Masivas protestas sobre la educación estremecen Colombia
Por Berta Joubert-Ceci
Las masivas protestas que comenzaron el 23 de mayo, culminaron el 30 de mayo en
la movilización nacional más grande en la historia reciente de
Colombia. En Bogotá, más de 220.000 personas marcharon en esa
capital, cerrando exitosamente la transportación por algunas horas.
Alrededor de la nación, l@s estudiantes ocuparon más de 300
colegios—sólo en Bogotá cerraron 130—defendiendo el
derecho a una educación pública a bajo costo; cientos de miles
protestaron en toda la nación.
Desde el Primero de Mayo, día que l@s trabajador@s celebran en todo el
mundo, Colombia ha estado bajo un estado de convulsión. El sufrimiento de
las masas populares en ese país es muy difícil de imaginar. Aún
así, a pesar de las masacres, los desplazamientos, los asesinatos
selectivos, los arrestos y detenciones masivas, la represión general y la
siempre presente amenaza de los paramilitares, el movimiento sindical y social
mantiene la lucha a pesar de todos estos obstáculos, forzando su agenda
progresista.
El Presidente Álvaro Uribe con su recién propuesto Plan Nacional de
Desarrollo (PND) y el Proyecto de Ley de Transferencias, (PLT) ha provocado la
ira e indignación particularmente de maestr@s, estudiantes y trabajador@s
de colegios y universidades, quienes han estado en un estado permanente de
movilización en oposición a las medidas desde el 23 de mayo.
El PND—que es básicamente el plan financiero para la nación
hasta el año 2010—dicta que las escuelas y universidades deben pagar
a l@s jubilad@s de sus propios presupuestos, dando así fin a los subsidios
gubernamentales. El PLT reducirá la cantidad de dinero que el gobierno
federal da a la educación y a los servicios de salud. El sistema de
educación en Colombia es ya precario y estas medidas contribuirán a
la decadencia de estos vitales servicios.
Los analistas en Colombia dicen que estas medidas prepararán el camino
hacia la privatización de la educación y la salud y consecuentemente
el fin al acceso a estos servicios para las familias pobres quienes son parte
de la mayoría de la población.
El Plan Colombia, el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos y la
infiltración de los paramilitares en el gobierno local y nacional ya han
producido una gran oposición de las masas. Ahora este nuevo ataque contra
la educación ha agregado una nueva capa de activismo.
Las acciones y asambleas de maestr@s y estudiantes que se estaban celebrando en
toda la nación culminaron el 23 de mayo tornándose en un nuevo
descontento social en Colombia. La Central Unida de Trabajadores (CUT), el
partido de oposición de centro izquierda en el Congreso
Colombiano—el Polo Democrático Alternativo—y la
Federación Colombiana de Educadores (FECODE), entre otros, convocaron a
una huelga nacional del 23 de mayo en contra de las políticas de Uribe,
incluyendo el PND y el PLT.
Ese día l@s maestr@s de primaria y secundaria iniciaron una huelga que
duró hasta el 1º de junio. Las acciones del 23 de mayo también
exigieron una solución política y no militar al conflicto interno
armado, el rechazo a la privatización de la industria petrolera
(ECOPETROL), y por la verdad y justicia en el escandaloso caso de los lazos
entre políticos y paramilitares.
Sólo en Bogotá 42.000 personas marcharon el 23 de mayo. Estudiantes,
maestr@s, trabajador@s, jubilad@s, la comunidad indígena y la comunidad
afrocolombiana, campesin@s, mujeres, y muchos otros sectores entre l@s
trabajador@a pobres marcharon por más de seis horas por las calles
capitalinas.
En la mayoría del país las escuelas quedaron paralizadas, con marchas
y otras acciones en Medellín, Manizales, Pereira y Pasto incluyendo
bloqueos de carreteras en otras partes. Telesur reportó ese día que
en la muy pobre región occidental del Chocó, fronteriza a
Panamá, “las comunidades indígenas cerraron la ruta
Medellín-Quibdó y demandaron la presencia de organismos de control
como la Defensoría Pública y la oficina del fiscal para que sus
demandas, especialmente las demandas sociales, sean cumplidas”.
Maestr@s y estudiantes tuvieron asambleas y acciones diversas a nivel nacional
después del 23 de mayo. El movimiento estudiantil se unió y
formó un frente unido en defensa de la educación pública,
llamando a la ocupación de universidades y otro día de
manifestaciones nacionales para el 30 de mayo.
La reacción del gobierno hasta ahora ha sido la de de proceder con el PND
y el PLT, cerrar la Universidad Nacional en Bogotá y utilizar a la
policía antimotín, la ESMAD, en contra del estudiantado en algunas
ciudades. Alrededor de 100 agentes de la ESMAD invadieron violentamente la
Universidad de Caldas en la madrugada del 5 de junio rompiendo puertas,
lanzando gases lacrimógenos y tirando perdigones a l@s 200 estudiantes que
ocupaban el campo universitario. L@s estudiantes reaccionaron lanzando piedras
a la policía, la cual arrestó a 22 estudiantes. El 11 de junio, la
Federación Estudiantil de la Universidad Caldas difundió una
declaración en el Internet pidiendo solidaridad.
Esta represión no ha disminuido el espíritu de lucha de l@s
estudiantes ni de las masas. Las acciones siguen alrededor de Colombia y un
llamado a la “ocupación de Bogotá” ha sido hecho para el
13 de junio.
El papel de los EEUU y los medios corporativos
Los medios de comunicación capitalista en los EEUU han comenzado
finalmente a reportar sobre el escándalo colombiano de la
“parapolítica” –la infiltración paramilitar del
Congreso Nacional y las presuntas conexiones entre los paramilitares y Uribe.
Esto es una señal de que un sector de la clase dominante en Colombia y en
los EEUU también está intentando distanciarse del régimen de
corte fascista de Uribe. El Congreso de los EEUU captó esta señal y
está al menos, demorando su voto por el TLC con Colombia, basando esta
demora en los notorios abusos de ese país contra los derechos humanos.
Sin embargo, ni siquiera un solo artículo ha sido publicado por los medios
corporativos de comunicación de los EEUU sobre las importantes huelgas y
las grandes manifestaciones de estudiantes y trabajador@s. Aparentemente estos
medios comunicativos han decidido que la publicidad de la resistencia popular
en contra de un aliado capitalista de los EEUU, aunque sea el gobierno de
Uribe, es dañina a los intereses de los Estados Unidos y de la clase
dominante de Colombia.
En contraste, los mismos medios noticieros han proporcionado una desmedida
cobertura a las manifestaciones contrarrevolucionarias de estudiantes
venezolanos en contra del cierre constitucional y completamente legal de la
estación golpista RCTV. Esas protestas, mucho más pequeñas,
sí representan los intereses de la clase dominante en Venezuela y en los
EEUU.
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