esto requiere niveles de unidad y estamos caminando para lograrlo. Somos respetuosos del proceso que ha iniciado el gobierno con los compañeros de las FARC y les deseamos muchos éxitos. Confiamos que más adelante, el proceso que ahora se inicia por separado, pueda confluir en una misma mesa ya que, salvo algunas diferencias, somos fuerzas con objetivos similares, que es lo más importante.

Marcha: ¿Cuáles son hoy, en Colombia, los requisitos para esa paz que vuelve a estar en boca de todos, incluso del presidente Santos?

C.G.: La mayoría de colombianos está cansados de una guerra interna de más de 50 años; los distintos sectores sociales se han venido organizando y pronunciando sobre la salida política que concluya en la terminación del conflicto, como es el caso del Congreso de los Pueblos que viene promoviendo un Congreso de Paz para el año entrante. De igual manera han expresado la urgencia de la paz un alto número de organizaciones populares y sociales. Cuando se habla de lograr la paz, todos los colombianos y colombianas queremos que ese momento llegue; el problema está en que la entendemos y queremos de diferente manera, de acuerdo a intereses en juego. Las grandes mayorías de Colombia, incluida la insurgencia, consideramos que paz es justicia y equidad social, democracia y soberanía. En cambio para la clase dominante la paz se logra cuando se haya vencido al enemigo interno en el campo de batalla, reafirmación hecha por el presidente Santos días antes al anuncio del inicio de los diálogos con las FARC.

Un proceso de paz en las condiciones colombianas, para que sea estable y duradero, requiere de la participación no solo de la insurgencia y el gobierno, sino también de los diversos sectores populares que son los que están llevando el peso de la guerra. Se sobreentiende que lograr la paz es un proceso largo y dispendioso, donde se atraviesan poderosos enemigos que le sacan inmensos dividendos a la guerra.

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Marcha: ¿Cómo ven el futuro de la ­insurgencia en Colombia para los próximos años? ¿Evalúan la posibilidad de replegar la lucha armada y volcar toda su fuerza a la lucha política?

C.G.: Nos levantamos en armas hace casi 50 años porque la lucha popular amplia y legal no ha tenido las garantías políticas y jurídicas. Cuando esa lógica perversa se modifique y haya garantías y respeto para la lucha popular, el pueblo no se verá obligado a empuñar las armas para alcanzar sus derechos; pero esa decisión está en manos de la clase dominante colombiana, como quien dice, son ellos los que tienen la palabra. Y si luego de 50 años de guerra fratricida, se disponen a reconocerle a las mayorías el derecho a la justicia y equidad social, la democracia y la soberanía, se marchará hacia la paz. Claro que esta no se alcanza con un decreto, pero es urgente que se abran los causes en esa dirección.

Por eso no concebimos que la solución sea la desmovilización y el desarme de la insurgencia, esa fórmula ha sido ensayada y fracasada porque la esencia del conflicto es social y ello dio origen al levantamiento en armas, entonces hay que ir a las causas que lo originaron para buscar soluciones, solo así se irá a la esencia del asunto para cambiarlo y superarlo.

Fuente: https://eln-voces.com/. Vea workers.org/mundo-obrero/ para leer toda la entrevista.

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