El movimiento en contra de la guerra tiene que rechazar la ‘justicia´ colonial
Por Sara Flounders
El juicio de Saddam Hussein, que
comenzó con mucha publicidad inter nacion almente, es un intento
desesperado para justificar y prestar algo de legitimidad a la criminal
invasión y ocupación de Irak. Es un intento por desmoralizar y
divi dir la resistencia a la ocupación. No tiene nada que ver con la
justicia o la verdad.
Todas las fuerzas que internacionalmente se han
opuesto a la guerra que por 15 años ha librado EEUU contra Irak- la
cual ha incluido sanciones causantes de hambruna, bombardeos e invasión,
también deben oponerse a todos los esfuerzos para justificar la
ocupación, incluyendo el actual juicio del ex mandatario de Irak y siete
miembros de su gobierno.
No importa la variedad de perspectivas
políticas sobre el carácter del gobierno de Saddam Hussein, lo que
es esencial es oponerse a esta justificación de los EEUU para la guerra.
Guardar silencio sobre esta cuestión significa prestar credibilidad a la
falsa corte creada por los EEUU en el gigantesco centro de comando de los EEUU
conocido como la Zona Verde.
El gobierno de los EEUU no tiene
ningún derecho a mantener ni siquiera un solo soldado en Irak. No tiene
el derecho a bombardear, imponer sanciones o forzar a que la gente de Irak pase
hambruna. No tiene el derecho a imponer un gobierno colonial o a establecer
cortes en Irak. No tiene el derecho a decidir el destino de Saddam Hussein
así como no tiene el derecho a controlar el petróleo y los
demás recursos naturales de Irak.
La detención de Saddam
Hussein y los otros acusados, al igual que la de decenas de miles de otros
iraquíes, está totalmente basada en una guerra criminal e ilegal
de agresión.
El Tribunal Especial Iraquí y el juicio de
Saddam Hussein también son violaciones al derecho internacional. La
Convención de Ginebra, de la cual los EEUU son firmantes,
explícitamente prohíbe que un poder ocupante cree cortes.
Además, el juicio en si, junto al aislamiento de los acusados, la
prohibición del derecho a visitas y la privación de los derechos
legales, viola la Convención Internacional sobre los Derechos
Políticos y Civiles.
Los abogados defensores que se han presentado
han sido amenazados e intimidados. Dos abogados defensores, miembros del equipo
de defensa, han sido asesinados.
Hoy en Irak no hay sistema judicial. No
hay códigos, ni leyes, ni cortes. Aún no hay un acuerdo sobre una
constitución. La estructura completa del estado iraquí fue
destruida. En su lugar sólo queda la forma más brutal de
dominación militar.
El Tribunal Especial Iraquí ha sido
ilegítimo desde su formación. Es la creación de L. Paul
Bremer III de los EEUU, el ex jefe de la Autoridad Provisional de la
Coalición -el poder ilegal de ocupación. Bremer inicialmente
nombró a Salem Chalabi, el sobrino del Primer Ministro Suplente de Irak,
Ahmad Chalabi, a que organizara y encabezara la corte.
Chalabi
había regresado a Irak desde su exilio con la ayuda de tanquetas de los
EEUU en abril del 2003. Abrió un despacho de abogados para hacer un ante
proyecto de nuevas leyes que abrieran a Irak al capital extranjero, en
colaboración con el despacho de abogados de Douglas Feith, un
beneficiario de la guerra e ideólogo de la pandilla de Bush, Cheney, Rums
feld y arquitecto principal de la guerra.
Bremer también
nombró a los jueces del tribunal. El financiamiento y el personal
están controlados totalmente por las fuerzas militares de los EEUU. El
Con greso de los EEUU ha apropiado $128 millones para pagar por el
funcionamiento de la corte. Por supuesto, la corte no tiene ninguna
jurisdicción sobre los crímenes cometidos por las fuerzas
militares de los EEUU durante la invasión y la
ocupación.
El papel de la satanización
El
juicio que ahora está en proceso es parte del esfuerzo sostenido de los
EEUU por totalmente satanizar a Saddam Hussein. Esto ha sido parte esencial de
la guerra de 15 años contra Irak.
La propaganda estadounidense
incesantemente ha descrito a Hussein como un maníaco malévolo, un
dictador brutal y una amenaza a todo el planeta, que estaba listo para atacar
con armas nucleares, químicas o biológicas en pocos minutos. Fue
acusado de jugar un papel en el ataque del 11 de septiembre y estar colaborando
con al-Queda.
Tanto los republicanos como los Demócratas
sabían que esto era un fraude. Las bombas de los EEUU habían
destruido totalmente la capacidad industrial de Irak. Pero ningún
político fue capaz de cuestionar la satanización.
Todas las
guerras de los EEUU contra pueblos y naciones oprimidas han comenzado saturando
completamente a la población civil con propagandas de guerra que
satanizaban tanto al líder de la población que cualquier crimen
era entonces tratado como algo aceptable y fuera de cuestionamiento. Esto ha
sido la realidad desde las guerras contra las poblaciones indígenas y la
satanización de Sitting Bull, Crazy Horse, Jerónimo y muchos otros
líderes indígenas, hasta los líderes de todas las luchas
progresistas y revolucionarias durante los últimos 50
años.
No importa cuán comprometido esté el
líder con la no violencia. Consideremos el caso del ex sacerdote
secuestrado, el Presidente Jean-Bertrand Aristide de Haití, que fue
acusado de corrupción, narcotráfico y violencia pandillera. Hoy,
el Presidente Hugo Chávez de Venezuela y el Presidente Mahmoud
Ahmadinejad de Irán están descritos cada vez más como si
fueran maníacos, dictadores y el mal encarnado.
Desde la
época del Imperio Romano, la justicia practicada por el vencedor ha
significado la humillación, degradación y el aislamiento del
líder vencido para así esta blecer un orden nuevo. De este modo se
oculta la brutalidad de la abrumadora agre sión y da legitimidad a los
nuevos soberanos.
Los procesos de Denmark Vesey y Nat Turner en el Sur de
los EEUU durante el período anterior a la guerra civil fueron, para los
dueños de esclavos, la manera de esconder la violencia y brutalidad
degradante de la esclavitud como derechos de propiedad “otorgados por
Dios”. El secuestro y el proceso del presidente de Yugoslavia Slobodan
Milosevic después del bombardeo estadounidense/NATO de Yugoslavia que
duró 78 días, y en que cientos de personas murieron, fue un caso
similar de justicia del triunfador.
Estados Unidos y las Armas
de Destrucción Masiva
Mientras Estados Unidos
convierte a Saddam Hussein en un demonio, debe recordarse que el
Pentágono ha usado armas de destrucción masiva, no solo en Irak
sino en contra de otras innumerables poblaciones indefensas, desde Corea y las
Islas Filipinas, hasta Vietnam, Laos, Cam boya, Nicaragua, Granada, Libia,
Líbano y Yugoslavia.
Es el aparato militar estadounidense el que
debe ser enjuiciado por haber usado las armas más horrendas, desde bombas
nucleares a napalm, pasando por fósforo blanco, armas contra-personales,
las llamadas bunker busters (armas de penetración), y armas radioactivas
de uranio reducido.
En Irak, la destrucción civil intencionada fue
calculada, fotografiada, y estudiada. La infraestructura fue deliberadamente
convertida en objetivo militar. Los depósitos de agua, los sistemas de
alcantarillado y saneamiento, las estaciones de cloro y los surtidores de agua
fueron bombardeados. Redes eléctricas y de comunicaciones fueron
destruidas. La producción de alimentos fue un objetivo militar, desde la
irrigación, fertilizantes y pesticidas, hasta el procesamiento,
refrigeración y almacenamiento. En el bombardeo de 1991 más de
150.000 iraquíes murieron, comparado con 156 soldados estado unidenses
muertos.
Año tras año, las delegaciones internacionales que
fueron a Irak, incluyendo muchas organizadas por el Centro de Acción
Internacional encabezadas por el ex fiscal general estadounidense Ramsey Clark,
han informado sobre el impacto del bombardeo de 1991 y los años de
sanciones de la ONU impuestas por los Esta dos Unidos. Las sanciones crearon una
hambruna artificial. Las importaciones de alimentos, medicinas y materiales
necesarios para la vida civil eran negadas.
Según cálculos
de la misma ONU, más de 1,5 millones de iraquíes murieron de
enfermedades prevenibles. Medio millón de niñ@s menores de 5
años murió entre 1991 a 1996. Tanto las sanciones como el
bombardeo, que comenzaron bajo George H.W. Bush, continuaron a lo largo de los
ocho años de la administración de Clinton. El bombardeo
estadounidense continuó a un promedio de 25 incursiones al día por
12 años.
Clark, fundador del Centro de Acción Internacional,
y como asesor legal de Saddam Hussein, ha desafiado valientemente la
ilegitimidad y la ilegalidad del Tribunal Especial Iraquí.
Como
abogado internacional de derechos humanos, su posición es totalmente
consistente con sus 15 años de oposición a la guerra
estadounidense en Irak—desde su visita a Irak en 1991 cuando Estados
Unidos bombardeó cada 30 segundos por 42 días, a lo largo de los
12 años de sanciones, hasta su oposición a la invasión del
2003. Es consistente con su oposición ética a otras guerras e
intervenciones estadounidenses en Vietnam, Nicaragua, Granada, Irán,
Libia, Líbano, Panamá y Yugoslavia.
Oponerse a la
satanización (de Saddam Hussein) es parte de la oposición a la
guerra estadounidense y su aparato de propaganda.
El objetivo
político y militar es la soberanía
iraquí
Los agentes del imperialismo estado unidense han
establecido dictaduras brutales y corruptas y han financiado gobiernos militares
desde una parte del mundo al otro—desde Indonesia, hasta Chile y el
Congo.
Su problema con Saddam Hussein no es que fuera un dictador. Es que
él se negó a rendir la soberanía de Irak. Él
rehusó dar a las corporaciones estadounidenses control sobre el
petróleo iraquí, el cual había sido nacionalizado desde los
años 60. Para los imperialistas, el peor crimen fue que él
rechazó someterse al Nuevo Orden Mundial.
Son Bush, Cheney,
Rumsfeld y Blair quienes deben estar encausados por sus crímenes de
guerra y sus crímenes contra la humanidad.
El movimiento global que
se opone a la ocupación estadounidense de Irak debe considerar en serio
su responsabilidad de oponerse a cada aspecto de la guerra estadounidense -
especialmente a las cortes falsas y las elecciones montadas que tratan de
legitimar y legalizar esta piratería.
Implícita en el
llamado de regresar las tropas ahora es la demanda de detener todo el brutal
proceso de recolonización. Esto quiere decir la cancelación de los
contratos de las corporaciones estado unidenses que han privatizado y saqueado
los recursos iraquíes, la clausura de cientos de bases estadounidenses y
los miles de puntos de inspección, la cancelación de las misiones
de “buscar y destruir” y la clausura de las prisiones secretas donde
miles y miles de iraquíes están siendo torturados y
humillados.
Y la clausura de las cortes ilegales creadas por los Estados
Unidos.
Sara Flounders es co-directora del Centro de
Acción Internacional. Ha redactado cinco libros sobre Irak
y ha coordinado varias delegaciones, encabezadas por Ramsey Clark,
que han visitado Irak para desafiar el bombardeo y las
sanciones estadounidenses.
(Copyright 2005-2012, Workers World. Todos los derechos reservados. Permiso para reimprimir
artículos dado si se cita la fuente. Para más información
escriba a: Mundo Obrero/Workers World, 55 W. 17 St., NY, NY 10011; por e-mail:
[email protected]. WWW: http://www.workers.org)
|