L@s trabajador@s y campesin@s colombian@s necesitan solidaridad internacional
Por Berta Joubert-Ceci
¿Por qué debe estar Colombia en la lista de prioridades del
movimiento progresista en los Estados Unidos?
Colombia está enfrentando la crisis política más seria de su
historia reciente. La solidaridad internacional puede tener un impacto enorme
ayudando a los movimientos progresistas y sociales de Colombia para que avancen
en su jornada hacia un país justo y de paz. Esta solidaridad no solo
beneficiaría a Colombia sino a toda la región latinoamericana.
No es accidental que el “Plan Colombia” se haya tornado en la
“Iniciativa Regional Andina,” un plan creado por los Estados Unidos
para aplastar la creciente resistencia de los pueblos latinoamericanos al
neoliberalismo que Washington ha impuesto bajo el velo de “llevar la
democracia”.
¿Cuál es la naturaleza de la crisis en Colombia?
Un escándalo conocido como parapolítica se está revelando, lo
cual está estremeciendo los cimientos mismos del estado. La
parapolítica es la asociación íntima y asesina entre los
paramilitares y los oficiales del gobierno, miembros del congreso, alcaldes,
gobernadores y otros políticos de los partidos y grupos cercanos al
presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez.
Los mismos paramilitares dicen estar afiliados con el 35% del congreso
colombiano. La policía y el ejército colombiano, respaldados por
Estados Unidos, como también las corporaciones transnacionales de
propiedad estadounidense como la Occidental Petroleum, Coca-Cola, Chiquita y
Drummond, están envueltos con los paramilitares.
En el 2006 fue encontrada una información comprometedora que reveló
muchos de estos lazos en una computadora que fue confiscada al líder
paramilitar Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40. Como resultado, más de una
docena de miembros del congreso y otros oficiales del gobierno están en la
cárcel y más de cien están siendo investigad@s, cifras que van
creciendo según pasa el tiempo.
Colaboradores cercanos a Uribe están siendo acusados y
procesados—entre ellos, el hermano y el padre de su protegida, la (ex)
Ministra de Relaciones Exteriores, María Consuelo Araujo. Como resultado
de las protestas públicas, Araujo fue forzada a renunciar a pesar de la
renuencia de Uribe a despedirla.
Pero lo más dañino para Uribe, fue el arresto de su más cercano
aliado, Jorge Noguera, quien había sido director del Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS), o policía secreta. Noguera fue acusado
de haber dado una “lista negra” de sindicalistas y otros
líderes sociales a los paramilitares. Varias personas que fueron nombradas
en la lista han sido asesinadas.
El círculo se cierra cada día más para Uribe. Recientemente la
Corte Suprema, la entidad judicial encargada de los casos parapolíticos,
ordenó la investigación del primo de Uribe, el Senador Mario Uribe.
El vicepresidente Francisco Santos está también bajo sospecha de
tener asociaciones con los paramilitares, en particular con Carlos
Castaño, fundador del grupo paramilitar AUC.
La presentadora de televisión Virginia Vallejo, quien fue amante del ahora
fallecido cabecilla del cartel de Medellín, Pablo Escobar, declaró
públicamente el mes pasado que había conocido a Uribe por medio de
Escobar. Vallejo, que publicó hace poco el libro “Amando a Pablo,
Odiando a Escobar”, dijo en una entrevista al periódico español
El País, que Escobar “idolatraba” a Uribe, quien como jefe de
la Aeronáutica Civil en 1980-1982, había concedido “docenas de
licencias para pistas de aterrizaje y centenares para los aviones y
helicópteros sobre los que se construyó toda la infraestructura del
narcotráfico”.
Esta crisis ha imposibilitado a los partidarios de Uribe en el exterior
pretender ignorancia. Hasta el New York Times, que ha reportado muy poco de la
espantosa violencia en contra de trabajador@s y campesin@s de Colombia, en un
editorial del 8 de octubre recomendó que el Tratado de Libre Comercio
pendiente con Colombia sea postergado porque el “Presidente Álvaro
Uribe y su gobierno no han hecho lo suficiente para llevar a la justicia a los
pandilleros paramilitares –y sus partidarios
políticos—responsables de extensas violaciones a los derechos
humanos”.
La naturaleza de estas relaciones entre las instituciones paramilitares y el
gobierno no es simplemente la “infiltración” por parte de
paramilitares narcotraficantes en el gobierno. Es la paramilitarización
generalizada en las instituciones del país.
Los paramilitares no son solamente “escuadrones de la muerte”.
Controlan un sector significativo de la economía de Colombia. Son
dueños de clínicas de salud beneficiándose del frenesí
privatizador impulsado por el FMI y el Banco Mundial e implementado por Uribe,
que ha afectado los servicios básicos más importantes para la
población. Poseen vastos terrenos, robados de pequeños agricultores
que tuvieron que huir de sus casas aterrorizados por las masacres perpetradas
por los mismos paramilitares. Controlan el multimillonario negocio del
narcotráfico. Colaboran con las corporaciones transnacionales despejando
terrenos para el beneficio del capital extranjero.
Movimiento Popular
Pero este gobierno paramilitar está siendo desafiado por el movimiento
popular. Un movimiento popular creciente que representa a sectores amplios de
la sociedad –el sindical, l@s afro-colombian@s, l@s indígenas, l@s
campesin@s, las personas desplazadas, las mujeres y la juventud- ha estado
movilizando para revelar y oponerse a la complicidad asesina entre el gobierno,
los paramilitares y las corporaciones transnacionales.
Recientemente, desde el 10 hasta el 12 de octubre, la Movilización
Nacional Agraria y Popular llevó a cabo acciones en distintas partes del
país. Una de las organizaciones en el liderato, la Asociación
Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC), había sido amenazada y
reprimida por el gobierno de Colombia incluso antes de que comenzara la
movilización. Tres de los líderes de la ACVC fueron detenidos el 29
de septiembre por el DAS y aún permanecen en prisión.
Sin embargo, el resto de la organización valientemente procedió con
la acción; miles de campesin@s se manifestaron en distintas regiones,
enfrentando la violenta represión del estado que mató a varios
activistas.
Se necesita la solidaridad internacional
El papel de l@s progresistas alrededor del mundo ha sido crucial muchas veces
en prevenir más asesinatos y resguardar las vidas de activistas sociales y
sindicales en Colombia. Ellas y ellos son las hermanas y los hermanos del
pueblo trabajador por doquier. Como dice el lema sindical: “Un golpe
contra un@ es un golpe contra tod@s”.
La solidaridad individual y de las organizaciones en los Estados Unidos es muy
importante. Cartas de protesta a los gobiernos de Colombia y de los Estados
Unidos, mensajes de solidaridad a las organizaciones de masas, comunicados de
prensa y viajes de delegaciones a Colombia son algunas formas en que la
necesitada solidaridad puede ser manifestada.
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