Porqué la huelga de la TWU fue un evento histórico
Por Milt Neidenberg Nueva
York
Por tres días en el mes de diciembre del año
pasado, esta ciudad donde está el centro financiero imperialista del
mundo, fue estremecida por la huelga de l@s 34.000 trabajador@s del
tránsito. Est@s trabajador@s de muchas nacionalidades, miembr@s de la
Unión de Trabajadores del Transporte (Transport Workers Union) Local 100
que llevan a más de 7 millones de personas que viajan por el tren
subterráneo y en autobuses hacia sus respectivos trabajos, paralizaron la
ciudad del 20 al 22 de diciembre.
En la cúspide de la temporada de
compras navideñas, ell@s paralizaron a la co mu nidad corporativa y
empresarial. Wall Street estimó las pérdidas en miles de millones
de dólares por día. El alcalde multi mi llonario, Michael
Bloomberg admitió que la huelga le costó a la ciudad más de
$400 millones por día en horas extras para los oficiales de la
policía y en ingresos perdidos.
Justicia
esclavista
L@s miembros del sindicato, en su mayoría
africano-americanos y latinos, han sido mal tratados por muchos años.
Estaban luchando mucho más que por un contrato decente. Luchaban por la
dignidad y el respeto.
En una entrevista con el periódico
más importante de la población negra en Nueva York, el presidente
del sindicato TWU, Roger Toussaint, oriundo de Trini dad, describió el
asalto racista en contra del sindicato y sus miembr@s: “El problema
cultural es lo que llamamos una mentalidad de justicia esclavista. ...No es raro
para nosotros recibir 16.000 notificaciones disciplinarias en un año.
...Hay instalaciones sanitarias inadecuadas y poco tiempo para ir al
baño. Algun@s conductores, hombres y mujeres, cuando no encuentran una
tienda donde puedan ir a hacer sus necesidades, han tenido que dominar el arte
de hacer sus necesidades en un vaso cuando la situación lo
amerita.” (Amsterdam News, Dec. 8.)
Durante la huelga el Alcalde
Bloomberg describió a Toussaint y sus miembros como unos maleantes,
avaros y egoístas. Y esto lo dice un alcalde que ni siquiera se ha
molestado en mudarse a la Mansión Gracie, sino que continúa
viviendo en su casa de 5 pisos, y 7.000 pies cuadrados, la cual salió en
la lista de las “400 Casas de Multimillonarios” de la revista
Forbes.
Por décadas, la Mansión Gracie, con sus 11 acres de
terreno en medio de la ciudad, era un incentivo lujoso para los alcaldes de
Nueva York.
Bloomberg gastó $75 millones de dólares en las
primeras elecciones y más de $77 millones en las segundas. Esto dejo una
marca casi invisible en su fortuna. Él gastó $103 dólares
por cada voto que recibió—un gasto muy apreciado para él y
su clase.
Contra una ley injusta
El sindicato se enfrentaba a
la ley Taylor, que prohíbe la huelga de trabajadores del sector
público en el estado de Nueva York. El primer día, un juez estatal
impuso una multa de $1 millón de dólares por día a la
unión y dos días de pago a los trabajadores por cada día de
huelga. Los patrones se sintieron optimistas y creyeron que esto rompería
la huelga. Toussaint y su comité negociador tendrían que aceptar.
Los periódicos capitalistas y la televisión se burlaban diciendo
que Toussaint estaba arrinconado.
Falso. El invocó a una autoridad
moral mucho más alta contra una ley injusta. El citó a Rosa Parks,
cuyo valor al romper las leyes de segregación hace 50 años
comenzó el movimiento de los Derechos Civiles.
La Autoridad
Metropolitana del Trans porte, dirigida por Peter Kalikow, un multimillonario de
bienes raíces, también estaba convencida de que obtendría
un contrato barato. El presidente de la junta de la AMT es postulado por el
Gobernador George Pataki, quien controla directamente a seis de los catorce
votos en la junta. El Alcalde Bloomberg tiene influencia sobre el resto de los
votos. Ambos políticos son grandes partidarios de los banqueros, los
grandes accionistas y los contratistas ricos quienes se benefician de los $10
mil millones de dólares del presupuesto de la AMT. Como buitres, ellos
sacan las riquezas de la corporación de tránsito a través
de las exorbitantes tasas de interés y las conversiones de los bonos
bancarios.
En la entrevista en el Amsterdam News, Toussaint
describió las manipulaciones financieras de la MTA. Él le
recordó al público que: “La MTA estuvo reportando un
déficit hace alrededor de un año, ahora están reportando un
superávit de más de $1 mil millones. … Entonces, en vez de
utilizar este superávit para evitar un aumento en las tarifas…
ó en vez de guardar una porción de éste para tratar con
nuestro contrato laboral que aún no se ha pagado, están buscando
en todas las otras direcciones. Esto no es correcto”.
Cuando
comenzaron las negociaciones el 7 de diciembre, la oferta de la MTA era
insultante: un incremento salarial de un 2 por ciento en dos años, y el
segundo año dependiendo de que se extiendan los castigos disciplinarios
contra miembr@s que toman “demasiado” tiempo por ausencias
certificadas médicamente; forzando a l@s nuev@s emplead@s a pagar un 2
por ciento de sus salarios para un plan de jubilación; y extendiendo la
edad de jubilación a 62 años después de 30 años de
servicio. Actualmente l@s trabajador@s pueden jubilarse a los 55 años de
edad después de trabajar por 25 años.
La MTA también
demandó la fusión de las categorías laborales de conserje,
agente de la estación y asistente en los autobuses. L@s conductor@s e
ingenier@s de tránsito se fusionarían, resultando en una sola
persona operando el tren. En un momento cuando much@s pasajer@s están
utilizando el transporte público, estas demandas eliminarían
trabajos y crearían un sistema de transporte inseguro.
La MTA
demandó concesiones en los salarios, en la jubilación, en el
cuidado de salud y en las condiciones de trabajo para l@s nuev@s emplead@s -un
sistema de dos niveles que se ha vuelto en un arma poderosa comúnmente
usada contra el movimiento sindical que en general no ha luchado contra estas
cuestiones tan críticas. El sindicato estuvo luchando una batalla cuesta
arriba.
Toussaint caracterizó a las propuestas como un insulto.
Tres días después, el 10 de diciembre, miles de miembros
convergieron en el enorme Centro de Con ven ciones Javits en el centro de
Manhattan y abrumadoramente autorizaron una huelga. Durante los próximos
10 días hasta el primer día de la huelga a través de la
ciudad el 20 de diciembre, la membresía multinacional fue movilizada para
luchar.
Organizaron mítines y manifestaciones masivas y militantes.
Organizaron pique tes informativos y planearon acciones en el trabajo
“trabaje-según-las-reglas” para forzar a la MTA a mejorar la
oferta. Postergaron la huelga de la fecha del 15 de diciembre cuando
expiró el contrato, en consideración de los 7 millones de pasa
jeros de los trenes subterráneos y autobuses, con la esperanza de que la
MTA actuara razonadamente. Pero esto no ocurrió.
El 20 de
diciembre, después de una huelga de más de 700 conductores de
autobuses que aún no trabajaban bajo el control de la MTA y que no
habían tenido un contrato por casi tres años, los 34.000
trabajador@s de tránsito desencadenaron su poder y paralizaron la ciudad.
Fue un tremendo acto de desafío. Su propio sindicato internacional, TWU,
los traicionó al denunciar la huelga. Los líderes sindicales
nacionales como el presidente de la AFL-CIO John Sweeney, el líder de
“Cambiar para Ganar” Andy Stern, y el presidente de los Teamsters
(camioneros) James Hoffa, no dieron señales de vida.
Solidaridad
y opresión nacional
Este sindicato multinacional se ganó
la admiración y la simpatía de la gente negra, latina y de otras
nacionalidades oprimidas en esta diversa ciudad. Est@s trabajador@s
identificaron su propia opresión con la lucha del TWU, a pesar de que la
huelga creó grandes obstáculos para ell@s llegar a sus trabajos.
L@s trabajador@s blanc@s, enojad@s con los ricos y poderosos también
apoyaron a la huelga.
La clase dominante prestó atención a
esta solidaridad y a cómo l@s trabajador@s del transporte público
se mantuvieron fuer tes. Dos días después, llamaron a los
mediadores. Un acuerdo tentativo fue concluido el día siguiente,
terminando la huelga. Las propuestas estaban lejos de las que la MTA
llamó originalmente su oferta final.
El Local 100 de la TWU
estudió los beneficios de esta propuesta comparándolos con la
oferta del contrato que la MTA propuso al principio. Los puntos salientes eran
un contrato de 37 meses sin los diferenciales de pensión ni el plan
divisivo de dos niveles para l@s trabajador@s nuev@s. Much@s trabajado@s
recibirán un reembolso del dinero que ya habían contribuido al
plan de pensión—una cantidad de $8.000-$14.000 para unos 20.000
miembros—y l@s que toman cursos tecnológicos o universitarios
recibirían subsidios. Ganaron un día feriado pagado en el
cumpleaños del Dr. Martin Luther King y otros beneficios, también
un aumento de sueldo del 10,5 por ciento por la duración del acuerdo.
“Broadbanding”, la práctica brutal de intensificar la
productividad a expensas de eliminar empleos en autobuses y metro, fue quitada
de las negociaciones.
De igual importancia fueron los resultados en la
búsqueda por dignidad y respeto. La MTA estuvo de acuerdo en reducir
suspensiones pre-disciplinarias e incluyó a un tercer participante
independiente para revisar la estructura de las prácticas racistas de la
“plantación cultural” de la MTA. Y como gran adelanto, ofrece
licencia de maternidad pagada por primera vez en la historia de contratos de la
unión con la MTA.
El contrato incluyó una concesión
de parte del sindicato—una contribución pagada por los miembros del
1,5 por ciento de su sueldo para beneficios de salud. Pero recibieron cobertura
médica por vida y la eliminación del deducible para recetas
médicas para miembros jubilad@s.
La huelga de tres días
expuso las divisiones de las fuerzas de clase y raza entre el sindicato
multinacional de tránsito y la fraternidad corporativa/banquera de la
MTA. Para servir los intereses de su clase, no hay contratos ni reglas que no
pueden romper.
La MTA estaba furiosa porque el sindicato se negó a
estar restringido por la arbitración obligatoria, la cuál hubiera
llevado el poder de hacer decisiones de las manos de la base del sindicato bajo
la Ley Taylor. El Gobernador Pataki había jurado que no habría
negociaciones hasta que la TWU regresara a trabajar—más tarde
él tuvo que comerse esas amargas palabras.
No hay nada como la
furia de los ricos y poderosos cuando están derrocados. Estaban
encolerizados porque este sindicato, que rompió con su Ley Taylor
represiva, pudiera ganar un contrato decente.
No fue suficiente para esta
camarilla rica y avara, que castigara al sindicato con una multa de $3 millones
y que cobrara a l@s miembros el pago de dos días por cada día de
huelga. El Gobernador Pataki y la MTA ahora están amenazando con rechazar
el acuerdo sobre el pago retroactivo para miles de jubilad@s y quitar el derecho
del sindicato a los débitos de sus miembros pagados
automáticamente de sus cheques-algo que significa la seguridad financiera
del sindicato. El sindicato está amenazando posponer el voto de
ratificación hasta que el contrato sea honorado. Las líneas de
clase y raza están siendo demarcadas otra vez.
La huelga de
tránsito de tres días desencadenó un poder increíble
que sacudió a la clase dominante. Ésta quedó vulnerable por
el momento oportuno de la huelga y la voluntad firme de l@s 34.000 trabajador@s
de tránsito.
La huelga va a resonar mucho más allá de
esta ciudad, especialmente entre l@s trabajador@s más oprimid@s y peor
pagad@s—incluyendo a muchas mujeres y much@s inmigrantes—que sufren
de indignidades y privaciones intensas. A causa de la huelga, el local 100 de la
TWU y sus líderes salieron más fuertes, y con un contrato con el
cual pueden vivir, y con su dignidad intacta. Considerando que este éxito
ha resultado durante el ataque más implacable y largo contra el
movimiento sindicalista, ésta fue la acción mejor y más
grande que ha pasado desde hace años. Eso la convierte en un suceso
histórico.
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