Lección de las elecciones 2014: Luchar por un partido obrero

“A los oprimidos se les permite una vez cada ciertos años decidir qué representante de la clase opresora les representará y reprimirá en el parlamento”.

Karl Marx, “La Guerra Civil en Francia”

Las elecciones de medio término en EUA han causado un gran revuelo porque el Partido Demócrata perdió el control del Senado y perdió aún más terreno en la Cámara de Representantes. La baja participación récord, el 36 por ciento del electorado, ha producido mucho comentario. Ha habido un torrente de análisis que trata de explicar la derrota del Partido Demócrata.

Muchos señalan el fracaso de los demócratas y la administración de Barack Obama de presentar un programa que pueda solucionar los problemas reales de las masas – empleos, pobreza, racismo, la difícil situación de los inmigrantes, el cierre de las clínicas de aborto, etc. Otros dicen que Obama se mantuvo fuera de la campaña electoral y los demócratas huyeron de él – especialmente en el Sur racista pero también en muchos otros estados. Otros apuntan a la decisión de Ciudadanos Unidos y el dinero corporativo que ha corrompido el proceso político – cerca de $4 mil millones se destinó, principalmente por las grandes empresas y los ricos, en estas elecciones. Además, miles no pudieron votar por las leyes de supresión de votantes.

Todo esto es cierto. Y hay mucha desmoralización comprensible sobre el barrido republicano. La tentación es dejarse arrastrar por el debate sobre lo que salió mal, lo que ésto significa para el 2016, y el debate relacionado sobre cómo solucionar los problemas del Partido Demócrata.

La lucha de las masas ignorada

En los análisis de los expertos burgueses, dejan de lado el hecho de que decenas de miles de personas están luchando contra los homicidios y el acoso de la policía, así como la encarcelación en masa. La campaña para detener la supresión de votantes es generalizada. Millones de inmigrantes han estado luchando desde el 2006 para conseguir sus derechos y legalización.

En todo el país las/os trabajadores de bajos salarios se han manifestado por un salario mínimo de $15 la hora y el derecho a un sindicato. En septiembre, unas 400.000 personas se manifestaron en la ciudad de Nueva York contra el cambio climático. Miles se manifiestan contra el oleoducto Keystone y el fracking por los depredadores de las compañías petroleras.

Por encima de todo, millones están desempleadas/os, subempleados o han caído fuera de la fuerza de trabajo, sin embargo, no hubo una palabra durante la campaña sobre un programa de verdaderos puestos de trabajo para poner a la gente a trabajar con un salario digno.

Nada de esto, ni de las muchas luchas populares se reflejó en las campañas nacionales de los partidos capitalistas. ¡Eso es porque son partidos capitalistas y estos temas son cuestiones de las/os trabajadores!

Para la clase obrera y para todas/os los oprimidos, el tratar de averiguar cómo reparar el Partido Demócrata sería una distracción inútil. Lo que las/os trabajadores necesitan sacar de estas elecciones es que es otro ejemplo dramático del porqué necesitan su propio partido político. Necesitan un partido que luche por sus necesidades diarias, con métodos de lucha militante. Necesitan un partido que utilice el proceso electoral, no para promover ilusiones electorales, sino para exponer al capitalismo y la quiebra del sistema de ganancias.

Y necesitan un partido que luche para superar la pesadilla capitalista totalmente.

Este problema no comenzó ahora. Hace casi 145 años, cuando Karl Marx analizó la lucha de los trabajadores franceses durante la Comuna de París, puso las cosas claras en relación a las elecciones en el capitalismo: “a los oprimidos se les permite una vez cada ciertos años decidir qué determinado representante de las clases opresoras les representará y reprimirá en el parlamento”.

Los ricos a cargo del Partido Demócrata

Marx hablaba de cómo las elecciones deciden quién va a dirigir el gobierno capitalista. Echemos un vistazo a los funcionarios elegidos por Obama para administrar la parte alta del gobierno.

Chuck Hagel, jefe del Pentágono. Algunas fuentes estiman conservadoramente su patrimonio neto como $5 millones. Pero más importante aún es que está en la junta de Chevron, de Deutsche Bank y de la Wolfensohn Co., fundada por el presidente del Banco Mundial. Cuando dejó el Senado en el 2009, se fue a la junta de Corsair Capital, que tenía participaciones en instituciones financieras en Argentina, Brasil, Bermudas, Alemania, Corea, Polonia y Suecia.

Hagel es un banquero/financiero que ahora dirige la máquina de guerra de Estados Unidos y está tomando decisiones para escalar la intervención estadounidense en Irak, desplegar más fuerzas a la OTAN para luchar contra el movimiento de resistencia ucraniana, enviar $3 mil millones al año a Israel, etc. (USA Today, 14 de enero 2013)

O veamos al secretario del tesoro Jacob Lew. Lew es un multimillonario. Él vino del departamento de Inversiones Alternativas del Citibank y antes, del departamento Global Wealth Management (Dirección de Riquezas Globales) del Citibank. La  inversión Alternativa es un nombre elegante para los derivados financieros y el juego especulativo. La Global Wealth Management maneja el dinero de las personas más ricas del mundo. A los millonarios apenas se les consideran. Lew fue implicado en ayudar a causar la crisis financiera de 2008.

Luego está el secretario de estado John Kerry, con valor de $300 millones en fideicomisos que provienen de su esposa Teresa Heinz Kerry, heredera de la fortuna de la salsa de tomate Heinz. Kerry vive de un imperio empresarial al que defiende, junto a otros, como jefe del Departamento de Estado. Los secretarios de Defensa, Tesoro y Estado son el núcleo del gobierno capitalista.

¿Y la legislatura? Este es el primer año en que los ingresos de las/os representantes en la Cámara conforman un promedio de más de $1 millón cada uno. Algunos de los congresistas importantes del Partido Demócrata están entre los 25 miembros más ricos en patrimonio neto, a partir del 2012. Por ejemplo, Mark Warner de Virginia con $257 millones; Richard Blumenthal de Connecticut con $103 millones; Nancy Pelosi con $87 millones; Dianne Feinstein con $68 millones; Alan Grayson con $40 millones, y así sucesivamente. (Net Worth de 2012, en opensecrets.org, publicado por el Center for Responsiveness en Politics)

¿Cómo se pueden escuchar los intereses o preocupaciones de las/os trabajadores, y mucho menos tratados, entre esta cueva de ladrones corporativos ricos y los tiburones de Wall Street? No es de extrañar que la austeridad, los recortes y los rescates para los ricos prevalezcan sobre la solución a la pobreza y el desempleo.

Los mismos capitalistas a quienes los políticos están atados, son los que están reduciendo, despidiendo, recortando horas, haciendo dinero mediante el pago de bajos salarios, recortando beneficios, imponiendo fracking, instituyendo las escuelas charter y cárceles privadas, participando en el saqueo en el extranjero y en ciudades como Detroit, etc.

Mito del Partido Demócrata “progresista”

La mitología del Partido Demócrata, que ha existido desde Franklin Roosevelt, debe ser demolida. En su lugar debe venir la dedicación a la independencia de la clase obrera y una exposición de la democracia capitalista como una farsa, una manera de mantener las/os trabajadores subyugados.

Los fracasos de la administración de Obama con respecto a las/os trabajadores no son nuevos. Roosevelt y Lyndon Johnson se vieron obligados a aprobar legislaciones progresistas sólo porque millones de personas estaban en movimiento. El New Deal fue considerado un “seguro contra motín” para salvar al capitalismo, que estaba siendo atacado por las huelgas de brazos caídos, huelgas generales y manifestaciones masivas durante la década de 1930.

Johnson firmó la Ley de Derechos Civiles, la Ley de Derechos Electorales y la llamada Gran Sociedad porque millones de afroamericanas/os y otros estaban en las calles enfrentándose a la policía y al Ku Klux Klan en los años 1950 y 1960.

Sin embargo, tan pronto cesó la lucha, la dirección del Partido Demócrata se quitó su disfraz como un amigo del pueblo. La administración de Jimmy Carter en la década de 1970 abrió el ataque contra la beneficencia pública. Carter dijo que “la vida no es justa” al responder a una pregunta sobre la prohibición puesta sobre la financiación de abortos para las mujeres pobres. Él comenzó una escalada militar y planeó el ataque anti sindical contra la Asociación Profesional de Controladores de Tránsito Aéreo que Ronald Reagan más tarde llevó a cabo.

Bill Clinton destruyó completamente el sistema de beneficencia pública. Declaró que “la era del gran gobierno ha terminado”, arrojando a millones de mujeres pobres, desproporcionadamente afroamericanas y latinas, fuera de las listas. Él puso las primeras leyes “antiterroristas”, aprobó la Ley Efectiva de Pena de Muerte y, de hecho, desreguló Wall Street mediante la destrucción de la Ley Glass-Steagall, aprobada después de la Gran Depresión para frenar a los bancos.

Así que el gobierno de Obama está siguiendo una larga tradición de ataques por el liderazgo del Partido Demócrata contra las/os trabajadores y oprimidos. Es y ha sido un partido capitalista de las grandes empresas por más de 100 años. Sirve a los intereses de los ricos, los banqueros y los empresarios.

Por supuesto, el Partido Republicano es más flagrante en su búsqueda de los intereses extremos de los ricos. No tienen nada que ocultar porque el sector empresarial es su base. La dirección del Partido Demócrata está plagada por tener que ocultar sus maniobras anti obreras, reaccionarias y racistas, ya que su base son los sindicatos, la población africana americana, latina, las mujeres, la comunidad LGBT, la clase media progresista, las/os estudiantes y así sucesivamente. Es por eso que los dos partidos tienen diferentes atractivos, dos imágenes diferentes. Pero no hay nada esencial en el que se diferencian cuando se trata de servir a los intereses fundamentales del capital.

Ferguson y la democracia burguesa

V.I. Lenin puso las cosas bien cuando citó a Federico Engels diciendo “el Estado moderno representativo es un instrumento de explotación del trabajo asalariado por el capital.” (Citado en Lenin “La revolución proletaria y el Renegado Kautsky”)

Lenin añadió: “Tome las leyes fundamentales de los Estados modernos, tome su administración, tome la libertad de reunión, la libertad de la prensa, o ‘la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley’, y verá a cada paso la prueba de la hipocresía de la democracia burguesa con la que cada trabajador honesto y con conciencia de clase está familiarizado. No hay un solo estado, no importa cuán democrático sea, que no tenga tecnicismos o reservas en su Constitución que garantizan a la burguesía la posibilidad de enviar tropas contra los obreros, de proclamar la ley marcial, y así sucesivamente, en caso de una “violación del orden público, ‘y, de hecho, en caso de que la clase explotada’ viole ‘su posición de esclavitud y trate de comportarse de una manera no servil”.

Uno sólo tiene que mirar a Ferguson, Misuri, con su militarización de la policía y la violencia contra las/os manifestantes en busca de justicia, o la exclusión de millones de prisioneras/os y ex prisioneros de las listas de votantes, para ver una verificación del punto de vista de Lenin.

Bajo estas circunstancias, las/os trabajadores y las/os oprimidos no tienen otra alternativa que declarar su ruptura con los partidos capitalistas y el capitalismo y luchar por su propio partido independiente – uno que hable y luche abiertamente por las/os trabajadores, contra la clase capitalista y por la revolución socialista.

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