Racismo y pobreza en el delta
Por Larry Hales
Lo que dolorosamente es obvio sobre el
huracán Katrina no es que el huracán en sí tuviera
tendencias extraordinarias, sino que aparte de la categoría de la
tormenta, la pérdida masiva de vidas pudo haberse evitado.
Fue
demasiado tarde cuando el gobierno local, estatal y federal proporcionó
algunas medidas; no movilizó la Guardia Nacional, no utilizó los
muchos barcos y autobuses municipales-algunos que ahora están bajo el
agua-para trasladar a la pobla ción fuera de la ciudad. Ningún
avión fue empleado para transportar gente fuera del peligro antes de que
el Aeropuerto Louis Arm strong fuera cerrado el 27 de agosto, dos días
antes de que el huracán azotara a la ciudad.
No es que el
huracán no destruyera muchas otras partes de la Costa del Golfo. Algunos
pueblos en Mississippi están ahora virtualmente desaparecidos. Sin
embargo, lo que ocurrió en Nueva Orleáns revela la realidad de la
vida bajo el sistema capitalista: que no importa las grandes riquezas de la
sociedad de los EEUU y el hecho de que l@s trabajador@s y l@s pobres creen tales
riquezas, la mayoría está abandonada y tiene que defenderse por si
sola en los momentos de crisis.
Muchos artículos se han escrito
diciendo que la ciudad no podía aguantar una tormenta de más
fuerza que la de una categoría 3. Sin embargo, los esfuerzos para
restablecer los pantanos costeros fueron rechazados y desgraciadamente
financiados con menos de lo necesario por miles de millones de dólares;
solo llegaron $375 millones de los $14 mil millones que se necesitaban. Los
diques debilitados no fueron reforzados. Un 44 por ciento del presupuesto del
Cuerpo de Ingenieros de Nueva Orleáns fue recortado y otros $30 millones
eliminados de los fondos para el control de inundaciones.
Combinado con el
hecho de que la Guar dia Nacional tenía una porción grande de sus
tropas en la guerra en Irak, inclu yendo a miembros del Cuerpo de Ingenieros del
Ejército los cuales se necesitaban para trabajar en los diques, las metas
verdaderas de la clase capitalista y la administración de Bush salen a
relucir con una claridad sorprendente. Es más importante para ellos
reforzar su ocupación de Irak para robar las reservas petroleras del
pueblo iraquí, que el proteger la población de Nueva
Orleáns de una tormenta que hace años se había anunciado
que iba a arrasar a esta región.
Sin posibilidad de transporte, la
gente fue forzada a formar colas en el estadio deportivo de Nueva
Orleáns, el Super dome, donde fue registrada e informada que iba a
necesitar sus propios suministros de agua y comida. A miles les fue negado el
acceso y enviad@s a escuelas o de vuelta a sus casas.
El huracán
Katrina reveló la anarquía del sistema capitalista, especialmente
durante momentos de gran crisis, y el racismo y la insensibilidad de la
administración de Bush. Nadie va a olvidar que Bush se quedó en
vacaciones mientras la tormenta de categoría 5 agitaba el Golfo. Tampoco
se va a olvidar como altos oficiales como por ejemplo el jefe de la Agen cia
Federal del Manejo de Emer gencias, Michael Brown culparon a las mismas
víctimas de la tormenta.
Raza y clase, factores
subyacentes
La población de la Costa del Golfo de México
es mayormente Africana Ameri cana. Por lo tanto, una gran parte de la
región azotada por el huracán era predominantemente negra junto a
la blanca pobre. El ingreso promedio por cápita es de $24.650 anual, el
más bajo de todos los estados. De los 50 estados, Luisiana es el
número 42 en ingresos, con $27.581, y Alabama número 40 con
$27.795, comparados a un promedio nacional de $32.937. Los tres estados tienen
tasas de pobreza más altas que el promedio nacional.
El racismo es
inherente al sistema capitalista y el legado de racismo en Nueva Orleáns
ha resultado en una ciudad donde la población mayormente Africana Ameri
cana se encuentra mal preparada. Much@s de l@s residentes son desesperadamente
pobres; desproporcionadamente desemplead@s, subemplead@s, o encarcelad@s; sin
hogar y con un sistema docente por debajo de los estándares del resto del
país. Los empleos disponibles son mayormente con bajos salarios, en el
sector de servicios.
Más de un 27 por ciento de la población
de Nueva Orleáns vive debajo del nivel de pobreza. Un 67 por ciento de la
población es negra, y es esta población la gran mayoría de
l@s pobres, ell@s son l@s que se quedan atrás en todos los aspectos de la
vida. Las casas donde residen l@s African@s American@s son mayormente
residenciales viejos y dilapidados en las partes más bajas de la
ciudad.
Otro hecho sorprendente es que más de una tercera parte de
la población Africana Americana carece de automóviles
particulares. La gobernadora Kathleen Blanco y el alcalde Ray Nagin decretaron
que aqell@s con la posibilidad de irse de la ciudad debían hacerlo antes
de la llegada de la tormenta. Pero la población negra pobre no tuvo la
posibilidad de huir por su pobreza o por enfermedad.
Después del
huracán, l@s negr@s a través del país se han enfurecido por
la absoluta negligencia criminal de parte de todos niveles del gobierno. Las
imágenes de l@s pobres, mayormente negr@s, l@s de tercera edad y l@s
niñ@s siendo ignorad@s, muriendo lentamente de hambre y
deshidratación, han sido grabadas firmemente en la mente del pueblo. Esto
puede conducir a dudas en las mentes de muchas personas sobre las intenciones
del gobierno, pero las estadísticas no mienten.
Por décadas,
la clase dominante local de Nueva Orleáns ha segregado de nuevo a la
población de la ciudad, destrozando las viviendas de la gente de bajos
ingresos, para abrir paso a casas lujosas y súper tiendas costosas en las
partes de la ciudad más elevadas en relación al nivel del
mar.
La responsabilidad por esta conspiración pertenece a los
capitalistas y lo mismo está ocurriendo a través del país.
Pero en Nueva Orleáns, ha sido revelado trágicamente por el
huracán Katrina para que todo el mundo lo vea. Y con la
destrucción y la horrible tarea de recuperar los miles de
cadáveres viene la noticia de que la tasa de desempleo se espera que suba
a un 25 por ciento. ¿Puede empeorar aún más la
situación?
Es por esto que el llamado para que regresen las tropas
a casa debe ser repe tido con más fuerza -para poner fin al sufrimiento y
al asesinato del pueblo iraquí, para poner fin a la pérdida de
vidas de los muchos pobres y oprimidos absor bidos por la maquinaria de guerra a
través del reclutamiento forzado creado por la pobreza y la falta de
trabajos, y ahora para que los fondos consumidos por las guerras imperialistas
en Irak y Afganistán puedan ser utilizados para la reconstrucción
de la Costa del Golfo de México y de Nueva Orleáns.
La tasa
de un 25 por ciento de desempleo no tiene por qué ocurrir. No
ocurriría si los fondos necesarios fueran dispuestos y a l@s poblador@s
de la Costa del Golfo les fuera permitido reconstruir bajo sus propias
condiciones y en sus propios intereses.
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