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Mientras el capitalismo se desmorona

¿Qué camino hay para las fuerzas

Por Fred Goldstein

Como Washington está llevando a cabo guerras, ocupaciones e intervenciones en más frentes, el movimiento antiguerra es ahora más necesario que nunca. Se necesita para l@s trabajadores/as y oprimid@s en el exterior que son objetivos directos del Pentágono y además para las masas populares en Estados Unidos, quienes pagarán por estas operaciones militares y quienes tienen que llevarlas a cabo.

La lucha antiguerra se está desarrollando en medio de la crisis económica más severa en muchas generaciones. Esto crea una nueva situación para el movimiento y trae a la luz dos preguntas importantes: ¿Cuál debe ser el carácter del movimiento y cuál debe ser la relación de la lucha en contra de la guerra a la lucha en contra de la crisis económica?

Mientras millones de trabajador@s están perdiendo sus empleos y sus hogares y l@s trabajadores/as indocumentad@s sirven de chivo expiatorio y son atrapad@s en redadas, Washington está promoviendo la agresión en una forma u otra en Asia, el Medio Oriente, América Latina y África.

L@s trabajadores/as en Estados Unidos están bajo ataque porque el capitalismo estadounidense ha sido tomado por una crisis inevitable de sobreproducción, la cual es parte del sistema.

La gente oprimida en el exterior está bajo ataque porque el Pentágono está intentando asegurar los intereses de las gigantes compañías petroleras y las corporaciones transnacionales y los bancos con imperios globales desde Halliburton, Exxon y la GM, hasta Citigroup, JP Morgan Chase y AIG, la compañía de seguros más grande del mundo con operaciones en más de 100 países. Estas mismas corporaciones capitalistas están detrás de la crisis en el país.

Estos dos acontecimientos son inseparables: el colapso de las ganancias a nivel doméstico y la búsqueda de súper ganancias en el extranjero.

Sólo un pequeño resumen de los recientes eventos muestra la necesidad de un movimiento antiguerra con una perspectiva global.

Unas 17.000 tropas estadounidenses están programadas a viajar al frente en Afganistán en unas pocas semanas para continuar una guerra que fue iniciada en octubre del 2001 y no muestra señal de un final. La guerra recientemente se ha expandido hacia el noroeste de Pakistán, con naves tipo ‘Predator’ violando a voluntad el espacio aéreo de Pakistán y las Fuerzas Especiales de Estados Unidos cruzando la frontera.

La administración está retirando las tropas de Irak a paso lento y se ha comprometido a dejar una fuerza de ocupación de 50.000 tropas en el país para asegurar al régimen títere, su posición militar y los intereses de las compañías petroleras, tanto en Irak como en la región.

A pesar de la diplomacia, las amenazas contra Iran continúan. Recientemente se reveló que las fuerzas de Estados Unidos derribaron un avión automático (sin piloto) iraní que volaba sobre el espacio aéreo de Irak en febrero, mostrando tanto la provocación contra Irán y la absoluta soberanía del ejército estadounidense sobre los títeres iraquíes.

Estados Unidos continúa el flujo de fondos y material militar a Israel para que continúe la brutal ocupación de Palestina. Esto incluye la continua expulsión de palestin@s para dar lugar a los asentamientos israelitas y a la agresión israelita contra Gaza.

Bajo la excusa de la llamada “guerra contra el terrorismo,” Estados Unidos ha enviado 6.000 tropas para que dirijan a 2.500 tropas filipinas en unas operaciones en la región de Bicol al sur de Manila.

En Corea del sur, 26.000 tropas estadounidenses dirigen a 50.000 tropas coreanas en ejercicios militares llamados “Key Resolve” y “Foal Eagle” en toda Corea del sur desde el 9 hasta el 20 de marzo. En estos ejercicios toman parte el portaaviones nuclear USS John C. Stennis y siete naves destructoras Aegis con cargamento de misiles.

El 9 de marzo, el Pentágono envió una nave espía equipada con sonar anti submarino al espacio marino de China en el Mar del Sur Chino en una calculada provocación.

El Pentágono continúa la ayuda para los escuadrones de la muerte en Colombia; Washington está tratando de desestabilizar el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela; está fomentando un movimiento separatista en contra del primer presidente indígena en América Latina, Evo Morales de Bolivia; y continúa el embargo en contra de la Cuba socialista.

En África, el Pentágono continúa hacia delante con sus planes de establecer un Comando Africano. Por ahora está centralizado en Stuttgart, Alemania, y las operaciones del Ejército y la Marina en Italia. Esto reafirma los esfuerzos de Estados Unidos de estrangular al gobierno nacionalista de Robert Mugabe en Zimbawe por medio de sanciones y de socavar al régimen de Sudán.

El Pentágono ha matado a más de 1 millón de personas en Irak. Ha matado un sinnúmero de personas en Afganistán, incluyendo a civiles. El ejército estadounidense tiene un largo récord de guerras de conquista, comenzando con la destrucción de los pueblos indígenas, luego la toma de una gran parte de México y en 1898, la invasión de Cuba, Puerto Rico, y las Filipinas. Y docenas más han seguido.

El gobierno de Estados Unidos es el único gobierno que ha usado armas nucleares. El Pentágono es el arma internacional del mismo estado racista y represivo que tiene a 2,4 millones de personas en prisión, desproporcionadamente negras y latinas, y que usa la racista pena de muerte.

Más de un siglo de guerras e intervenciones no salen sólo de políticas malas. Las políticas salen de las necesidades de los gigantescos monopolios imperialistas que han expandido sus imperios empresariales hacia todo el globo terrestre con su deseo insaciable de mano de obra barata, materia bruta y ganancias.

La meta debe ser un movimiento de la clase trabajadora

Antes de la invasión de Irak en el 2003, las protestas antiguerra más grande en la historia de Estados unidos fueron organizadas. Lo mismo se dio en Bretaña, España y en otros países Europeos. Pero estas protestas gigantescas fracasaron en detener la guerra, aún cuando estas protestas son algo indispensable en la oposición a la guerra imperialista y como una muestra necesaria de solidaridad.

Las protestas a veces pueden ser una fuerza disuasoria para los gobiernos capitalistas y son necesarias para crear la organización y la energía necesarias para avanzar hacia la etapa de resistencia.

Hay muchas formas de resistencia a las guerras imperialistas. Pero el carácter de clase de la sociedad capitalista define las formas definitivas de una resistencia efectiva.

Una crisis económica profunda y prolongada, tal como la está experimentando el mundo capitalista entero actualmente, tiene que producir un aumento de la resistencia entre la clase trabajadora. Una vez que la rebelión en contra de la explotación eche raíces entre la clase trabajadora, una vez que la conciencia de los antagonismos entre “ellos y nosotros” se difunda, se prepara el terreno para su rebelión contra ser utilizad@s para hacer posible una guerra de los explotadores, ya sea como trabajadores/as o como tropas.

La guerra de los Estados Unidos contra Vietnam ocurrió en la etapa de gran prosperidad imperialista, cuando l@s trabajadores/as como clase social estaban relativamente protegid@s de los desastres de una crisis económica prolongada.

Ese período sin embargo, estuvo caracterizado por rebeliones en contra de la guerra y de la conscripción obligatoria entre la juventud, por la resistencia entre los soldados, y por levantamientos en contra del racismo, la represión policial y la pobreza en las comunidades africana-americana, latina e indígena. Pero l@s trabajadores/as como clase, como trabajadores/as del sector productivo, permanecieron alejad@s de la lucha.

Pero incluso durante esa guerra sin embargo, emergió el carácter crucial de los trabajadores como soldados. Fueron los trabajadores uniformados quienes finalmente obstruyeron la guerra en forma concreta al rebelarse contra la máquina militar, rehusando combatir, abandonando sus puestos masivamente y recurriendo al uso de la violencia en contra de sus oficiales militares. Incluso organizaron un sindicato antiguerra, el Sindicato de Soldados Americanos.

Hoy, la situación es muy distinta. No solamente hay una crisis en aumento para l@s soldad@s llamad@s a matar o a morir en el exterior, pero la clase trabajadora en si se encuentra en una crisis creciente. Más de 20 millones de trabajadores/as están desemplead@s o subemplead@s. No hay un indicio de que van a parar los despidos. Millones de personas han perdidos sus casas o pronto las perderán.

El ciclo vicioso detrás del bajón capitalista, donde los despidos conducen a la pobreza, que a su vez produce más despidos, es ahora transparente, no como en los años de 1960. El ejemplo del rescate de ricos banqueros mientras l@s trabajadores/as reciben escasas migajas de “estímulo”, está claramente visible. La contradicción de la necesidad de cerrar fábricas, cadenas enteras de tiendas, quitar los alimentos de los mercados y forzar a millones de personas fuera de sus casas mientras que aparecen a través del país ciudades de tiendas de campaña con personas sin techo–en breve, la contradicción de la pobreza en medio de la abundancia—puede crear la oportunidad a la larga, de organizar a la clase trabajadora para luchar contra el sistema y sus guerras.

Ahora mismo $534 mil millones han sido dedicados para el presupuesto militar, pero esto no incluye otros gastos relacionados a lo militar como por ejemplo las investigaciones para armas nucleares, los gastos para veteran@s, los intereses de las deudas de guerras e intervenciones pasadas, y las guerras en Irak y Afganistán. Si incluimos estos gastos el presupuesto de guerra llega a ¡un billón de dólares (mil miles de millones)! La lucha por los recursos para crear empleos está inseparablemente relacionada con la lucha contra la máquina militar.

Pero más allá de los gastos militares, la lucha para conducir a la clase trabajadora al movimiento antiguerra es la única forma de pasar de la protesta a la resistencia, hasta detener realmente las guerras y las intervenciones. Son l@s trabajadores quienes producen y transportan todo lo que hace posible la guerra. Ell@s como clase tienen el poder social de interferir con la guerra. Un ejemplo que ilustra este hecho es cuando el sindicato de estibadores (ILWU) cerró el sistema portuario de la costa oeste de los EEUU el Primero de Mayo del 2008 para protestar en contra de la guerra en Irak. Esta fue una huelga política. Mientras que una huelga de un solo día no puede detener la guerra, este ejemplo tiene un alto significado para el movimiento antiguerra.

El enfoque que asuma el movimiento antiguerra para dirigirse a l@s trabajadores/as no solo debe incluir demandas de la clase trabajadora en su programa, como el derecho a un empleo, pero también debe buscar la manera para demostrar la solidaridad concreta en la lucha. Para asegurar la solidaridad más amplia, es esencial incluir las demandas de los derechos de l@s trabajadores/as indocumentad@s al igual que las demandas en contra del racismo, la opresión nacional, la opresión sexual y de género, y todas las demás formas de opresión.

Sin duda alguna, la lucha contra la guerra debe ser continuada independientemente. Pero es necesario que tenga una perspectiva de clase trabajadora. La resistencia antiimperialista debe fusionarse con la solidaridad de la clase trabajadora internacional. Debe ser reconocido que l@s trabajadores/as y oprimid@s del mundo están bajo ataque por los mismos patrones y banqueros que explotan y despiden obrer@s aquí en los EEUU.

En última instancia, la lucha contra la guerra tiene que volverse en una lucha contra el capitalismo el cual engendra la guerra y la intervención en su búsqueda de ganancias, al igual que produce crisis y sufrimiento en la nación.

Reforzando la lucha de la clase trabajadora en contra del capitalismo es la manera más segura para ayudar a quitar el imperialismo de los EEUU de las espaldas de los pueblos del mundo.


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