La verdadera razón por que Wolfowitz está bajo fuego
Por Robert Dobrow
Estos días, desde las sangrientas batallas en Irak hasta los lujosos
salones del Banco Mundial, el “Nuevo Siglo Americano” del
imperialismo está en problemas.
El ex jefe diputado del Pentágono y ahora presidente del Banco Mundial,
Paul Wolfowitz, príncipe de los nuevos conservadores y arquitecto de la
invasión de Irak, está sumido en un profundo escándalo. El
hombre que comenzó su puesto hace dos años como cabecilla de la
supuesta institución financiera pública más grande del mundo con
llamados a luchar contra la “corrupción global” se encuentra
acusado de pedir favores a una amiga en el Banco.
No gastemos tinta en estos puntos de segunda. Dejaremos esto a los derechistas
de la prensa capitalista que ha tornado todo comentario político objetivo
sobre Wolfowitz en un escándalo sensacionalista sobre sexo, mentiras y
sobornos.
La verdadera historia es cómo la administración de Bush ha tratado de
moldear al Banco Mundial en una herramienta para su agenda de guerra y los
límites de su habilidad para forzar al resto del mundo a obedecer su
voluntad.
Cuando Wolfowitz fue nominado por George W. Bush hace dos años para
dirigir el Banco Mundial, el periódico financiero europeo, The Economist,
de extrema derecha y conservador, publicó en un editorial que, “Su
postulación dice al mundo que el señor Bush quiere capturar al Banco
Mundial y convertirlo en un ala de la política exterior
americana.”
Debemos agregar aquí sin embargo, que The Economist no tiene ningún
problema en que el Banco Mundial sea un ala de la política exterior
imperialista de Europa.
El SIDA como arma política
Wolfowitz, después de Bush, ha sido un de las figuras más visibles y
odiadas en el mundo por su papel en Irak, por las mentiras que justificaron la
invasión, por las políticas de torturas de la ocupación, por la
arrogancia y la conducta despiadada de la guerra.
Y ahora como presidente del Banco Mundial, Wolfowitz también ha impuesto
una agenda descaradamente pro estadounidense. Un artículo de primera plana
en la revista New Yorker del 19 de abril por John Cassidy titulada “La
Siguiente Cruzada” cita numerosos ejemplos para apoyar este punto de
vista.
Por ejemplo, en julio del 2005, la república de Uzbekistán en el Asia
Central demandó que EEUU retirara sus tropas y aeronaves de una base
militar en su territorio que había sido usado para apoyar la guerra contra
Afganistán. Dos meses después, Wolfowitz suspendió un paquete de
ayuda al país dedicado mayormente para proyectos de servicios de agua y
salud en las zonas rurales. No se sugirió semejantes recortes para
Tayikistán, un régimen brutalmente represivo pero partidario de los
EEUU que recibe millones en préstamos del Banco Mundial.
Wolfowitz ha empleado la acusación de corrupción selectivamente para
negar préstamos a los países que ejercen una medida de independencia
de la influencia de los EEUU, como Congo-Brazzaville y Chad, países pobres
africanos con ricos recursos naturales. A ambos países el Banco Mundial
les negó ayuda para desarrollo el año pasado.
Con Irak, sin embargo, Wolfowitz ha estado más activo en hacer disponible
el Banco Mundial al servicio del Pentágono.
Primeramente Wolfowitz hizo una serie de nombramientos a puestos del más
alto nivel en el banco a socios políticos de gobiernos derechistas que
habían sido unos de los más leales seguidores de la política
estadounidense en Irak, como por ejemplo El Salvador, España y
Cisjordania. “Ha utilizado su puesto en parte para recompensar los
gobiernos e individuos que fueron particularmente útiles a los EEUU en la
guerra de Irak”, dice Steven Clemmens de la Fundación Nueva
América.
El Banco Mundial y el petróleo
Luego, el otoño pasado Wolfowitz estableció una oficina permanente
del Banco Mundial en Bagdad. Según el Centro de Información Bancario,
una organización liberal no gubernamental que monitorea las políticas
del Banco: “La institución está aconsejando al Fondo Monetario
Internacional (FMI) sobre el desarrollo de la estrategia del sector petrolero.
Más ampliamente, el Banco está aconsejando a Irak sobre cómo
atraer inversiones directas extranjeras a través del rápido
desarrollo de leyes facilitadoras para los inversionistas y a la vez
aconsejando sobre la reforma [privatización-BD] de empresas estatales.
Adicionalmente, el Banco está participando en reuniones con el FMI, el
Ministro de Finanzas de Irak y el Centro Internacional de Impuestos e
Inversiones (CIII) sobre el sector petrolero de Irak. El CIII es un grupo de
cabilderos empresariales compuestos de representantes de BP, Chevron, Eni,
ExxonMobil, Shell y Total”.
“La aparente intrepidez de Wolfowitz de utilizar el Banco Mundial para
avanzar los objetivos militares dudosos de los americanos en el Medio Oriente
es ... una violación de los Estatutos de Acuerdo fundadores del Banco, y
un malgasto precipitado de los recursos donados”, dijo Bea Edwards,
directora del Programa Internacional del Proyecto de Contabilidad
Gubernamental, un grupo de interés público sin fines de lucro y una
organización que protege a las personas que revelan actividades
corruptas.
“De hecho, está prohibido que el Banco opere en semejante
conflicto”, agregó Edwards. “En los términos financieros
más sencillos, no hay sistema bancario funcionando, el gobierno no
controla su territorio”.
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional están esperando que el
Parlamento Iraquí establezca un Concilio Federal de Petróleo e
Hidrocarburos, administrado por ejecutivos de las grandes empresas petroleras.
“La ley nueva otorgaría al concilio virtualmente todo el poder para
desarrollar la política y los planes para los campos petroleros sin
desarrollar, y revisar y cambiar todos los contratos de exploración y
producción,” reportó Juan González en el Daily News el 21
de febrero. La Compañía Nacional Iraquí de Petróleo
quedaría sin defensas frente a estas compañías extranjeras.
“Como la mayor parte de los 73 campos comprobados de petróleo en
Irak están todavía por desarrollarse, el nuevo concilio se
convertiría instantáneamente en una poderosa central mundial de
energía,” escribió González. Los contratos con
compañías internacionales probablemente serían semejantes a los
controversiales acuerdos de producción compartida, los cuáles ofrecen
la parte mayor de las ganancias petroleras a los inversionistas
extranjeros.
El Banco Mundial fue fundado en 1945 con el propósito específico de
proyectar el poder de los Estados Unidos en la época de posguerra. El
presidente del banco siempre ha sido de los Estados Unidos, la sede del banco
está en Washington, y Estados Unidos tiene veto permanente. El Banco es
criticado en muchos países alrededor del mundo por las medidas severas de
austeridad que obligan a las naciones en camino a desarrollarse a aceptar sus
términos, incluyendo demandas de privatización de industrias y el
saqueo de recursos nacionales e industrias nacionales a favor de las ganancias
del capital extranjero.
Pero el Banco Mundial en el pasado ha sido también un esfuerzo de
coalición de capital estadounidense, europeo, y japonés, con fondos
considerables provistos por fuentes no-estadounidenses.
Sin embargo, hoy en día, a la administración de Bush y a sus socios
de las grandes empresas no les interesan las coaliciones. Demandan el control
total. Esto está mejor revelado en el infame documento co-escrito por
Wolfowitz mismo hace siete años titulado “Reconstruyendo las
defensas de América”. Este manifiesto del proyecto llamado Proyecto
por el Nuevo Siglo Americano ha sido llamado el “Mein Kampf” del
movimiento de los nuevos conservadores. Proyecta un mundo de dominación
estadounidense global, pidiendo aumentos masivos en el presupuesto militar, que
se cubra el planeta con bases del Pentágono, que se cree un estado casi
permanente de disponibilidad militar, y que se cambie el régimen
dondequiera que los intereses políticos y económicos de capitalismo
estadounidense estén amenazados.
Pero esta utopía reaccionaria está desintegrándose en el suelo
de Irak donde la resistencia popular frente a la agresión estadounidense
sigue creciendo. Y aunque preferiríamos que Wolfowitz sea acusado de
crímenes de guerra en vez de por los cargos menores de soborno, el hecho
es que sus problemas en el Banco Mundial son otro signo más de que la
administración de Bush está a la defensiva y sin el poder de imponer
su voluntad sobre un mundo que no está dispuesto a acatarla.
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