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Reimpresa de la edici�n del 1 de junio, 2000
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AFL-CIO y proyecto de ley sobre relaciones comerciales con China

Por Milt Neidenberg

La Federación de Trabajo Americano-Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO por las siglas en inglés) ha iniciado una campaña furiosa para oponerse a la Ley Permanente Sobre Relaciones Comerciales Normales, que normalizaría las relaciones comerciales con la República Popular de China y agilizar la plena participación de ese país en la Organización Mundial de Comercio.

El presidente Bill Clinton ha reunido una amplia variedad de fuerzas--incluso a Wall Street, sus aliados y partidarios congresionalesv--para abrumar la oposición de la AFL-CIO. Impulsando que entre en vigor este proyecto de ley es imperativo para una sección considerable de la clase dominante. Su plan es de explotar los mercados en China donde hay una población de más de un billón de personas.

Esto es lo que la gente progresista, los trabajadores conscientes de pertenecer a la clase trabajadora, y los jóvenes activistas que lucharon en Seattle y Washington tienen que oponerse mientras que siguen batallando contra el Fondo Monetario Internacional, la Banca Mundial y la Organización Mundial de Comercio. Las fuerzas de globalización capitalista les gustarían convertir a China en un taller gigantesco de super explotación.

Los medios de comunicación empresariales han acusado al AFL-CIO con querer volver a una política de aislamiento y proteccionismo. Acusan a los líderes sindicalistas de una repetición de la época de la Guerra Fría y los tiempos de los ex presidentes de la AFL-CIO George Meany y Lane Kirkland.

El actual presidente de la AFL-CIO, John Sweeney lo ha negado enfáticamente. Pero líderes de los sindicatos de las industrias como de automóviles y acero, representando a los camioneros, y el sindicato de trabajadores textileros han creado una manía anti China para derrotar este proyecto de ley, que existe una preocupación grave que si hay cierta validez a la acusación.

Estos sindicalistas dicen que China ha conspirado con las corporaciones transnacionales para crear un éxodo de fábricas de los EE.UU., que utilizaron la mano de obra china con salarios muy bajos para producir en el mercado de este país, mientras que reprimieron a sindicatos independientes, exportaron ilegalmente a comodidades producidos en campos de trabajo forzado, etc.

Estas acusaciones virulentas y no comprobadas han comenzado a aislar a la AFL-CIO de otros sectores del movimiento sindicalista internacional.

Los ataques tienen tal sentido de racismo desfrenado que Zwelinzima Vavi, secretaria general del Congreso de Sindicatos de Sudáfrica, notó la hipocresía de la campaña. Vavi observó que el gobierno de China y el movimiento sindical apoyaron la lucha de liberación contra apartheid en Sudáfrica.

Vavi hizo la sugerencia que se organice una reunión con los sindicatos chinos para conferenciar sobre las alegaciones. Hasta la fecha, no se ha producido ninguna respuesta del AFL-CIO.

Estas acusaciones de la AFL-CIO contra China--que es en si el blanco de ataques del imperialismo estadounidense--distraen la atención del complejo carcelero industrial de América corporativa, la explotación infantil, los talleres de super explotación y las formas innumerables de la opresión nacional que infectan a todo este país.

El ataque de parte de líderes sindicalistas aquí solo se puede interpretar por los 103 millones de miembros de la Confederación de trabajadores como un acto hostil. Y como uno de los movimientos más grandes de uniones organizadas en el mundo, tiene una influencia tremenda.

Es una estrategia sin perspectiva y sin beneficio alguno. La AFL-CIO tiene que forjar la solidaridad internacional entre trabajadores y renovar sus esfuerzos para reconstruir el movimiento sindical aquí.

La pelea debe ser en contra de la globalización corporativa de los Estados Unidos. China no es el enemigo.

¿Explotación capitalista más justa?

La vergüenza más grande es que el presidente de los camioneros, James P. Hoffa está proporcionando mucho del liderato para la campaña en contra de China. El ha reclutado una gran variedad de fuerzas encabezada por Pat Buchanan--racista, antisemítico, anticomunista, anti inmigrante, anti homosexual y en contra del derecho de aborto.

Junto con otras fuerzas derechistas y anti sindicalista, su agenda no tiene nada en común con el bienestar del movimiento sindical.

Desafortunadamente los líderes de la AFL-CIO no han desaprobado públicamente a los partidarios de Buchanan o denunciado a Hoffa por haber involucrado a los Camioneros en esta coalición peligrosa. El 12 abril, durante las marchas y manifestaciones en contra del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización de Comercio Mundial, Hoffa dejó desgraciado el sindicato más grande de la AFL-CIO por invitar a Buchanan como uno de los oradores principales en un mitin público aparte.

En un momento cuando el movimiento sindical está bajo ataque--con más huelgas forzadas por las corporaciones y América Corporativa armando cada vez más resistencia a los esfuerzos del movimiento sindical de organizar a los trabajadores no sindicalizados--esto solo puede aislar el movimiento sindical de la lucha creciente en contra de la globalización corporativa, el FMI, el Banco Mundial y la Organización de Comercio Mundial.

Y a la vez desorienta a los trabajadores multinacionales, mujeres, inmigrantes, jóvenes, de bajo salario, muchos de ellos en trabajos en el sector de servicio, quienes están mirando al movimiento sindical y buscando la sindicalización. Los líderes del AFL-CIO han pospuesto la lucha de estos trabajadores mientras que avanza su política en contra de China.

Políticamente es algo obvio. Este grupo de líderes sindicalistas han ensamblado una coalición que combina un sector de políticos capitalistas del Partido Demócrata con militaristas derechistas de la Guerra Fría que quieren derrocar al sistema socialista de China. Es una pesadilla que solo puede volver a burlarse del movimiento sindical.

El lema de la AFL-CIO, "Empeñe una campaña para justicia global", no está atrayendo a nadie. ¿Hay justicia en la explotación y las ganancias corporativas globales?

El uno por ciento que es dueño de la mayoría de las riquezas va a seguir saqueando los recursos del "Tercer Mundo" y las regiones en desarrollo para su producción y super ganancias.

Sweeney expuso estas fuerzas corporativas en la edición de abril de la revista America @ Work--la revista nacional del AFL-CIO--antes de las protestas en contra del FMI y la Banca Internacional. En su sección titulada "Al Frente" el escribió que es erróneo cuando un "sistema económico global recompensa a las compañías por abusar a los trabajadores, devastar al medio ambiente y promover la represión gubernamental de las libertades más básicas."

"Hoy, el mismo espíritu de codicia y desprecio por los trabajadores y sus comunidades que crearon el cierre de las fábricas y por consecuencia el despido de miles de trabajadores en América está perfilando a nuestra economía global."

Si. La política de las corporaciones ha creado esta misma escena en todo el país, diezmado a comunidades enteras y el medio ambiente, y además ha raptado sus recursos. Las corporaciones han sido recompensadas con ayuda con sus impuestos y la disminución de estos, descuentos en sus impuestos por los despidos y el cierre de las plantas, y otras cosas gratis que son muchas para poder mencionar.

Esto ha estado pasando desde mucho antes de que China decidiera ejercer sus Derechos de Comercio Normal Permanente con los Estados Unidos y hacerse miembro de la Organización Mundial de Comercio.

La 'comunidades oxidadas' resultan de muchas política gubernamental y corporativa. Estas políticas comenzaron hace muchas décadas cuando la revolución de la alta tecnología fue introducida a las industrias básicas.

En las gigantescas plantas de acero, los hornos básicos de óxido reemplazaron a decenas de miles de trabajadores del acero. Pequeñas fábricas de acero nacieron y proveían mano de obra más barata y sin sindicato.

Trabajadores de las industrias automóviles, caucho y otras fueron desbastados por cambios revolucionarios similares que incrementaron la producción y aligeraron las líneas de ensambles. Las tres corporaciones productoras de automóviles conocidas como "Las Tres Grandes" se convirtieron en depredadores en el mercado internacional.

Y el proceso continúa.

¿Se debe culpar a China o a un emergente país del tercer mundo por esto? Por supuesto que no. Entonces [dieresis]porque ha el AFL-CIO abierto este ataque tan virulento contra China? Un hecho es claro.

Mientras que Sweeney y los miembros del Concilio Ejecutivo atacan a la América Empresarial y sus aliados, el AFL-CIO tiene en efecto un acuerdo tácito al que llama el contrato social. Implícito en el contrato social están las cláusulas de derechos de la gerencia en los contratos sindicales, el cual deja que estas corporaciones cierren las plantas y despidan a decenas de miles de trabajadores con alta paga sin impunidad. Estos derechos son considerados intocables y fuera de límites para cualquier negociación.

Bajo este contrato social, los trabajadores solo pueden negociar por el precio de su poder laboral. Y cuando su labor ya no sea necesario ellos son tirados como cualquier otro artículo. Esto incluye el cierre de cualquiera o todos los planteles que su sudor produjo.

El gobierno provee las leyes que aseguran estos derechos de propiedad de los capitalistas junto con legislaciones anti sindicales.

Es aquí donde existe la necesidad crítica para una discusión profunda de estrategia y tácticas en este complejo y difícil período de dominación global por las corporaciones estadounidenses y los bancos.

Trece millones de miembros y 68 sindicatos internacionales componen al AFL-CIO. Junto estos constituyen una fuerza poderosa--si se puede unir para embarcarse en un curso independiente que los prepare para la intensificación de la lucha de clases. La lucha por empleos, seguridad de estos, la organización de los no organizados y todas las otras necesidades socio económicas deben tomar lugar aquí en la ciudadela de los Estados Unidos.

[dieresis]Cómo se deberá cumplir todo esto? El primer paso es el de reconocer al enemigo. Y no es la República Popular China. El enemigo está aquí mismo en los Estados Unidos, rodeado de una población de más de 250 millones de trabajadores y oprimidos.

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