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Frente de la lucha global sobre la privatización del agua

Por Heather Cottin
San Salvador, El Salvador

Es la cosa más simple. En el mundo industrializado, un billón de personas lo hacen diez veces al día. Abren la llave del agua y la beben, también lavan con ella, se lavan los dientes con ella y hasta cocinan con ella. Está siempre ahí, caliente o fría, potable y barata.

Aún así, en estos países, la gente compra agua embotellada. No es necesario comprarla pero de todas maneras lo hacen. La venta de agua embotellada solamente en los Estados Unidos llegó a producir $8.3 mil millones en el año 2003. No es un agua especial. Recientes informaciones muestran que el agua embotellada vendida por las principales compañías productoras, Coca Cola, Pepsi y Nestlé, obtienen este producto de los acueductos municipales. Sus ganancias son astronómicas.

El año pasado los seres humanos gastaron $100 mil millones en el consumo de agua embotellada. Esto excede tres veces la meta de la Organización de las Naciones Unidas para dar a todo mundo acceso al agua para el año 2015. (Michael Blanding, “The Bottled Water Lie,” (“La mentira del Agua Embotellada”) Alternet, Oct. 26, 2006)

Si estas compañías se salen con la suya, estarán tomarán el control de los sistemas de agua, ríos, lagos y manantiales en todo el mundo.

Y ya han comenzado. Billones de personas no tienen acceso a agua potable.

No les llega. Cargando vasijas pesadas en sus cabezas, mujeres y niñ@s caminan largas distancias hasta sus hogares en América Latina, el Caribe, Asia, el Medio Oriente y África. Según investigadores de la Universidad de Cornell, las enfermedades que resultan de beber agua contaminada causa el 40 por ciento de las muertes en el mundo.

En el Tercer Mundo, como en los países capitalistas industrializados, las compañías drenan los manantiales, lagos y ríos y venden esa agua obteniendo grandes ganancias.

En países como Bolivia, las Filipinas, los Estados Unidos y El Salvador la gente se está organizando para luchar contra la privatización del agua.

A comienzos de julio En El Salvador, campesin@s y trabajador@s del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional protestaron en Suchitoto el día en que el presidente Antonio Saca llegó a esta ciudad para promover la ley que privatizaría el agua.

El ejército que acompañó a Saca utilizó el acta antiterrorista salvadoreña creada bajo el modelo del Acta Patriótica de los Estados Unidos, para reprimir la protesta. Catorce personas enfrentan sentencias de hasta 60 años por marchar en contra de la privatización.

El cercano Lago Suchitlán no tiene una planta para el tratamiento del agua; la mayoría de l@s residentes tiene que pagar dos dólares por una botella de agua que puede durarle dos días a una familia. Aunque El Salvador tiene muchos ríos y lagos, los desperdicios industriales y de aguas sucias contaminan el agua y no hay leyes que protejan el medio ambiente.

En El Salvador, un 60 por ciento de la población está desempleada y el salario promedio es de $5 al día. La privatización ha triplicado los precios de luz y del servicio telefónico. La privatización del agua sería un desastre. Desde las detenciones en Suchitoto, El Salvador ha quedado tenso con una ira reprimida. El 25 de julio, estudiantes que se manifestaban en la Universidad Nacional en San Salvador en apoyo a los 14 de Suchitoto, fueron brutalmente atacados. Los estudiantes respondieron pintando murallas y graffiti con consignas revolucionarias: “No a la Ley Antiterrorista”. El partido derechista de Saca, ARENA está aumentando la presencia policial y militar a través de todo el país.

Las protestas contra la privatización del agua se han extendido alrededor del mundo, desde Bolivia, donde acciones militantes anticiparon el avance hacia el poder de Evo Morales, hasta Stockton del Estado de California, donde activistas del agua derrotaron un plan de privatización. Recientemente un@s manifestantes rompieron sus cuentas del agua en la Ciudad Quezon en las Filipinas.

La privatización del agua es el acto más cínico y cruel. La gente necesita del agua, de modo que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y todos los acuerdos de “libre comercio” dictan que l@s pobres tienen que pagarla. Pero las ganancias de un solo año de la industria del agua embotellada serían bastantes para proporcionar dinero suficiente para pagar la construcción de la infraestructura para proveer agua potable a todos los habitantes del mundo.

Durante una reciente lucha contra la privatización del agua en las Filipinas, un activista dijo, “El agua, como la libertad, es esencial para que los seres humanos vivan con dignidad. Desafortunadamente, hoy día este liquido que da vida está siendo comercializado como un producto para consumidores por empresas privadas en búsqueda de ganancias con la colusión de este gobierno lleno de deudas, lo que significa que el derecho al agua del pueblo ahora depende del contenido de sus bolsillos”. (GMA-TV Noticias)

Esta lucha por el agua está en la vanguardia de la lucha contra la reestructuración capitalista neoliberal. Y mientras que los privatizadores se jactan de la efectividad de las fuerzas del mercado para apoderarse de las fuentes del agua del mundo, las detenciones en Suchitoto demuestran que cuando no pueden recuperar lo que quieren por “el mercado libre”, pueden depender de la brutalidad del estado capitalista.

Las revoluciones se producen cuando la gente se da cuenta que tiene que organizarse para defender sus derechos humanos básicos. ¿Y qué es más básico que el agua?


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