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Racismo y pobreza alimentan rebelión

Por Fred Goldstein

9 de noviembre—Los gobernantes capitalistas reaccionarios de Francia han declarado un estado de emergencia en un intento por contener la rebelión enteramente justificada de inmigrantes african@s en contra de décadas de racismo, pobreza, desempleo y opresión nacional -impuesto bajo el lema hipócrita de “libertad, fraternidad e igualdad” de la “república social”.

La rebelión, que ya se ha extendido a 300 ciudades, está liderada por jóvenes y es la expresión de la ira y la frustración de l@s millones de inmigrantes y sus hij@s que provienen de las antiguas colonias de Francia, mayormente en el Norte de África o al sur del Sahara.

Esta rebelión es básicamente contra el colonialismo interno -evidenciado por la tasa oficial de desempleo de jóvenes que llega a casi un 40 por ciento; viviendas miserables construidas en los años 50 y 60; una campaña continua de hostiga miento por parte de la policía y la discriminación racista en viviendas y empleos.

Francia tiene 750 áreas clasificadas como Zonas Urbanas Sensitivas donde el desempleo se mantiene en un 20 por ciento -el doble del promedio nacional—y los ingresos no son más del 60 por ciento del ingreso promedio nacional, según las estadísticas del gobierno. El nivel de desempleo oficial allí entre l@s jóvenes de 15 y 25 años de edad es de un 36 por ciento y alcanza un nivel aún más alto si se suman solamente a los hombres musulmanes jóvenes.

El epicentro de la rebelión fue en el Departamento 93 de Saint-Denis, a 10 millas de Paris. Los alquileres en Paris han subido rápidamente. El año pasado más de 100.000 personas compitieron por solamente 12.000 apartamentos deficientes en Paris. “Entre los más severamente afectados por la falta de viviendas son los inmigrantes. … Los tres incendios que surgieron uno tras otro en Paris durante la primavera y el verano, que mataron a muchos niños, ocurrieron en tales apartamentos en estado de deterioro”. (Noticiero ABC)

La ley que utilizaron para declarar el estado de emergencia es particularmente odiada porque fue impuesta por primera vez en 1955 como parte de la guerra sangrienta colonial de los imperialistas franceses para mantener su asimiento de Argelia. Permite a los gobernadores y alcaldes “prohibir el movimiento de gente y de vehículos”, prohibir reuniones, “allanar hogares en cualquier momento del día o la noche”, controlar “la prensa y publicaciones de todas clases”, e imponer una sentencia de dos meses por violaciones del toque de queda, entre otras provisiones. Más de 1500 personas ya han sido detenidas y se esperan cientos de arrestos más.

Varios años después de imponer esta ley en Argelia, el gobierno la extendió a la misma Francia, para sofocar el apoyo por el movimiento de liberación nacional de Argelia. Creó tal clima de represión que, el 17 de octubre de 1961, una manifestación en Paris en apoyo a la guerra de liberación en Argelia fue atacada por la policía. Más de 300 personas murieron, sus cuerpos fueron lanzados en el Sena y algunos fueron ahorcados.

Del colonialismo externo
al colonialismo interno

Igual como la ley original tuvo la intención de mantener el colonialismo en Argelia, asimismo el decreto actual tiene la intención de mantener el colonialismo interno.

La clase dominante de Francia ha proclamado que en la “república social” todo el mundo es igual y el gobierno practica una política de “integración”. Pero entrevista tras entrevista de gente de todas las edades, l@s periodistas de las redes informativas capitalistas reportan la misma historia. “Nos dicen que somos franceses, pero no somos franceses”. “Tene mos los documentos que dicen que somos franceses, pero no somos franceses verdaderos”.

Si se tiene un apellido o nombre que suena africano o del Medio Oriente, la solicitud para trabajo o vivienda digna va directamente al fondo de la pila o lanzada a la basura. El desempleo entre estudiantes african@s graduad@s de universidad es cerca de un 50 por ciento. La noción de que “Nuestra profesión es emplead@ de limpieza” es percepción común.

Consistente con la ficción política de “igualdad”, el gobierno de Francia no mantiene estadísticas sobre la discriminación. La acción afirmativa en Francia está prohibida; estaría en contradicción con las aseveraciones de igualdad. La aplicación reaccionaria de este concepto se manifestó cuando las bufandas que suelan usar las estudiantes inmigrantes fueron prohibidas con el falso pretexto de la separación del estado y la iglesia.

Pero en la misma forma en que el huracán Katrina expuso el racismo descarado y la opresión nacional que existe en los EEUU, la rebelión en Francia ha revelado explosivamente todas las ficciones de igualdad y justicia social. El Presidente Jaques Chirac, el Primer Ministro Dominique de Villepin y el Ministro del Interior Nicolás Sarkozy están ahora compitiendo entre si en esta crisis.

Sarkozy es odiado por la gente oprimida y todos los progresistas a través de Francia por su línea dura, su política opresiva y sus insultos racistas. El gobierno no tiene a nadie de influencia con quien la juventud se pueda comunicar. Y el régimen entero está inclinándose hacia más represión.

Al mismo tiempo, de Villepin ha recurrido a la política de tentar con la zanahoria y amenazar con el palo, hablando de 20.000 puestos de empleo con el gobierno, dinero para los barrios, y exenciones de impuesto para empresas y desarrollo.

Tomó una rebelión en 300 ciudades, que hasta el 9 de noviembre ha durado casi dos semanas y que virtualmente ha abatido a la policía, para forzar a la clase dominante a hablar sobre reformas. Esta rebelión es impresionante y la clase dominante pronto se enterará de que las curitas no van a resolver el problema.

Los patrones querían inmigrantes después de la Segunda Guerra Mundial

La crisis tiene sus orígenes en la crisis inexorable del capitalismo mundial. El imperialismo francés ha tratado esta crisis lanzando una campaña maliciosa y racista de dividir y conquistar dirigida en contra de toda la clase trabajadora francesa. El elemento clave en su estrategia ha sido una campaña calumniosa contra l@s inmigrantes. La rebelión es el fruto de esta estrategia.

Después de la Segunda Guerra Mundial el capitalismo francés estaba en escombros a causa de la ocupación Nazi y la invasión de los aliados. La población y la clase trabajadora habían disminuido. La clase dominante decidió que para recuperarse rápido necesitaba una afluencia de inmigrantes — esclavos de bajo sueldo que podían ser explotados a un costo mínimo para los patrones y así fortalecer al capitalismo francés en la lucha mundial por los mercados.

El resultado fue la apertura de la inmigración, especialmente desde África del Norte — Argelia, Marruecos y Túnez. Esta política continuó durante todo el período de expansión imperialista hasta los años 70. El imperialismo francés había sido echado de Vietnam (Indochina), luego de Argelia, y padeció de la contracción económica más severamente que sus competidores. Pero la clase trabajadora organizada era poderosa. Se rebeló en 1968 y forzó cambios drásticos en el gobierno y algunas concesiones progresistas.

Al desarrollarse los años 70, la clase dominante revirtió su actitud hacia la inmigración. Empezó a imponer limitaciones e incluso en los años 80 amenazó con deportar a cientos de miles de inmigrantes legales y revocar su estado retro activamente. Esta ley fue derrotada, pero solo el hecho de formularla fue una medida divisiva.

La crisis de los inmigrantes estuvo empeorada por la revolución científico-tecnológica y la baja en industrialización capitalista que golpeó los suburbios dejando pequeñas zonas de fábricas cerradas alrededor de las ciudades.

En los años 90 el fascista Frente Nacional Francés, encabezado por Jean-Marie Le Pen, acogió la campaña que fue empezada por la clase dominante avan zándola más. Le Pen continuó su campaña racista contra l@s inmigrantes y en 2002 llegó a la carrera final contra Jacques Chirac para la presidencia.

El liderazgo de la clase trabajadora de Francia ha sido débil sobre esta cuestión y a veces verdaderamente reaccionario. Actualmente ellos necesitan dejar de retirarse. No deben limitarse solo a manifestaciones contra las medidas reaccionarias de represión. Necesitan demandar que se retire la policía, y que los decretos de emergencia sean revocados. Necesitan salir en apoyo de esta justa rebelión.

La juventud rebelde debe ser abrazada como parte de la clase trabajadora. Ellos pueden ser desempleados, empleados parcialmente, y/o sin organización, pero ahora mismo son potencialmente los aliados más grandes de l@s trabajador@s organizad@s. Ell@s han abrumado a una parte del estado. Están movilizados y si se uniera una huelga de solidaridad contra el racismo, la pobreza y la opresión, toda la clase trabajadora podría repeler la ofensiva de la clase dominante.

Sería espejo, pero en una escala mucho más grande, de los trabajadores franceses que en 1968 siguieron a los estudiantes con una huelga general y sacudieron las bases del capitalismo francés. Es la falta de comprender la cuestión nacional, la cuestión colonial, la importancia de enfrentarse a la opresión nacional, que ahora es un obstáculo en el camino de una lucha unida contra la explotación capitalista. Eso tiene que ser vencido.

La clase trabajadora francesa tiene una historia gloriosa de lucha de clase y rebeliones, la cual abarca la revolución de 1848, la Comuna de París de 1871, las insurrecciones después de la Primera Guerra Mundial, y las huelgas generales de 1934 y 1968. Éste es el momento para que los líderes tomen su papel histórico y su responsabilidad para cambiar esta situación y luchar.


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