Mundo Obrero
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¿Qué consignas adelantarán la lucha obrera?

Cada gran lucha tiene su consigna.

Durante la Revolución Francesa de 1789 las masas arremetieron contra la Bastilla gritando “libertad, fraternidad, igualdad”. Los/as trabajadores/as y campesinos/as en la Revolución rusa de 1917 demandaban “pan, paz y tierra”.

¿Cuál será la meta para la lucha que emerge en los Estados Unidos?

¿Qué estarán pensando los líderes sindicales de este país cuando promueven la consigna “defendamos la clase media”? Esta consigna no viene de uno o dos individuos confundidos. Ha sido promovida por Richard Trumka, el presidente internacional de la AFL-CIO, por Bob King, presidente del Sindicato de trabajadores/as automotrices (UAW), y por numerosos/as líderes sindicales a nivel estatal y local.

Desde luego que estos sindicalistas deben ser elogiados por finalmente haber convocado protestas masivas en contra del vicioso ataque que en forma de recortes salariales y de beneficios, afecta especialmente a los/as trabajadores/as públicos/as. Los/as trabajadores/as han estado respondiendo acudiendo masivamente — en Wisconsin cientos de miles — a las numerosas marchas y manifestaciones al ver destruir sus derechos de negociación colectiva, recortar sus salarios y amenazar sus pensiones. Una lucha ya retrasada parece estar tomando forma.

Pero levantando la bandera “defendamos la clase media” al frente de este movimiento no sólo es una descripción inexacta. Es también perjudicial a la misma lucha que están intentando promover. El diccionario en línea de Merriam-Webster describe la clase media como una “ocupando una posición entre la clase alta y la clase baja ... integrada principalmente por negociantes y profesionales, burócratas, y algunos agricultores y trabajadores con grandes destrezas”.

Aunque la mayoría de los/as trabajadores/as pueda que no haya consultado el Merriam-Webster, sabe que son parte de la clase trabajadora, (despectivamente llamada “baja”).

Es verdad que algunos líderes sindicales, como Bob King del UAW, explican que apoyan a los/as trabajadores/as “para que tengan y mantengan un estándar de vida decente de clase media”, (Solidarity, marzo/abril de 2011) pero en el párrafo siguiente él confunde un estándar decente de vida con la “necesidad de reconstruir la Gran Clase Media americana”.

¿Por qué no pueden decir abiertamente estos líderes sindicales que están defendiendo a la clase obrera y el derecho de todos los seres humanos a tener un estándar de vida decente?

Después de la Segunda Guerra Mundial, los sindicatos y su dirigencia en los EE.UU. quedaron determinados por dos fuerzas poderosas. Primero, la clase dominante capitalista de banqueros y jefes corporativos, junto a sus políticos comprados y pagados, abrieron un ataque político para sacar a la mayoría de los/as socialistas y comunistas de las uniones — uniones que a menudo habían fundado.

En segundo lugar, la posición económica y militar preeminente de los Estados Unidos por todo el mundo condujo a que la misma clase dominante distribuyera algunas migajas a una parte de la clase obrera estadounidense. Entre 1947 a 1972 el estándar medio de vida aumentó un 50 por ciento. Para esos/as trabajadores/as que se beneficiaron de esta subida, los conceptos de la lucha de clase parecían innecesarios.

Las referencias a la “clase obrera” y a la “clase capitalista” desaparecieron de su vocablo. Los/as trabajadores/as ahora se llamaban “empleados/as” o “socios/as”. Algunos teóricos avanzaron la idea de que esta ideología estaba muerta, como por ejemplo Daniel Bell en su libro de 1960 “El fin de la ideología”.

Aprendiendo de nuevo la lucha de clases

La actual ofensiva de la clase dominante contra los/as trabajadores/as y los sindicatos encuentra a la mayoría de los/as dirigentes sindicales sin entrenamiento en cómo llevar a cabo la lucha de clases. Incluso en los casos cuando sinceramente desean resistir y movilizan a sus fuerzas para batallar, se ven obstaculizados por los conceptos erróneos. Tal vez temen que la clase dominante les ataque por fomentar la “lucha de clases”. Quizás también teman que sus propios/as miembros no respondan a un llamado para forjar una lucha combativa de masas, dirigida por la clase trabajadora.

Ciertamente hubo un tiempo en que muchos/as trabajadores/as industriales sindicalizados/as y mejor remunerados/as, miraban sin ninguna simpatía a aquellos/as por debajo de ellos/as en la escala económica. Pero hoy cientos de miles de esos/as mismos/as trabajadores/as han sido despedidos/as. El cierre de fábricas y la exportación de empleos al exterior han diezmado a los sindicatos industriales que anteriormente eran muy poderosos.

Muchos/as trabajadores/as han aceptado recortes salvajes de salarios y beneficios, mientras que a los/as trabajadores/as automotrices recién contratados /as se les paga la mitad de los salarios que reciben los/as trabajadores/as antiguos, en un sistema llamado “de dos niveles”. Los/as maestros/as y trabajadores/as del sector público en muchos campos están viendo de primera mano que la clase dominante no respeta su seguridad de empleo o sus derechos.

Ahora es precisamente el momento cuando son necesarias unas consignas claras y correctas para movilizar y educar a los/as millones de trabajadores/as que están entrando en la lucha.

No podemos volver a la época en que sólo un pequeño porcentaje de los/as trabajadores/as disfrutaban de un “estándar de vida de clase media”. No es sólo eso. La clase dominante no lo va a permitir.

Más importante aún es que esa visión reaccionaria deja afuera a la gran mayoría de los/as demás trabajadores/as que no tienen sindicatos.

Deja fuera a los/as desempleados/as y subempleados/as, que ahora suman 30 millones de personas.

Deja fuera a millones de trabajadores/as indocumentados/as y perseguidos/as.

Deja de lado a las personas con discapacidades y personas sin hogar, a las víctimas del racismo, sexismo y opresión contra lesbianas, gays, bisexuales y transexuales.

Todos/as ellos/as forman parte de la vasta clase trabajadora de los Estados Unidos. Todos/as ellos/as también están buscando un nivel de vida digno. El llamado a defender o reconstruir la “clase media” sólo puede servir para alienar e insultar a la mayoría de la clase obrera, excluirles de la lucha y debilitar la capacidad de nuestra clase para luchar y triunfar.

Es hora de revivir las consignas de la clase trabajadora

El hecho de que esta consigna tan obviamente errónea fuera adoptada tan rápidamente por la mayoría de destacados dirigentes sindicales de todo el país, hace pensar que la consigna surgió de un debate interno que incluyó algunos “especialistas” de un think-tank (agencia que concibe ideas para luego imponerlas a la sociedad).

La estrecha relación de los sindicatos con el Partido Demócrata y la prevaleciente dependencia de los sindicatos en las elecciones en lugar de en la lucha de masas, hace razonable suponer que los/as dirigentes sindicales están usando esta consigna para realmente atraer — no a sus propios/as miembros — sino a la real clase media.

Dado que una gran parte de los/as trabajadores/as, los/as desempleados/as y la gente más pobre del país no vota la mayor parte del tiempo, y que una parte significativa de la clase media está bajo la influencia del Partido del Té/Republicano, es posible que los/as líderes sindicales crean que con esta consigna pueden persuadirlos/as para que tengan una posición progresista en las próximas elecciones.

Por supuesto que no está mal que la clase trabajadora y sus organizaciones promuevan consignas que apoyen a sectores de la clase media que están sufriendo del ataque económico de los bancos y las corporaciones. Pero solamente una potente lucha por la clase trabajadora que una todos los sectores de la clase trabajadora para exigir empleos, cuidado de salud, vivienda, educación, sueldos sostenibles y pensiones — solamente esta especie de fuerza luchadora — puede atraer y atraerá un sector creciente de la clase media.

Es tiempo de revivir la consciencia de clase trabajadora y la lucha de la clase trabajadora en las calles. Para eso necesitamos consignas de la clase trabajadora.

Sole, miembro del United Auto Workers por los últimos 40 años, fue presidente del Local 2334 del UAW en Detroit.


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