EDITORIAL
Aceptando a Alito
Cualquier persona al
menos un poco liberal estará de acuerdo en que el nuevo juez de la Corte
Suprema, Samuel Alito, es totalmente reaccionario en casi todo los asuntos,
acción afirmativa, derechos de la mujer, derechos de los obreros y
libertades civiles. Si el Par tido Demócrata desea mantener su imagen de
tener una agenda diferente a la de los Republicanos, tendría que
distanciarse de Alito.
Pero el apelar a los sentimientos progresistas de
las masas para obtener la elección y luchar en contra de la ultra derecha
son dos cosas muy diferentes. Todos los grupos en pro del Partido
Demócrata que representan movimientos masivos—el movimiento
sindical, el movimiento de la mujer, el movimiento de derechos civiles y
otros—querían que el partido tratara de obstruir la nomina
ción de Alito por Bush. Los Demócratas no tenían la
mayoría para hacer esto en la votación para la
confirmación. Pero hay un mecanismo por el cual un partido minoritario en
el Senado puede parar a la mayoría: es el “filibuster”,
maniobra obstruccionista por medio de la prolonga ción de un discurso
para aplazar una ley.
Toma 60 votos en el Senado para dar fin a un debate
sobre cualquier tema, llamado “cierre del voto”. A menos que
miembr@s del partido minoritario, en este caso Demócratas, crucen y voten
con la mayoría, el debate puede continuar indefinidamente. Esta
táctica fue usada por los Republicanos en 1968 cuando ellos estaban en la
minoría. Su táctica de usar este método de
prolongación forzó al entonces Presidente Lyndon Johnson a retirar
su nominación para Abe Fortas a la Corte Suprema.
El 30 de enero,
la administración de Bush recibió la seguridad de la
nominación de Alito cuando el Senado pasó una resolución de
cierre de debate aceptada con 72 votos a favor y 25 en contra. Solo 24 de los 44
miembros demócratas en el Senado votaron en contra, junto con un
independiente. Si todos los 44 demó cratas, o aún solo 40,
hubieran votado en contra, el debate hubiese continuado y la nominación
hubiera sido prolongada.
Un día después se dio el voto sobre
la confirmación de Alito. Esta vez, 40 demócratas votaron en
contra. Pero solo fue un gesto. Todos sabían que su nominación ya
estaba asegurada.
Los demócratas que habían votado por el
cierre del voto anteriormente, podrían ir ahora a sus constituyentes y
decir: “Tratamos de ayudarles. Yo voté en contra de Alito.”
Pero ellos y los dirigentes ricos de este país quienes dan dinero a ambos
partidos saben que el partido cedió a la presión de la derecha
cuando realmente se necesitaba.
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