La guerra contra Irak:
¿Qué tiene que ver con Marx?
Por Fred Goldstein
¿Qué tiene que ver Karl Marx con la resistencia contra la guerra en
Irak?
No hay que ser marxista para oponerse a la guerra contra Irak. Hay suficientes
razones para indignarse como los bombardeos “Choque y Espanto”, las
torturas en Abu Ghraib, los asesinatos de más de medio millón de
iraquíes, las muertes de más de 3.000 soldados estadounidenses y
miles de heridos más que son tratados por el Pentágono como
mercancía desechada en el Hospital Walter Reed.
Y no hay que ser marxista para entender que la motivación detrás del
“progreso” de la administración Bush para su cliente Maliki en
Irak, son las ganancias, es decir la ley del petróleo que abre la segunda
reserva más grande en el mundo para las compañías Exxon, Mobil,
Chevron, Shell y British Petroleum. Por cierto, adivinen quién acaba de
establecer su cuartel general para toda Asia en Dubai. Por supuesto, la
Halliburton de Cheney.
No es necesario entender a Lenin, quien actualizó el marxismo en el siglo
20 con su análisis del imperialismo como un sistema social con necesidad
de expansión, para oponerse a la guerra de la OTAN-EEUU en
Afganistán; o la campaña de Washington por un “cambio de
régimen” del gobierno independiente de Irán; o su apoyo para el
régimen de Israel y su continua guerra de represión contra el pueblo
palestino; o el uso de Tel Aviv para librar una guerra contra Hizbolá con
el objetivo de asegurar un régimen afín a los Estados Unidos en el
Líbano; o sus intentos de destruir los gobiernos socialistas de Corea del
Norte y Cuba; o la campaña en contra del gobierno pro socialista y
antiimperialista de Hugo Chávez en Venezuela.
Ya nos adhiramos o no a la teoría leninista del imperialismo, hay que
oponerse a la más reciente “estrategia africana” de Washington
que ayuda a las corporaciones petroleras al situarse en el Golfo de Guinea con
sus reservas; la intervención militar en África para colocar un
“caudillo” afín a los EEUU en Somalia y recolonizar
Etiopía; y la campaña de Estados Unidos y Bretaña para derrocar
al gobierno de Robert Mugabe en Zimbabwe porque éste trató de retomar
la tierra más fecunda en el país de manos de los colonos blancos que
quedaban del viejo régimen.
De la esclavitud a Katrina
L@s marxistas decimos que el sistema de ganancias es el responsable del racismo
y la opresión nacional. Pero no se tiene que estar de acuerdo con esto
para poder ver claramente que cientos de miles de african@s-american@s han sido
abandonad@s para que permanentemente sufran el trauma extraordinario de un
desplazamiento y una separación evocadora de la esclavitud mientras que
los corredores inmobiliarios y otros parásitos del re-aburguesamiento urbano, como
aves de rapiña se han movilizado a Nueva Orleáns para hacer de la
crisis del pobre una oportunidad de ganancias para el rico.
El estado, según Marx, es una herramienta de la clase dominante para
ejercer la opresión sobre la clase trabajadora y oprimida, que es la
explotada. Y ya esté usted de acuerdo o no con que este análisis se
aplica a los Estados Unidos, hay que preguntarse cómo es que el
Departamento de Seguridad para la Patria lleva a cabo redadas de terror en
contra de trabajador@s indocumentad@s indefens@s, redadas que dejan a l@s
niñ@s sin padres ni madres y criminaliza a l@s trabajador@s peor pagad@s
que lo único que intentan es tratar de sobrevivir.
Es indiscutible que la policía es parte esencial de ese estado, ya se
considere usted marxista o no. Considere el asesinato por parte de la
policía de Amadou Diallo, de Sean Bell, y del número sin reportar de
víctimas de identificaciones racistas estereotipadas y de brutalidad
policial en las comunidades oprimidas. Parte de ese estado es el complejo
prisión-industrial, que mantiene a 2 millones de personas
pobres—desproporcionadamente africana-americanas y latinas—que,
antes de que se convirtieran en prisioneras del estado, eran presas de la
pobreza y de la desesperación en una economía de $11 trillones
dirigida por empresarios multimillonarios.
El precio del dominio corporativo
Parte de ese estado dirigido por las corporaciones son los jueces que permiten
que las corporaciones echen en la basura los contratos sindicales y las
pensiones de l@s trabajador@s usando la maniobra legal de la bancarrota. Los
jueces que ordenan prohibiciones contra huelguistas, la policía que rompe
las líneas de piquete y las agencias gubernamentales que nulifican las
elecciones sindicales son parte también del aparato de ese estado.
No es necesario tener un análisis sofisticado del capitalismo para saber
que las compañías súper-ricas de los HMOs y las aseguradoras
están acumulando ganancias producto del sistema del cuidado médico
mientras que 47 millones de personas no tienen ningún seguro de salud; que
las compañías farmacéuticas obtienen súper-ganancias
mientras que la gente sigue enfermándose y much@s mueren porque no pueden
pagar los altísimos precios establecidos por el sistema monopolista de la
industria farmacéutica; que los propietarios y los inversionistas en
bienes raíces han destruido los alquileres razonables de las viviendas;
que la gente que sobrevive de cheque a cheque tiene que pedir préstamos
para poder seguir adelante; y que los bancos y las compañías de
tarjetas de crédito, los prestamistas de hipotecas y otros usureros
corporativos están pillando a la gente mientras los intereses de las
deudas personales suben aceleradamente.
Pero mientras más extensamente examinamos la naturaleza de la sociedad
contemporánea en EEUUA, Europa y Japón, más se vuelve claro que
lo que está pasando actualmente no es nada nuevo, sino una
continuación en una escala mayor, de lo que ha existido a través de
la historia del capitalismo y el imperialismo.
Poner en peligro al planeta y a su gente
Uno de los sucesos recientes más dramáticos y peligrosos bajo el
sistema de ganancias es la amenaza al planeta. Para mantener sus márgenes
de ganancias, las corporaciones están envenenando el suelo, el agua, el
aire y están erosionando la atmósfera. Si algo revela la locura y la
avaricia inherente al afán y el sistema de ganancias, es el riesgo
corporativo al planeta.
El capitalismo amenaza también a la gente que vive en el planeta.
Sólo recientemente ha sido que las mujeres en este país ganaron el
derecho legal de tomar decisiones fundamentales sobre sus propios cuerpos. Y
ese derecho se ha ido recortado gradualmente.
Las mujeres son maltratadas todos los días en este país y las cortes
y la policía no hacen nada. Hay refugios para mujeres maltratadas a
través de todo el país.
Personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales son atacadas, y golpeadas
por la policía y estos crímenes quedan impunes y mayormente sin
reportar.
Hasta hoy día, la gente lesbiana, gay, bisexual y transexual todavía
lucha por los derechos más fundamentales, como el derecho a casarse y a
amar a la persona que quiera.
El racismo, el sexismo y la opresión por el género se arraiga en la
necesidad de la minoría súper rica que gobierna dividiendo a la clase
trabajadora, lanzando prejuicios y odio en sus ojos de modo que no puedan
considerar cómo cada faceta del sistema de ganancias funciona en su contra
—para así prevenir que se unan y luchen en contra de su enemigo
natural: la clase capitalista.
El marxismo muestra el camino
Si usted se opone a todos estos males y quiere acabar con ellos de una vez y
por todas, entonces Marx y Lenin son indispensables.
L@s marxistas luchamos por la justicia política, social y económica
en la sociedad capitalista en todos los niveles todos los días. No hay
forma de opresión o explotación que deba ser permitida pasar sin
oposición. No estamos esperando que el socialismo caiga del cielo y lo
arregle todo.
Pero para acabar con todos estos productos del capitalismo, l@s trabajador@s
sindicalizad@s y l@s oprimid@s deben quitarle el poder que tienen las
corporaciones para despedir a l@s trabajador@s, recortarle los sueldos y
eliminarle el cuidado de salud. Este movimiento debe quitarle a los
propietarios el poder de hacer que la vivienda sea inasequible; quitarle al
estado su poder de fomentar una guerra contra l@s inmigrantes; al
Pentágono su poder de hacer guerras de agresión e intervención
en el exterior; y debe destruir el sistema y la cultura dominante de racismo,
opresión nacional, degradación de mujeres y opresión de
género.
El poder para cumplirlo se basa en el control de la economía, de los
medios de difusión, de educación, del sistema de cuidado de la salud,
etc. L@s marxistas queremos eliminar de la sociedad a los dos partidos
capitalistas, Republicano y Demócrata, los cuales están pagados por
las multimillonarias corporaciones y engañan al
pueblo—generación tras generación—mientras continúa
la guerra, la pobreza, el racismo y el sufrimiento.
Los partidos políticos de l@s trabajador@s y l@s oprimid@s se deben
movilizar para reorganizar la sociedad en base revolucionaria.
El pueblo trabajador tiene que tomar el control de la riqueza enorme que ha
creado. Y las naciones y nacionalidades oprimidas—africana-americana,
latina, asiática, indígena y tod@s aquell@s que han sido golpead@s
por el racismo y la opresión nacional en esta “cárcel de
naciones”—deben tener el derecho a la
auto-determinación—i.e. la libertad de decidir su propio destino
político, social y económico.
Tenemos que apoderarnos de los medios de difusión para que las vidas de
las comunidades oprimidas y de la clase trabajadora se vean por todo el
país y alrededor del mundo en las primeras páginas de los
periódicos, en las revistas y en las redes de televisión popular. La
industria médica debe ser usada en la manera como es usada en la Cuba
socialista—donde todo el servicio de cuidado de salud tanto como la
educación, es gratuito—para el bienestar de las masas, no para las
ganancias de la “industria de salud” capitalista.
En otras palabras, la clase capitalista —la clase que se aprovecha de la
explotación y las ganancias—su sistema y su estado represivo ha de
ser destruido de raíz a través de la lucha revolucionaria de las
masas de trabajador@s y el pueblo oprimido. Entonces y sólo entonces
terminarán las guerras imperialistas como la de Irak.
Eso es lo que Marx tiene que ver con la oposición a la guerra.
(Copyright 2005-2012, Workers World. Todos los derechos reservados. Permiso para reimprimir
artículos dado si se cita la fuente. Para más información
escriba a: Mundo Obrero/Workers World, 55 W. 17 St., NY, NY 10011; por e-mail:
[email protected]. WWW: http://www.workers.org)
|