Huracán Katrina: Gobierno de EEUU culpable de negligencia criminal
EDITORIAL
Casi todas las muertes, las heridas, los daños y la destrucción
resultado del huracán Katrina son el producto de los crímenes de
la administración de Bush. El Presidente Bush fue criminalmente
negligente al desviar hacia la guerra genocida en Irak, los fondos pedidos para
proteger al pueblo de Nueva Orleáns. La administración de Bush lo
hizo con pleno conocimiento del peligro inminente. La principal agencia
gubernamental a cargo de los desastres, la Agencia Federal para el Manejo de
Emergencias (FEMA por las siglas en inglés) ya había advertido del
potencial para un desastre en 2001. Con la evacuación completa de
Nueva Orleáns, decenas de miles de personas atrapadas sin alimentos, agua
potable, o luz, con miles de hogares destruidos y la tasa de mortandad subiendo
cada hora, este es un desastre de proporciones sin precedente. Afecta
profundamente a la gente negra, que representa la mayor parte de la
población de Luisiana, Ala bama, y Mississippi, y está sufriendo
des proporcionadamente porque está sometida a la discriminación
racista, lo que la deja en condiciones de pobreza y más vulnerabilidad
ante tales desastres. Un 70% de l@s residentes de Nuevo Orleáns son
afroamerican@s y viven en condiciones parecidas a las de
apartheid. Algunos políticos lo están denominando como
“nuestro tsunami”. El tsu nami del diciembre pasado también
cobró un saldo excesivo de muertos por culpa de una negligencia criminal.
Pero los tsunamis ocurren raramente. Los huracanes en cambio, ocurren en la
región del delta casi todos los años. Este desastre no sólo
era predecible, sino pronosticado. La que parece una tragedia inevitable causada
por la naturaleza, fue anunciada hace mucho por científicos, ingenieros,
agencias gubernamentales, ambientalistas y expertos en el manejo de
desastres. El escritor sobre asuntos científicos del
periódico Houston Chronicle escribió el 1 de diciembre de
2001: “Nueva Orleáns se está hundiendo. “Y
su protección mayor ante un huracán, el protector delta del
Río Mississippi, se está erosionando rápidamente, dejando a
la ciudad histórica peligrosamente cerca de un desastre.
… “Tan vulnerable, en verdad, que a principios de este
año, FEMA clasificó los daños potenciales a Nueva
Orleáns como entre los tres desastres probables más
catastróficos que (podría) enfrentar este país”. Los
otros dos eran un terremoto en San Francisco y un “ataque terrorista
contra la Ciudad de Nueva York”. Los gobiernos federales, estatales
y locales conocían el peligro. Sabían lo que causaba el peligro y
cómo bregar con ello. Pero poco o nada hicieron. Dejaron a la
población de la región del delta sin advertencias e indefensa para
hacer frente al inevitable desastre. ¿Por qué no hicieron
nada? Un reporte en la revista ‘Editor and Publisher’ del 30 de
agosto reveló que “$250 millones en proyectos cruciales”
planeados por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército (CIE) en el delta para
reforzar los diques y construir estaciones de bombeo no podían ser
llevados a cabo. El CIE jamás intentó ocultar el hecho de que las
presiones de los gastos para la guerra en Irak, así como la
“seguridad de la patria”, ocurriendo a la misma vez que los recortes
en los impuestos federales, fueran la razón de las
dificultades. “La época de huracanes en el 2004 fue la peor
en décadas. A pesar de ello, el gobierno federal vino esta primavera con
la reducción más severa en la historia de Nueva Orleáns, de
los fondos para huracanes y control de inundaciones”. El reporte del
periódico Houston Chronicle de 2001 citó un estudio de un
consorcio de agencias gubernamentales hecho hace varios años. Este
consorcio recomendó que entre $2 y $3 mil millones eran precisos para
proyectos capaces de rectificar el problema. ¡Esto es menos que los gastos
de un mes para la ocupación militar de Irak, que cuesta $4 mil millones
mensualmente, por lo menos! Por supuesto, parte de los más de $300 mil
millones gastados en la guerra pudieron haberse utilizado para tomar medidas
preventivas. Claro que aunque Bush es el culpable inmediato, no debemos
olvidar que el Partido Demócrata votó a favor de la guerra y por
cada centavo gastado allá. Entonces, los Demócratas también
son criminalmente responsables por la devastación en Nueva Orleáns
al igual que por la guerra ilegal y la ocupación militar. Ya que
las autoridades capitalistas han dejado ocurrir este desastre, Bush está
tomando una postura como si todo estuviera normal en relación al
desastre. Al igual que después del Tsunami, pasaron días para que
él interrumpiera sus vacaciones y saliera fuera de su hacienda en
Crawford. El gobierno federal es la única autoridad capaz de
movilizar los recursos necesarios para la misión de rescate y
reconstrucción. Se dice que un millón de personas fueron evacuadas
de Nueva Orleáns y los condados circundantes antes del huracán. En
realidad, el gobierno no desalojó a nadie. Las autoridades simplemente
declararon un desalojo obligatorio y entonces dejaron que la gente se fuera por
sí sola. Ahora dicen que “por lo menos cien mil personas”
quedaron dentro de la ciudad. La gente no tiene dónde hospedarse.
Mucha gente no tiene comida. Sus efectos personales se han perdido. No hay cui
dado médico disponible. Las escuelas no están accesibles.
Incontables personas están sin techo. La crisis inmediata requiere una
movilización nacional de personal médico, asistentes sociales,
expertos en rescate, ingenieros hidráulicos. Comida, agua y
suministros médicos deben ser provistos con urgencia por los monopolios
agrícolas, cadenas de supermercados, empresas farmacéuticas.
Wal-Mart y otros gigantes de ventas al detalle deben ser obligados a enviar
gratuitamente ropa y otras necesidades básicas. Productos
agrícolas almacenados a través del Medio Oeste del país y
otras regiones deben hacerse disponibles. Toda forma de
transporte-aviones, autobuses, ambulancias, helicópteros, barcos
pequeños—deben ser movilizados a la región. Estas y otras
medidas deben ser implementadas de inmediato por el gobierno federal basado en
sus responsabilidades y en sus poderes de operaciones en emergencia. En
otras palabras, todos los recursos humanos y materiales de esta sociedad deben
estar disponibles a las víctimas de esta crisis. Las corporaciones tienen
control de estos recursos, pero los trabajadores que los crearon tienen todo el
derecho a utilizarlos. Dejen que el gobierno y los empresarios paguen.
Poner a la gente-la gente sufrida del delta—antes que las ganancias debe
ser la orden del día. Las restricciones de la propiedad capitalista deben
ser anuladas para el bienestar de las masas. En particular, las empresas
petroleras deben ser forzadas a otorgar miles de millones de dólares para
la reconstrucción, de las súper ganancias que sacan de la
región del delta a diario. Exxon-Mobil refina 493.000 barriles
diarios en Baton Rouge; Chevron, 325.000 barriles diarios en Pascagoula,
Mississippi; Conoco Philips, 247.000 barriles diarios, nombrando sólo a
unos pocos. Todas estas riquezas han sido sacadas de la región, sin
mencionar todo el tesoro gastado en el intento de conquistar a Irak y su
petróleo. Y no sólo deben devolver las ganancias que sacaron del
pueblo al subir los precios de la gasolina a más de $3 el galón,
deben ser forzados a bajar los precios drásticamente. En general,
las compañías gigantes multinacionales deben ser obligadas a pagar
reparaciones a causa de toda la riqueza y trabajo que han sacado de Nueva
Orleáns—por donde pasa tanta riqueza de este
país—mientras que la mayoría de la gente se queda con apenas
lo suficiente para sobrevivir. En cuanto al esfuerzo de
reconstrucción, las autoridades están tomando medidas limitadas.
Están hablando de que va a tomar meses o años para que la ciudad
se alivie del desastre. La gente que tiene seguro de inundación puede
hacer cola cuando llegue a sus barrios. La gente pobre que no tiene seguro de
inundación tendrá que arreglarse por su cuenta. Tal vez FEMA les
dé una limosna para ayudarles por un tiempito. Toda la histeria racista
que está siendo fomentada sobre los “saqueadores” es una
pantalla para ocultar el hecho de que el gobierno no ha previsto nada para
alimentar a la gente, y que tanta gente afroamericana vive en condiciones
realmente precarias. Pero la verdad es que hay una solución mucho
más rápida y completa para cambiar la situación en la misma
cara del gobierno. Hay millones de trabajador@s que pueden ser mobilizad@s para
ir y ayudar en la región. Ahora mismo hay una explosión en
la construcción de viviendas en la que cientos de miles de
albañiles y otr@s trabajador@s de la construcción están
trabajando asiduamente mientras que los urbanizadores de bienes raíces
compiten entre sí para ganar súper-ganancias en la
especulación en el mercado de viviendas. Lo que se necesita es una
movilización total de l@s trabajador@s de la construcción,
albañiles, ingenier@s hidráulicos, personal médico,
trabajador@s de servicios sociales y trabajador@s de todas partes del
país para detener el trabajo usual capitalista y movilizarse para ayudar
a la gente de Nueva Orleáns, Biloxi y la región del
delta—financiad@s totalmente por el gobierno. Millones de
trabajador@s desemplead@s podrían ser contratad@s a sueldos negociados
por los sindicatos para ayudar. El movimiento sindicalizado podría estar
en la vanguardia del esfuerzo de reconstrucción. Con toda su
tecnología, los patrones están preocupados con cómo poder
recuperar sus pérdidas de la industria de seguros, con cómo poder
hacer funcionar sus refinerías lucrativas, y con cómo poder volver
a obtener las ganancias en la zona lo más pronto posible. La clase
trabajadora, al contrario, se preocupa por el futuro de la gente, especialmente
l@s afro-american@s, latin@s, blanc@s pobres y l@s explotad@s que sufren
más y recibirán la menor ayuda. Una vez comience el esfuerzo
de reconstrucción y sea posible comunicarse con la región, los
sindicatos, organizaciones comunitarias, y los grupos del movimiento deben
establecer medidas independientes por las cuáles puedan dar auxilio y
ayuda a la gente de esa zona afligida. Movilizando a las masas, poniendo a
la gente antes que a la propiedad es cómo se hacen los proyectos de
reconstrucción en Cuba, bajo la organización socialista de la
sociedad. Debe hacerse la demanda de que el gobierno trate este desastre como
una emergencia y una crisis nacional de la mayor magnitud. Hay que tomar medidas
proporcionales al grado de la crisis, medidas como por ejemplo, dar seguro de
desempleo extendido a tod@s en la región. Las pérdidas de
propiedad personal deben ser completamente restauradas. Y el gobierno debe
subordinar todos sus esfuerzos para dar auxilio efectivo a corto y largo plazo a
las víctimas. Pero a la misma vez la clase trabajadora en este
país debería encontrar una manera para ir más allá
de la autoridad capitalista y traer cualquier forma de auxilio y ayuda que pueda
a la gente del delta.
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